opinión

Ellos allá y nosotros acá

Con la frase “ellos allá y nosotros acá” describieron varias personas la relación que tenían con los familiares del asesino y las víctimas de la más reciente masacre intrafamiliar en Puerto Rico. Un hombre de setenta y siete años asesinó a tiros a su hermana, su sobrina y el compañero de esta en un barrio de Toa Alta, motivado, aparentemente, por una disputa familiar relacionada con una casa de madera. 

¿Padecía el hombre de sus facultades mental? Tal vez.  Pero nadie en el sector donde vivían tanto las víctimas como el victimario puede decir a ciencia cierta que el hombre tenía problemas de salud mental. Tal vez porque él estaba “allá” y ellos “acá”. Lo que sí es obvio en esta familia es la falta de comunicación y el coraje que, posiblemente, venía arrastrándose por años. Muchas de las tragedias familiares que ocurren no solo en Puerto Rico, sino en el mundo entero, tienen que ver con disputas por herencias y propiedades. Podemos pensar que solo un loco puede matar por una simple casa de madera. Pero aquí el asunto no es la casa, sino lo que la casa significaba para él y el sentido de desesperación, humillación y coraje que le debe haber generado el enterarse que se la estaban arrebatando. 

Para mí este caso es un extremo de lo que viven tantas familias en Puerto Rico.  Tal vez, no se caen a tiros ni a machetazos, pero sufren muertes lentas envenenados gota a gota por el rencor. Y lo triste es que el veneno se sigue pasando de generación en generación. 

El hecho de que seamos “familia” no quiere decir que tenemos que ser mejores amigos. La gente tiene sus diferencias y punto. Pero antes de atribuir culpas, vamos a tomar responsabilidad por las nuestras. Lo que no se habla, no se sana. Si llevas años arrastrando conflictos familiares que te están comiendo por dentro, te invito a que comiences a hablar. Si fuera necesario un mediador para poder mantener la paz, búscalo. No sigan alimentando el rencor. La vida es demasiado corta. 

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