Al menos dos personas murieron baleadas hoy, domingo, en protestas en la ciudad más grande de Myanmar, mientras las fuerzas de seguridad continuaban su violenta represión contra la disidencia tras el golpe de Estado militar del mes pasado.
Una de las víctimas recibió un disparo en la cabeza y otra en el abdomen, según medios locales que cubrían las manifestaciones en el municipio de Hlaing Thar Yar, en Yangón.
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Videos compartidos en medios sociales mostraban a una multitud, algunos con cascos y máscaras de gas, corriendo por una calle entre el sonido de disparos. Los manifestantes accionaron extintores de incendios al retirarse.
El uso de extintores de incendios, habitual ahora en las protestas en Myanmar, pretende contrarrestar el gas lacrimógeno y crear una pantalla que dificulte a la policía perseguir o disparar a los manifestantes.
También había reportes de heridos por munición real y balas de goma.
Se veían columnas de humo negro, después de que las fuerzas de seguridad supuestamente prendieran fuego a las barricadas.
El líder civil del gobierno de Myanmar en la clandestinidad prometió ayer, sábado, seguir apoyando una “revolución” para derrocar a los militares que tomaron el poder en el golpe del 1 de febrero.
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Mahn Win Khaing Than, nombrado vicepresidente en funciones por los destituidos legisladores de Myanmar, forma parte del partido político de la depuesta líder Aung San Suu Kyi. El sábado se dirigió a la población por primera vez.
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“Este es el momento más oscuro de la nación y el momento en el que se acerca el amanecer”, dijo en un video compartido en la web y los medios sociales del gobierno clandestino.
“Para formar una democracia federal, como deseaban de verdad todos los hermanos de etnias que han sufrido durante décadas distintas formas de opresión de la dictadura, esta revolución es nuestra oportunidad de aunar esfuerzos”, dijo.
“Nunca nos rendiremos a un Ejército injusto, sino que nos labraremos nuestro futuro juntos con nuestro poder unido. Nuestra misión debe cumplirse”, añadió.
Al final del mensaje, hizo el gesto con tres dedos que se ha convertido en un símbolo de resistencia ante el gobierno militar.
El experto independiente de derechos humanos para Myanmar en Naciones Unidas, Tom Andrews, dijo la semana pasada que los reportes creíbles hablan de al menos 70 muertos por ahora, y citó crecientes pruebas de crímenes contra la humanidad cometidos por el Ejército.
Otros conteos extraoficiales pero meticulosos estiman unos 90 muertos desde el golpe.
Las muertes del sábado no disuadieron a los manifestantes en Yangón, que abarrotaron una céntrica zona comercial pasado el toque de queda de las 20:00 para celebrar una vigilia a la luz de las velas y cantar en favor de su causa. Los manifestantes, la mayoría jóvenes, marcharon en una intersección en la que suelen reunirse para las manifestaciones diurnas.
También se celebraron marchas tras el anochecer en Mandalay y otras ciudades.
Las protestas nocturnas podrían reflejar una estrategia más agresiva de autodefensa, que han defendido algunos manifestantes. La policía ha patrullado de forma agresiva los barrios residenciales por la noche, haciendo disparos al aire y detonando granadas aturdidoras para intimidar.
También se han registrado redadas en las que se detuvo a gente en su casa con mínima resistencia. En al menos dos casos, los detenidos murieron unas horas después bajo custodia policial.