Los cadáveres flotantes que aparecían de tanto en tanto en un río que separa la región etíope de Tigray y Sudán eran un recordatorio de una guerra silenciosa. En los últimos días, sin embargo, la cantidad de cadáveres ha ido en aumento.
Hinchados y descoloridos, los cuerpos están con frecuencia mutilados: Les faltan los genitales, les sacaron los ojos o les cortaron los miembros. Los pescadores sudaneses que los divisan y los refugiados de Tigray que los ayudan a sacarlos del agua dicen que muchos tienen las manos atadas. Algunos fueron baleados.
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La Associated Press informó acerca de decenas de cadáveres flotando en el río Tekeze esta semana y vio seis tumbas donde han sido enterrados tigrianos el miércoles, en que por primera vez periodistas llegaron a la escena. Médicos que vieron los cadáveres dicen que uno tenía un tatuaje con un nombre muy común en al idioma tigriño y otros tenían características faciales típicas de los tigrianos, lo que aumenta los temores acerca de las atrocidades que se pueden estar cometiendo en uno de los sectores de los que menos se sabe en la región.
“Son de Tigray”, afirmó Garey Youhanis, un tigriano que ayudó a enterrar varios cadáveres encontrados el domingo. Con un pedazo de soga roja, mostró cómo tenían las manos atadas por la espalda. Se arrodilló en la ribera del río, se persignó y rezó.
Las muertes parecen ser producto de una nueva masacre en una guerra que lleva nueve meses y en la que fallecieron miles de civiles, la cual se está extendiendo ahora a otras regiones de Etiopía, el segundo país más poblado de África. Si bien fuerzas locales recuperaron el control de buena parte de Tigray en junio tras el retiro de los soldados del gobierno etíope y de sus aliados, la parte occidental de Tigray sigue siendo controlada por los amharas, que dicen que esas tierras les pertenecen y expulsaron a muchos tigrianos. Testigos declararon a la AP que vieron en persona esas expulsiones.
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Más de 60,000 tigrianos escaparon a Sudán, donde viven en improvisados campamentos a escasa distancia del río. A menudo observan los cadáveres para ver si son de algún familiar o conocido y les han pedido a las autoridades locales y a las Naciones Unidas que exhumen los cuerpos y hagan autopsias.
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“En al menos una semana enterraron 43 cadáveres junto al río”, dijo a la AP un cirujano de la vecina localidad tigriana de Humera, Tewodros Tefera. Él y otros refugiados creen que los cadáveres fueron tirados al río en Humera, donde se han registrado algunos de los peores episodios de violencia desde que comenzó la guerra en noviembre.
“A algunos les habían amputado los brazos y las piernas”, dijo Tewodros. “Ayer enterramos a un hombre al que le habían extraído los genitales. Esto es lo que sucede en el oeste de Tigray”.
Agregó que si se hace una búsqueda, seguramente se encontrarán “muchos, muchos más” cadáveres en el río. Tal vez cientos.
El gobierno etíope afirma que grupos rivales de Tigray son los que arrojan los cadáveres con fines propagandísticos. Una “masacre falsa”, declaró una portavoz del primer ministro Abiy Ahmed, Billene Seyoum, a la prensa el jueves.
La aparición de cadáveres aumentó la presión internacional sobre el primer ministro, un ganador del Premio Nobel de la Paz, en momentos en que su gobierno es acusado por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea de sitiar Tigray y bloquear la llegada de alimentos y otra ayuda a millones de personas. Se cree que cientos de miles de personas pasan hambre.
Los cadáveres flotantes reviven los temores de que se esté perpetrando una limpieza étnica o se esté expulsando a los tigrianos por la fuerza.
“Los últimos acontecimientos nos preocupan mucho”, dijo la oficina sudanesa de la agencia de refugiados de la ONU el jueves.
Igual que otros organismos internacionales, la ONU dice que no tiene acceso a la parte etíope de la frontera.
El gobierno etíope sostiene que supuestos grupos de ayuda arman y brindan apoyo a las fuerzas tigrianas, sin ofrecer pruebas de ello.
No hay comunicaciones telefónicas ni a través de la internet y los servicios bancarios están interrumpidos en una región de unos 6 millones de personas. La ONU dice que más de 5 millones necesitan ayuda. Las fuerzas de Tigray, que penetraron partes de Afar y Ahmara, desplazando a más de 200,000 personas, dicen que restaurar los servicios básicos es una precondición para negociar el fin de la guerra.
Fuerzas tigrianas que avanzan hacia el sur ingresaron el jueves a Lalibela, ciudad de Amhara considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, según dijeron residentes a la AP. Llegaron en forma pacífica, “pero sí, tenemos mucho miedo”, dijo la fuente, quien expresó temor de que destruyan lo que ellos consideran “la nueva Jerusalén”. Calculó que hay miles de combatientes tigrianos y dijo que “mucha gente se está yendo”. Pidió no ser identificado por temor a represalias.