Las declaraciones cargadas de racismo del presidente Donald Trump sobre la violencia en un mitin neonazi han sacado a la luz las dudas de algunos republicanos sobre su competencia y temperamento, en una insólita exteriorización de preocupaciones y quejas sobre un presidente en funciones de parte de su propio partido.
Además de las críticas expresadas esta semana por senadores republicanos otrora considerados aliados del mandatario, otro número amplio de republicanos influyentes han comenzado a manifestar sus graves preocupaciones sobre el estado de la presidencia de Trump.
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En entrevistas con reporteros de The Associated Press en nueve estados, 25 políticos republicanos, funcionarios del partido, asesores y donadores manifestaron su preocupación sobre si Trump tiene la autodisciplina y capacidad para gobernar con eficacia.
Eric Cantor, exlíder de la mayoría en la Cámara de Representantes, dijo que los republicanos dieron a entender esta semana que la postura de Trump sobre las protestas en Charlottesville “fue más allá de ser una simple distracción”.
Chip Lake, operador republicano en Georgia que no votó por Trump en las elecciones, planteó la posibilidad de que el presidente deje el cargo antes de que concluya su periodo.
“Es imposible ver un escenario en el que esta situación sea sostenible durante un periodo de cuatro años”, afirmó Lake.
El manejo que hizo Trump de las protestas en Charlottesville, Virginia, ha sacudido su presidencia como ninguna de las otras crisis creadas por él mismo que han agitado a la Casa Blanca en los siete meses que lleva en el cargo.
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Varios líderes empresariales se retiraron de consejos de la Casa Blanca, temerosos de ser relacionados con el mandatario. También líderes militares se distanciaron de la afirmación de Trump de que “ambos bandos” _los supremacistas blancos y los contramanifestantes_ eran responsables de los hechos de violencia en los que murió una mujer. Y algunos miembros del propio personal de Trump se indignaron ante la aseveración combativa del presidente de que había “personas excelentes” entre quienes marcharon con los supremacistas blancos, los neonazis y los miembros del Ku Klux Klan.
Algo que es importante destacar es que los republicanos entrevistados no apoyaron ningún plan de acción ni un rompimiento organizado con el presidente. Algunos manifestaron su esperanza de que la reciente reorganización de asesores en la Casa Blanca pueda contribuir a que Trump recupere el control de su mensaje y de la agenda republicana.
Sin embargo, las declaraciones duras y directas de algunos republicanos marcan una nueva fase. Hasta ahora, en gran medida el partido había mantenido las expresiones sobre sus dudas más preocupantes con relación a Trump a conversaciones privadas a base de susurros, por miedo a distanciar a los partidarios leales del presidente y trastocar los objetivos de políticas republicanas que se busca alcanzar desde hace tiempo.