Por: John Leicester / The Associated Press
¿Qué podía salir mal?
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Estaba a 122 metros (400 pies) de altura en la Torre Eiffel, con una versión en miniatura de París a mis pies. Y era mi turno de tirarme.
¡Qué susto!
La oportunidad de tirarse por un cable desde la torre más visitada del mundo, sin embargo, era algo demasiado bueno como para dejar pasar.
Sí, tenía un chaleco fuerte, bien atado. Y el cable de acero que iba desde el segundo piso de la torre hasta una pequeña plataforma a 800 metros (2600 pies) parecía tenso y sin óxido. Pero era un recorrido bien largo.
Mejor no pensar en ello. Me tiro y saco esto de la lista de cosas pendientes. Uno, dos, tres… y al vacío.
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Mis gritos de pavor impidieron que escuchase el atronador bombeo de mi corazón.
Qué sensación. No es tan emocionante como tirarse en paracaídas, pero le pasa cerca.
Después del susto inicial, quedó tiempo para que volviese a enamorarme de París: del tono grisáceo de sus techos y de sus monumentos espectaculares bajo un cielo azul y algunas nubes. Por allí, arriba de Montmartre, ¡la basílica del Sacre-Coeur! Más allá, la cúpula dorada de Les Invalides, donde está la tumba de Napoleón. Bañado por el sol, el río Sena brillaba como el diamante de un collar.
Pasé por encima de todos ellos. El cable emitía un crujido y la gente me alentaba al pasar por sobre ellos. ¡Gracias a todos!
El viaje duró aproximadamente un minuto y, según los organizadores, en determinado momento alcancé una velocidad de 100 kilómetros (60 millas) por hora. Pero todo transcurrió en un abrir y cerrar de ojos.
Lo primero que pensé cuando llegué fue, ¿puedo hacerlo de nuevo?
Jean-Luc Wong, estudiante parisino de 20 años, dijo que era lo mejor que había hecho en su vida, “algo que nunca olvidaré”. Ganó un concurso a través de Twitter y pudo tirarse por el cable. Otros se inscribieron en al portal del patrocinador, el agua gasificada Perrier, y tuvieron la suerte de ser sorteados.
“La adrenalina, la velocidad, el ambiente. Todo es fantástico”, señaló Wong. “Mete miedo, pero una vez que te tiraste, lo disfrutas Es increíble”.
Los organizadores dijeron que en el pasado hubo gente que se tiró con un cable desde el primer piso, a 57 metros (187 pies), pero esta fue la primera vez en que se tensó el cable desde el segundo piso, donde la sensación de vértigo es mucho más fuerte.
Hay gente que ha sido más osada todavía. Una pareja británica se tiró en paracaídas desde el piso más alto, a 276 metros (905 pies) en 1984. Algunas aventuras tuvieron un fin trágico. Franz Reichel, un sastre austríaco, se tiró desde el primer piso en 1912 para probar un paracaídas con forma de carpa que había inventado y se dice que murió del susto, antes de tocar tierra.
Me alegro de no haber pensado en él cuando llegó mi turno.
El cable comenzó a funcionar el lunes estará habilitado hasta el domingo. Se hacen 100 viajes diarios.