El gobierno de Joe Biden dio el primer paso para poner fin a una excepción de emergencia que les permitió a los hospitales racionar y reusar las mascarillas médicas N95, la primera línea de defensa entre los trabajadores de salud y el fatal coronavirus.
Miles de proveedores de servicios médicos han muerto en la pandemia de COVID-19, muchos al ser expuestos al virus cuando atendían a pacientes sin tener la protección adecuada.
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Escaseces críticas de mascarillas, batas, hisopos y otros suministros médicos hicieron que el gobierno de Donald Trump emitiese directrices para el racionamiento, lavado y uso reiterado de equipo desechable. Por ello, durante la pandemia, una vez a la semana los médicos y enfermeros recibían una mascarilla N95, que está diseñada para ser descartada después de un uso.
Ahora, los productores estadounidenses dicen que tienen un vasto superávit para la venta. Y los hospitales dicen que tienen suministros para tres a 12 meses.
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En respuesta, el gobierno dice que los hospitales y otras instalaciones médicas deben regresar a la práctica de una mascarilla por cada paciente que atienden.
“La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) recomienda que el personal y las instalaciones de atención médica dejen gradualmente las estrategias de conservación de capacidad en crisis”, dijo la agencia en una carta este mes.
La carta no es una orden: los hospitales aún pueden esterilizar y volver a las N95. Pero en las próximas semanas o meses, la FDA emitirá una directriz que requerirá que los hospitales reviertan a un solo uso, dijo Suzanne Schwartz, directora de la oficina de colaboraciones estratégicas e innovación tecnológica de la FDA.
“La capacidad de descontaminar fue puramente de último recurso, una medida extrema”, dijo Schwartz. “Desde la perspectiva de la FDA, existe la necesidad de regresar a las estrategias convencionales y de contingencias, que son, el uso del respirador para la interacción y entonces se descarta y se toma uno nuevo” .