Oklahoma puso fin el jueves a una moratoria de seis años a las ejecuciones, administrándole la pena de muerte a un hombre que se convulsionó y vomitó al recibir la inyección letal por el asesinato de una empleada de la cafetería de una prisión en 1998.
John Marion Grant, de 60 años, quien fue amarrado a una camilla dentro de la cámara de ejecución, comenzó a convulsionarse y vomitar después de que le administraron el primer fármaco, el sedante midazolam. Varios minutos después, dos miembros del equipo de ejecución le limpiaron el vómito del rostro y el cuello.
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Antes de que se levantara la cortina para permitir que los asistentes vieran hacia la cámara de ejecución, se podía escuchar a Grant gritando “¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!”. Gritó una serie de groserías antes de que comenzara la inyección letal. Se le declaró inconsciente unos 15 minutos después de que se le administrara el primero de los tres fármacos y fue declarado muerto unos seis minutos después, a las 4:21 de la tarde.
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Es inusual que alguien vomite mientras es ejecutado, según los expertos.
“Nunca había escuchado o visto algo así”, dijo Robert Dunham, director ejecutivo del Centro de Información sobre Pena de Muerte. “Es algo notable e inusual”.
Michael Grazy, un reportero jubilado de The Associated Press que aún cubre ejecuciones para la agencia como periodista independiente, ha visto la aplicación de la pena capital en unas 450 ocasiones. Señaló el jueves que sólo podía recordar un caso de alguien que vomitara mientras se le ejecutaba.
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Ni el Departamento Penitenciario de Oklahoma, la fiscalía o el gobernador respondieron a preguntas sobre la reacción de Grant a los fármacos.
Grant fue la primera persona en ser ejecutada en Oklahoma desde que se llevaron a cabo una serie de inyecciones letales fallidas en 2014 y 2015. Cumplía una sentencia de 130 años en prisión por varios robos a mano armada cuando, según los testigos, arrastró a la empleada de la cafetería de la cárcel, Gay Carter, hacia un armario y la apuñaló en 16 ocasiones con un punta de fabricación casera. Fue sentenciado a la pena capital en 1999.
Oklahoma prosiguió con la inyección letal después de que la Corte Suprema federal, en una decisión 5-3, levantó las suspensiones a las ejecuciones que había ordenado el miércoles el Tribunal Federal de Apelaciones del 10mo Circuito en los casos de Grant y de otro recluso, Julius Jones.
La Junta de Libertad Condicional e Indulto del estado rechazó en dos ocasiones las solicitudes de clemencia presentadas por Grant, incluyendo una votación 3-2 este mes para rechazar la recomendación de que se le perdonara la vida.
Oklahoma era uno de los estados con mayor actividad en llevar a cabo la pena capital hasta que problemas surgidos en 2014 y 2015 llevaron a moratoria tácita. Richard Glossip estaba a unas horas de ser ejecutado en septiembre de 2015 cuando las autoridades penitenciarias se dieron cuenta de que habían recibido el fármaco letal equivocado. Posteriormente, se supo que esa sustancia equivocada se había utilizado en la ejecución de un reo en enero de 2015.
La confusión de sustancias se dio después de una ejecución fallida en abril de 2014, en la que el recluso Clayton Lockett se retorció sobre la camilla antes de morir 43 minutos después de que se le administrara la inyección letal — y después de que el director de prisiones del estado les ordenara a los ejecutores que se detuvieran.
Mientras la moratoria estaba en vigor, Oklahoma prosiguió con sus planes de utilizar gas nitrógeno para ejecutar a los reclusos, pero finalmente optó por descartar la idea y el año pasado anunció que planeaba reanudar la aplicación de la pena capital utilizando el mismo protocolo de inyección letal de tres fármacos que se utilizó durante las ejecuciones fallidas. Las tres sustancias son: midazolam, un sedante; bromuro de vecuronio, un paralizante, y cloruro de potasio, el cual detiene el corazón.