“Puerto Rico se levanta” fue el estribillo que surgió inmediatamente después del huracán María ante el desastre causado por el evento atmosférico más devastador que ha impactado la isla en los últimos 80 años. Para algunos se convirtió en un cliché o una frase que impulsaba una consigna oficialista de optimismo superficial mientras que otros lo vieron como una manera de destacar el espíritu combativo de los puertorriqueños.
Para la psiquiatra comunitaria Carissa Cabán Alemán, esta consigna representa las primeras dos fases por las que pasan las comunidades luego de enfrentar un desastre natural: la fase heroica y la fase de luna de miel.
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Se trata, según describió en un artículo para la publicación especializada Psychiatric Times, de esas primeras semanas en las que vecinos que pocas veces coincidían, trabajaban juntos; algunas familias se reconciliaban y la diáspora se activaba en ayuda y solidaridad.
“Sin embargo, como con la mayoría de las fases de luna de miel, este período no duró mucho, ya que se requiere de gran resistencia y estamina para reconstruir, recuperarse y, al mismo tiempo, pasar por un periodo de duelo, mientras se mantiene constantemente la esperanza, la unidad y el optimismo”, estableció la profesora del Departamento de Psiquiatría y Salud del Comportamiento de la Florida International University en Miami.
Es entonces cuando llega la fase de la desilusión, entre tres y seis meses después del impacto, principalmente, porque la gente se da cuenta de que la cohesión comunitaria y la resistencia individual no son suficientes; hace falta la intervención de una estructura gubernamental capaz de resolver las necesidades más básicas de las personas, pero que también apoye su salud mental. Más tarde, llega la cuarta fase, que los expertos en salud mental describen como reconstrucción. En Puerto Rico, cuando se habla de reconstrucción a nivel público, realmente se está describiendo un período que se estima tomará hasta 18 años.
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Sin embargo, ¿qué pasa cuando en medio de esa reconstrucción se enfrenta una amenaza como la de la tormenta Dorián, que hoy se acerca a la isla?
Cabán Alemán explica que se regresa a una etapa de “pre-desastre”, cuando hay un aviso de tormenta y se realizan operativos de preparación a nivel de familias, comunidades y gobierno, pero con la carga emocional que representa haber experimentado uno tan recientemente. Si imaginamos esas emociones colectivas en una gráfica, se vería como un sube y baja.
Por una parte, influyen todos los hallazgos sobre la deficiente respuesta gubernamental al huracán María, “que se podrían considerar como eventos que deterioran la capacidad de resiliencia de una comunidad”.
Una usuaria de Twitter comentaba el lunes: “Concluí con mami que no nos estamos preparando para una tormenta solamente, nos estamos preparando para que el gobierno falle en todo… nuevamente”.
Por otra parte, los puertorriqueños tienen muy presente el triunfo cívico del llamado Verano del 19, en el que las manifestaciones ciudadanas consiguieron que Ricardo Rosselló renunciara a su cargo de gobernador, eventos que “crean más fuerza en cuanto a la resiliencia emocional”, según la especialista.
Pero, apunta Cabán Alemán que los individuos no pueden cargar con toda la presión y la responsabilidad de la recuperación emocional cuando “hay un sistema que le quita todos los recursos, económicos, pero también psicológicos y sociales para poder recuperarse”.
El huracán María trajo desafíos de salud física y mental para algunos puertorriqueños, según confirmó un estudio de la Kaiser Family Foundation publicado en septiembre de 2018. Los hallazgos indican que aproximadamente una cuarta parte de las personas o algún miembro del hogar tienen una condición de salud nueva o que empeoró desde el paso del huracán María. El 22% dijo que ellos o un miembro del hogar han recibido servicios de salud mental relacionados con sus experiencias con María o que ellos o un miembro del hogar necesitaban servicios de salud mental desde la tormenta, pero no los recibió. Además, aproximadamente el 32% dijo que, como resultado del huracán María, se han enfrentado a al menos uno de varios tipos de desafíos para tener acceso a la atención médica, incluidos los problemas para obtener la atención médica necesaria (16%) o problemas para obtener citas con especialistas (20%).
“Por más esfuerzos que haga una comunidad por hacer proyectos educativos, proyectos de unificación comunitaria y proyectos de recuperación a nivel psicológico, esos esfuerzos no pueden llegar a su máximo potencial si tú no tienes una estructura gubernamental, de salud y política pública que deje que esos esfuerzos den frutos”, comentó la psiquiatra en entrevista con el Centro de Periodismo Investigativo (CPI).
Cabán Alemán es miembro de la organización CrearConSalud, Inc., enfocada en educar sobre salud mental, que ofreció talleres a comunidades, organizaciones sin fines de lucro e iglesias luego del huracán María.
Como ejemplos de política pública que son necesarios mencionó coaliciones entre clínicas para proveer servicios de salud mental públicos con el apoyo de líderes comunitarios y organizaciones sin fines de lucro, en proyectos de respuesta a desastres que incluyan tratamiento psicológico y psiquiátrico. Pero reconoció que hasta ahora, ejecutar iniciativas de ese tipo no ha sido viable.
Otras oportunidades podrían ser la integración de servicios de salud mental en los Centros de Salud 330 y el entrenamiento de doctores primarios en lugares donde hay poco acceso a estos servicios para ayudar con el tratamiento básico de diagnósticos comunes, como depresión.
Cambio climático y salud mental van de la mano
Los encuentros directos con las condiciones de vientos y lluvias de los huracanes, junto con la pérdida de recursos y situaciones que perduran luego del evento, aumentan los riesgos de un nuevo trastorno de estrés postraumático y depresión mayor en personas sin antecedentes de enfermedades mentales. Así lo exponen Cabán y otros especialistas de su campo al analizar cómo los huracanes, cada vez más extremos como consecuencia del cambio climático, representan amenazas para la salud mental de las personas.
Entonces, se combina la necesidad de que individuos, organizaciones y estructuras gubernamentales hagan frente al cambio climático por la amenaza que esto representa en todos los renglones para la humanidad, y también para detener la factura que pasa a la salud mental de las poblaciones.
“Hay millones de personas en el mundo que están creando conciencia y dándose cuenta de la realidad del cambio climático”, enfatizó la doctora en psiquiatría.
“Es cuestión de tener la valentía de aliarse con otras personas que están preocupadas y empezar a hacer cambios individuales poco a poco en la medida en que uno puede y tratar de buscar la forma de mantener el balance emocional y la resiliencia adecuada para poder enfrentar los cambios que vengan a raíz del cambio climático o de un desastre como un huracán”, agregó.
Cabán exhortó a las personas que se sientan abrumadas a que busquen ayuda. “Si se sienten que están sobrecargados, hay un grupo de especialistas en salud mental que están disponibles y están preparándose y entrenándose mejor para poder ayudar a las personas que tratan de enfrentar los efectos del cambio climático con tratamiento que funciona. Si uno piensa que no puede lidiar emocionalmente con esos efectos, para eso es que está la ayuda disponible. Sí hay que mantenerse resilientes y buscar ayuda, pero a la misma vez, no podemos ignorar la realidad y tenemos que unirnos para poder actuar mientras quede tiempo porque la realidad es que si la situación de cambio climático sigue avanzando de la forma en que ha estado avanzando en las últimas décadas, desgraciadamente vamos a tener unos impactos más significativos”.
Entre las alternativas disponibles para atender situaciones de salud mental se encuentran:
● La Línea Pas de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (Assmca), 1-800-981-0023, que ofrece atención vía telefónica en emergencias de salud mental.
● El Centro de Información y Referido de Fondos Unidos, 2-1-1, puede proveer referidos de servicios sociales y de salud, de acuerdo a las necesidades específicas y zona de residencia.
● El Hospital Panamericano cuenta con la línea de ayuda 1-800-981-1218.
● El Hospital Capestrano también tiene servicio de ayuda a través del teléfono en el 1-88-967-4357.
● En situación de crisis, también puede llamar a la Red Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-8255.