CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Zapatillas, suecos, tenis y zapatitos.
Activistas colocaron el sábado cientos de pares de calzado de mujer pintados de rojo en la principal plaza de la Ciudad de México para llamar la atención a la violencia de género en un país, donde un promedio de 10 mujeres mayores y menores son asesinadas a diario y donde se resuelven menos de 10% de los casos.
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Ante habitantes y turistas que transitaban por la plaza del Zócalo —el corazón histórico, político, cultural y religioso del país— las manifestantes marcharon hacia la enorme puerta frontal del Palacio Nacional, que data de la era colonial, y colocaron cinco pares sobre los adoquines ante la mirada de guardias uniformados.
“Ni una asesinada más”, gritaron las participantes al ritmo de un tambor.
“Los zapatos representan la ausencia, visibilizando la ausencia”, dijo la artista Elina Chauvet, de 60 años, que efectuó por primera vez este tipo de protesta-performance en 2009 después de que su hermana fuera asesinada por el esposo de ella en un caso de violencia familiar en Ciudad Juárez, fronteriza con Estados Unidos. “Y el rojo es por la sangre derramada pero también es una pieza que habla del amor”.
La protesta del sábado fue la más reciente dentro de diversas movilizaciones de los últimos meses por la violencia contra las mujeres. Las acciones han incluido airadas manifestaciones contra las violaciones en las que las participantes han arrojado diamantina y pintarrajeado monumentos; protestas de miles de ellas cantando el himno feminista “Un violador en tu camino”, un fenómeno viral en el mundo y el continente americano; marchas sencillas y plantones de tejido colectivo.
El común denominador: la incapacidad de las autoridades para resolver el problema de la violencia de género en uno de los países del mundo más peligrosos para las mujeres.
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El presidente Andrés Manuel López Obrador, en el cargo desde hace poco más de 13 meses, y funcionarios aliados se han comprometido a convertir en una prioridad el combate a los feminicidios y otros delitos de género. En noviembre, la gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, declaró una alerta de violencia de género en la capital y ya suman 20 entidades federativas que lo han hecho en el país. Sheinbaum dijo que la medida aumentará la concienciación hacia el problema y redundará en mejores resultados.
Sin embargo, las participantes de la protesta del sábado consideran que los resultados van de poco a nada. Hubo 3.662 feminicidios o asesinatos de mujeres por violencia de género en 2018, antes de que López Obrador asumiera la presidencia, y la tasa mantiene su ritmo acelerado en 2020 aunque no hay cifras definitivas de 2019.
“Al contrario. Nos siguen matando”, dijo Elizabeth Machuca Campos, artesana de 39 años y activista de los derechos de las mujeres. Machuca es de Ocoyoacac, en el Estado de México, donde fue asesinada su hermana en 2017.
Afirmó que una persona fue detenida y sentenciada, pero de ultimo momento la acusación fue cambiada de feminicidio a homicidio, una práctica que las activistas y grupos como Amnistía Internacional afirman es frecuente entre las autoridades mexicanas a diversos niveles para maquillar las estadísticas sobre violencia de género.
Machuca trajo al Zócalo una fotografía de su hermana y el calzado que utilizaba cuando encontraron su cadáver.
“A esos pares de zapatos les hace falta su dueña, que son las mujeres que nos han arrancado”, dijo Machuca entre lágrimas.
La nueva procuradora general de justicia de la Ciudad de México, Ernestina Godoy Ramos, reconoció el viernes que enfrenta un “enorme” desafío en cuanto a la seguridad pública para la capital y se comprometió a hacer justicia en los casos de feminicidio.
“Que se oiga muy fuerte y que se escuche lejos: no va a haber impunidad en el tema de feminicidios”, declaró el mismo día Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación (interior) del presidente López Obrador.
La violencia contra las mujeres es un problema que se arrastra desde anteriores gobiernos. En las décadas de 1990 y principios de la de 2000, Ciudad Juárez se hizo tristemente famosa por los asesinatos y desapariciones de centenares de mujeres adultas y adolescentes, en casos a los que caracterizó la impunidad. Las activistas señalan en la actualidad al Estado de México, el más poblado del país, como uno de los focos graves de feminicidios.
Sacrisanta Mosso Rendón llevaba puesta una playera con los nombres y fotografías de su hija Karen, de 17 años, y su hijo Erik de 12. Karen fue violada y asesinada en su casa en Ecatepec, Estado de México, en 2016, y Erik fue estrangulado cuando ocurrieron los hechos, dijo.
Mosso, que encabeza al grupo activista Voces de la Ausencia, dijo que el homicida fue capturado y sentenciado a sólo cinco años. Mosso exigió sentencias más severas para los pocos casos de feminicidio resueltos. Esta cifra mínima muestra un patrón de impunidad casi total en los crímenes de este tipo en México.
“Desgraciadamente la mujer no está segura en ningún lado”, afirmó. “Gobiernos llegan, gobiernos se van y seguimos en las mismas porque no avanzamos”.
Sin embargo, Chauvet dijo que aunque a la fecha sean escasos los resultados concretos, esta protesta y otras han convertido lo que antes era un tema tabú en un asunto de interés público nacional.
“Aunque pareciera que aparentemente no logra inmediatamente un cambio yo creo que sí, o sea eventualmente se logra”, apuntó.