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Devoción a Fidel Castro es mayor en la provincia cubana

El oriente de Cuba, desde donde se irradió la guerrilla que encabezó Castro hasta su triunfo en 1959, es donde se observa el mayor fervor revolucionario, en gran medida por las políticas sociales que trajo la revolución.

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EL GUAYABO, Cuba – En la única calle de tierra de El Guayabo se construyeron un centenar de casas de cemento, un consultorio médico, una escuela primaria y un comedor para ancianos. También se plantó un pequeño bosque para honrar a Fidel Castro en su cumpleaños 76, que cuidan con esmero los vecinos.

Como decenas de poblados similares al este de la isla, los habitantes de El Guayabo salieron a despedir el cortejo del líder revolucionario que llevó a las zonas rurales del interior de Cuba programas de alfabetización y bienestar social. “Se lo debemos todo. No va a haber otro igual”, dijo a The Associated Press Rafael Toledo, de 71 años y dueño de una pequeña finca lechera en las inmediaciones de la comunidad ubicada a unos 20 kilómetros al oriente de Camagüey, por donde las cenizas de Castro pasaron el viernes. El oriente de Cuba, desde donde se irradió la guerrilla que encabezó Castro hasta su triunfo en 1959, es donde se observa el mayor fervor revolucionario, en gran medida por las políticas sociales que trajo la revolución. “El campo antes de la revolución no era como usted lo ve”, dijo Toledo. “Mis padres fueron arrendatarios, cortadores de caña, hacían lo que podían para sacar adelante a su familia de 12 hijos. No sabían ni firmar y cuando murieron estaban alfabetizados, tenían una casa buena con luz, televisión y frío (refrigerador)”. Fidel Castro, que nació en un pueblo del oriente de la isla, fue un hombre sensible al campo. En algunas ocasiones explicó que esto obedecía a su infancia en el latifundio de su padre en Birán, donde debía codearse con los hijos de los peones, muchos de ellos de origen haitiano y los más pobres entre los pobres. Cuando llegan a La Habana y se topan con autos clásicos de la década de 1950, escaso acceso a la tecnología y pocas construcciones nuevas, muchos extranjeros sienten una suerte de brinco al pasado. Una visita al interior del país muestra un paisaje de arados con bueyes, algunos tractores vetustos, coches de caballos y trabajadores con machete en bicicleta, pero gracias a Castro también policlínicos, bibliotecas populares con instructores de artes plásticas o danza y colegios preuniversitarios especializados. El Guayabo, por ejemplo, era antes de la revolución un latifundio con una fábrica de queso de una familia cubana que dejó la tierra y se marchó a Estados Unidos. Tras la llegada de Castro al poder el Estado redistribuyó la tierra, según contaron a AP algunos de sus habitantes. Luego vino la infraestructura de servicios sociales y las casas de cemento. Aunque la calidad de vida de la población mejoró, aún persisten muchas dificultades. En mayo de 1959 Castro proclamó la reforma agraria precisamente en el oriente cubano, en la Sierra Maestra, donde comenzó su lucha contra el dictador Fulgencio Batista. La norma prohibió el latifundio, estableció la entrega de tierra a quien la trabajara y creó cooperativas y granjas estatales. Para los críticos, sin embargo, lo que hizo el Estado fue monopolizar la tierra y provocó que la producción agrícola disminuyera al tener áreas extensas sin trabajar o descuidadas, al punto que el gobierno debió hacer cada año inversiones millonarias para comprar alimentos en el extranjero, sobre todo arroz, básico en la dieta cubana. “La zona central y oriental siempre fue fidelista”, comentó a AP Yudisleidy Borges. “La vida es más tranquila, más hospitalaria y familiar”, dijo la mujer que vive en la localidad de Santa Elena, en la provincia de Ciego de Avila. Raúl Castro, quien sucedió en el poder a su hermano Fidel, inició en 2010 un programa de entrega de tierras en usufructo a productores privados, aunque muchos se quejan de la falta de insumos y recursos para echar a andar el campo o el desorden que reina en el acopio estatal y sus dependencias, que provocan el desperdicio de la producción. Borges trata de sacar adelante una pequeña lechería junto a su esposo Julio César Camejo. Pero reconocen que las dificultades para conseguir los insumos golpean su proyecto. Los propios cubanos admiten las diferencias entre la capital y las zonas rurales. Aunque en el centro y oriente hay un mayor fervor revolucionario, el incremento de la escolaridad también ha desestimulado a los hijos de campesinos a seguir con la tradición de sus padres y en lugar de quedarse a trabajar en el campo varios prefieren emigrar. Entre la gente de la provincia no hay duda que la revolución de Castro los cambió. “Donde más se combatió por la revolución fue en el oriente”, dijo Daniel Ojeda, un profesor de educación física de 54 años en Camagüey, al centro oeste de la isla. “Y la gente pobre y discriminada fuimos los que nos beneficiamos”.

 

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