El plan de la administración Trump de proveer a cada hogar de ancianos un una máquina para pruebas rápidas de coronavirus tiene un asterisco: el gobierno no va a suministrar pruebas suficientes para el personal y los residentes más allá de un par de rondas iniciales.
Un programa que parecía un punto de inflexión cuando fue anunciado el mes pasado en la Casa Blanca está causando ahora preocupación de que pudiera convertirse en una promesa incumplida para los hogares de ancianos, cuyos residentes y empleados representan una pequeña porción de la población en Estados Unidos, pero 4 de cada 10 muertes por coronavirus, de acuerdo con estimados.
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“Pienso que el mayor temor es que se entreguen los instrumentos pero que eso no vaya a cambiar nada si no tienes los botiquines de pruebas”, dijo George Linial, presidente de LeadingAge de Texas, una filial de un grupo nacional que representa a los asilos sin fines de lucro y a otros proveedores de cuidados.
El costo semanal de las pruebas a los empleados pudiera ir de más de 19.000 a casi 38.000 dólares, de acuerdo con estimados de la organización nacional. LeadingAge le pidió al gobierno que establezca un sistema nacional de pruebas para remplazar el actual desorden de arreglos locales y estatales.
La administración Trump dice que los hogares de ancianos pudieran cubrir los costos de pruebas regulares usando un fondo de 5.000 millones de dólares provisto por el Congreso y asignado a las instalaciones por la Casa Blanca.
El almirante Brett Giroir, director de pruebas del Departamento de Salud, les dijo recientemente a reporteros que el gobierno proveería suficientes botiquines para una ronda de pruebas para los residentes y dos rondas para los empleados. Pero Giroir dijo que las autoridades hicieron arreglos con los productores para que los asilos puedan ordenar sus propias pruebas, por mucho menos dinero que el que se gastan actualmente.
