La vicepresidenta Kamala Harris anunció el miércoles sus planes de visitar México y Guatemala en la que será su primera gira oficial al exterior, parte de su labor al frente de las gestiones diplomáticas de la Casa Blanca con el fin de atender la ola migratoria en la frontera sur.
Harris también sostuvo una reunión virtual con expertos regionales sobre las posibles soluciones al fuerte incremento en la llegada de migrantes.
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Pero aún no tiene planes de visitar la frontera, una decisión que ha avivado las críticas republicanas de que la respuesta del gobierno del presidente Joe Biden continúa siendo inadecuada y carente de seriedad, incluso cuando fotografías estremecedoras de menores hacinados en centros de detención han vuelto a atraer la atención del público al problema.
Biden tampoco tiene planes de visitar la frontera, informó el miércoles la Casa Blanca.
El representante Steve Scalise, jefe de la bancada republicana en la Cámara de Representantes, acusó a Harris de evitar acudir a la frontera por consideraciones políticas.
“El presidente Biden puso a Kamala Harris a cargo del asunto, y ella se rehúsa a ir porque no desea que la asocien con esa política vergonzosa”, manifestó Scalise el miércoles en conferencia de prensa.
Harris enfatizó el miércoles que se le encargó la misión de abordar las causas de fondo que generan la migración que va a Estados Unidos, y es el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, el que está a cargo de hacer frente al aumento de migrantes en la frontera.
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Si no se abordan las causas de fondo, dijo Harris, “simplemente nos encontramos en un sistema perpetuo en el que sólo se atienden los síntomas”.
Mayorkas visitó la frontera el mes pasado, y Biden ha enviado a varios altos colaboradores más para que evalúen la situación en la zona.
La decisión de no visitar la frontera pone de relieve el espinoso desafío político que enfrenta el gobierno de Biden para ocuparse de la fuerte afluencia de migrantes en un momento en que él y Harris preferirían centrar la atención del país —y su limitado capital político— en conseguir que el Congreso apruebe un plan de infraestructura de 2 billones de dólares.
En marzo, un número récord de niños no acompañados intentaron cruzar la frontera sur, y la Patrulla Fronteriza tuvo casi 170.000 encuentros en general con migrantes allí, su mayor número en dos décadas. A consecuencia de ello, los centros de detención a cargo de aduanas y de la Patrulla Fronteriza están abrumados, y el gobierno de Biden se apresuró a abrir en las últimas semanas instalaciones de emergencia para niños y familias a lo largo de la frontera.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que Biden “está enfocado en las soluciones”, y señaló que los albergues de emergencia son un indicio de “avance”.
Sin embargo, según una encuesta de The Associated Press-Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos efectuada este mes, 40% de los estadounidenses desaprueba la manera en que Biden ha abordado el asunto de los niños que llegan sin sus padres a la frontera sur, en comparación con apenas 24% que lo aprueba. El 35% de los encuestados no se manifestaron a favor ni en contra.
Harris, por su parte, enfrenta sus propios desafíos para atender un problema que por mucho tiempo no ha sido posible solucionar fácilmente. Se le encargó supervisar las gestiones diplomáticas para abordar los problemas que propician la migración en el llamado Triángulo Norte, formado por El Salvador, Guatemala y Honduras, lo que incluye exigirles que refuercen la vigilancia en sus fronteras, así como el desarrollo y la implementación de una estrategia a largo plazo que atienda las causas de la migración procedente de esas naciones.
Aunque Harris ya estableció una relación de trabajo con los mandatarios de México y Guatemala, no lo ha hecho con los de Honduras y El Salvador, que están implicados en escándalos de corrupción. El presidente salvadoreño Nayib Bukele desairó recientemente al enviado de Estados Unidos para la región después de que funcionarios estadounidenses lo criticaran por violaciones a los derechos humanos.
Sin embargo, antes de su reunión del miércoles con los expertos regionales, Harris dejó entrever que está consciente del desafío y señaló que tomará tiempo resolver los problemas de la región.
“Tenemos que dilucidar cómo evaluar nuestro impacto”, dijo la vicepresidenta. “Obviamente no será de la noche a la mañana”.
“El trabajo que tenemos que hacer va a requerir un compromiso continuo, que lo institucionalicemos con nuestros socios”, y eso incluye una estrategia a largo plazo en la región, señaló Harris.
“Llevará algún tiempo ver los beneficios de ese trabajo, pero valdrá la pena”, agregó.
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