Las hospitalizaciones de niños menores de 5 años por COVID-19 en Estados Unidos se han disparado en las últimas semanas a sus niveles más altos desde que comenzó la pandemia, según datos del gobierno dados a conocer el viernes sobre el único grupo etario que aún no es elegible para ser vacunado.
La preocupante tendencia entre los niños que son demasiado jóvenes para recibir la vacuna resalta la necesidad de que adultos y niños de mayor edad reciban sus inyecciones para proteger a quienes los rodean, dijo la doctora Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus iniciales en inglés).
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Desde mediados de diciembre, conforme la altamente contagiosa variante ómicron se propaga a gran velocidad por todo el país, la tasa de hospitalización entre los menores de 5 años se ha disparado a más de 4 por cada 100.000 menores, un incremento en comparación con la de 2,5 por cada 100.000.
La tasa entre niños de 5 a 17 años es de 1 por cada 100.000, según datos de los CDC provenientes de más de 250 hospitales en 14 estados.
En general, “las hospitalizaciones pediátricas se encuentran en su tasa más elevada en comparación con cualquier punto previo de la pandemia”, declaró Walensky.
Hizo notar que sólo un poco más del 50% de los niños de entre 12 y 18 años, y sólo el 16% de los que tienen entre 5 y 11 años, están totalmente vacunados.
La tasa general de hospitalización entre niños y adolescentes continúa siendo menor que la de cualquier otro grupo etario. Y representa menos del 5% de las nuevas admisiones diarias en hospitales, según los CDC.
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Hasta el martes, la cifra diaria promedio de pacientes menores de 18 años hospitalizados por COVID-19 era de 766, el doble del número reportado hace apenas dos semanas.
La tendencia entre los niños más pequeños está siendo impulsada por las altas tasas de hospitalización en cinco estados: Connecticut, Tennessee, California, Oregon y Georgia, este último con los incrementos más fuertes, dijeron los CDC.
Durante una conferencia de prensa, Walensky dijo que las cifras incluyen niños hospitalizados por COVID-19 y aquellos internados por otros motivos pero que se les detectó la infección.
Los CDC dijeron también que el incremento podría ser atribuido parcialmente a la manera como las hospitalizaciones por COVID-19 son definidas en este grupo etario: Que se les detecte el virus en una prueba diagnóstica dentro de los 14 días de la hospitalización por cualquier motivo.
La enfermedad entre los niños durante la ola de ómicron parece ser menos severa que con la variante delta, dijo el jefe de terapia intensiva del Hospital Infantil de Seattle, doctor John McGuire.
“La mayoría de los niños en el hospital que dieron positivo al COVID no se encuentran aquí debido al COVID-19″, señaló McGuire en un correo electrónico. “Están aquí por otros problemas de salud, pero sucede que han dado positivo en los exámenes”.
El principal experto en enfermedades infecciosas de Estados Unidos, el doctor Anthony Fauci, dijo esta semana que al parecer la ómicron provoca una enfermedad menos severa en general, pero el hecho que de haya un gran número de infectados debido a lo altamente contagiosa que es esta variante significará que muchos niños más resultarán afectados y un porcentaje de ellos irá a dar al hospital.
Fauci dijo también que muchos niños hospitalizados con COVID-19 tienen otros problemas de salud que los vuelven más susceptibles a sufrir complicaciones a causa del virus, como la obesidad, la diabetes y las enfermedades pulmonares.
Fauci y Walensky han enfatizado que una de las mejores formas de proteger a los niños más pequeños es vacunar a todas las demás personas.
El incremento en las hospitalizaciones sólo contribuye a aumentar las preocupaciones de algunos padres.
Emily Hojara y Eli Zilke, de Sawyer, Michigan, están tomando medidas adicionales para proteger a su hija Flora, que cumplirá 2 años en mayo. Limitan su contacto con otros niños, y no permiten que ningún visitante ingrese a la casa sin mascarilla, ni siquiera los abuelos.
“Ha sido una lucha, y ahora con esta nueva variante siento que nos ha hecho retroceder”, declaró Hojara.
“Es atemorizante que ella no pueda ser vacunada”, dijo con referencia a su hija.
La doctora Jennifer Kusma, pediatra del Hospital Infantil Lurie de Chicago, indicó que ha visto un creciente número de niños hospitalizados con la ómicron, y aunque la mayoría no están enfermos de gravedad, comprende las preocupaciones de los padres.
“Realmente me gustaría que ya tuviéramos esa vacuna para estos niños pequeños”, declaró Kusma. Pero agregó que lo que podría parecer una larga espera debería darle tranquilidad a los padres de que las pruebas de la vacuna no se están realizado en forma apresurada.
Muchos confiaban en que el año nuevo traería consigo una vacuna para los niños pequeños, pero Pfizer anunció el mes pasado que dos dosis no ofrecían tanta protección como se esperaba para los niños de 2 a 4 años.
El estudio de Pfizer ha sido actualizado para darle a todos los menores de 5 años una tercera dosis, y se prevé que los datos estén disponibles en la primavera.
Por otro lado, el mismo viernes los CDC emitieron un reporte que muestra que las inyecciones con la vacuna de Pfizer parecen proteger a niños de mayor edad que desarrollan un problema relacionado con el COVID-19, grave pero poco frecuente, que implica la inflamación de varios órganos.
De 102 chicos de 12 a 18 años hospitalizados con ese problema, ninguno de los que recibieron dos dosis de Pfizer al menos 28 días antes necesitaron respiradores artificiales u otro soporte vital avanzado. En contraste, el 40% de los niños no vacunados sí requirieron un tratamiento así.
El problema, llamado síndrome inflamatorio multisistémico, provoca síntomas que pueden incluir fiebre persistente, dolor abdominal y erupciones cutáneas. La mayoría de los niños se recuperan, pero se han registrado 55 muertes.
De acuerdo con un informe por separado de los CDC, los niños que tuvieron COVID-19 tienen más del doble de posibilidades de que les diagnostiquen diabetes en comparación con los chicos que no han tenido el virus. Los científicos están investigando la razón, pero dicen que al parecer se debe a que el virus ataca las células que producen insulina en el páncreas.