Rusia suele tratar las sanciones estadounidenses con desdén. No es así esta vez.
El anuncio del gobierno del presidente Donald Trump de restricciones a las exportaciones en respuesta a denuncias de que Moscú envenenó a un exespía ruso en Gran Bretaña con un agente neurotóxico provocó la caída del rublo a su nivel más bajo en dos años. Si bien las sanciones iniciales podrían tener un impacto limitado, una segunda tanda en los próximos meses podría significar un golpe duro a la economía rusa y deteriorar peligrosamente unas relaciones ya tensas.
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Si se amplían las sanciones para abarcar a los principales bancos estatales rusos, congelando sus transacciones en dólares –como propone un proyecto de ley presentado este mes en el Senado — ello equivaldría a una “declaración de guerra económica”, dijo el primer ministro ruso Dmitry Medvedev el viernes.
Sería el fin de las esperanzas de Trump de mejorar las relaciones con Moscú.
Bajo su presidencia, Estados Unidos ha impuesto una serie de sanciones a Rusia por abusos a los derechos humanos, injerencia en las elecciones estadounidenses y la agresión militar en Ucrania y Siria.
Pero la mayoría de estas medidas afectan a funcionarios rusos y socios del presidente Vladimir Putin, no a sectores económicos amplios. La Unión Europea, que tiene más comercio y negocios con Rusia que Estados Unidos, ha impuesto restricciones más severas.
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Las sanciones anunciadas por Washington esta semana podrían empezar a modificar la ecuación. Éstas responden a la ley estadounidense sobre armas químicas desde que se determinó formalmente que Rusia empleó el agente neurotóxico novichok para envenenar al exespía Serguei Skripal y su hija en la ciudad inglesa de Salisbury en marzo.
La primera tanda, prevista para entrar en vigencia el 22 de agosto, denegará licencias de exportación a Rusia de muchos productos relacionados con la seguridad nacional. Las sanciones vigentes ya prohíben la exportación de una amplia variedad artículos militares y de seguridad, pero la prohibición se extenderá a turbinas a gas, equipos electrónicos y equipos de calibración que hasta ahora requerían autorización caso por caso. El Departamento de Estado dijo que esto podría afectar transacciones por valor de cientos de millones de dólares.
“Es un paso importante, pero no abrumador”, dijo Daniel Fried, quien fue el principal coordinador para las medidas de sanciones hasta su retiro el año pasado.
El verdadero golpe podría llegar en tres meses.
Rusia tiene plazo de 90 días para “brindar seguridades” de que no usará armas químicas en el futuro, sujeto a inspecciones. Si Moscú no cumple, Trump deberá aplicar una segunda tanda de sanciones, tomando al menos tres de un menú de opciones: oponerse a la asistencia de bancos multilaterales a Rusia; restricciones amplias sobre exportaciones e importaciones; degradación de las relaciones diplomáticas; retiro de derechos de aterrizaje al transporte aéreo; prohibir a los bancos estadounidenses conceder préstamos al gobierno ruso.