Miles de personas marcharon el sábado en varias ciudades de Francia en protesta contra el llamado pase de coronavirus, requerido ahora para entrar a restaurantes y bares, instalaciones culturales y deportivas, así como para abordar viajes de larga distancia.
Por sexto sábado consecutivo, los oponentes criticaron lo que consideran como restricción a su libertad. Muchos dicen que, con la medida, el gobierno estaba haciendo implícitamente obligatorias las vacunas.
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En París, hubo cuatro manifestaciones organizadas por grupos diferentes y en otras partes del país se realizaban más de 200 protestas. La semana pasada, más de 200.000 personas participaron en las protestas.
El pase muestra que el portador está totalmente vacunado, que ha tenido una prueba negativa reciente del virus o que se ha recuperado recientemente del COVID-19. La ley que autorizó el pase también hizo obligatorias las vacunas para todos los trabajadores de la salud en Francia para el 15 de septiembre.
Pese a las protestas, los sondeos muestran que la mayoría de los franceses respaldan el pase de salud. Millones de personas han recibido ya la primera dosis de alguna vacuna desde que el presidente Emmanuel Macron anunció la medida el 12 de julio.
Desde el mes pasado, Francia está registrando un elevado número de infecciones: unas 22.000 diarias, una cifra que se ha mantenido estable en la última semana.
Más de 47 millones de personas en Francia —70,2% de la población— han recibido al menos una dosis de vacuna y más de 40,2 millones —60,5%— están plenamente vacunados.