SUTHERLAND SPRINGS, Texas, EE.UU. — Es una pequeña iglesia de paredes blancas ubicada en un humilde pueblo rural de Texas, y los feligreses la exhiben con orgullo como el corazón de su comunidad. Pero fue allí donde un hombre armado entró a balazos, matando a por lo menos 26 personas e hiriendo a unas 20.
El pastor Frank Pomeroy solía subir sus sermones a YouTube, y el último fue hace una semana, uno en que trataba de explicar que hay que respetar la voluntad de Dios. Su hija fue una de las víctimas del tiroteo el domingo.
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El lunes la iglesia First Baptist Church en Sutherland Springs, Texas, estaba rodeada de policías y detectives, locales y federales.
Regina Rodríguez se acercó al perímetro policial unas horas después de la tragedia y se abrazó con una vecina.
Su padre, Richard Rodríguez, de 51 años, asiste a la iglesia “todos los domingos”, afirmó la mujer. Hasta ahora no ha podido encontrar a su padre.
La mujer teme que ha ocurrido lo peor. “Creo que acabo de perder a mi padre”.
Nick Uhlig, de 34 años, es miembro de la congregación, pero este domingo no fue a la iglesia. Su prima Crystal Holcombe y los suegros de ella, Karla y Bryan Holcombe, estaban entre los fallecidos. Crystal Holcombe tenía ocho meses de embarazo.
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“Alguien simplemente entró y empezó a disparar”, expresó, cabizbajo mientras fumaba un cigarrillo.
Henry Cuellar, un legislador demócrata local, dijo en un comunicado que en la estación de bomberos cercana realizó numerosos mítines de recaudación de fondos y “básicamente todos los residentes de la zona venían a apoyar a los voluntarios”.
“Los vecinos de Sutherland Springs son un ejemplo tan bueno como cualquiera del buen carácter de los tejanos, del buen carácter de los estadounidenses”, afirmó Cuellar.