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Boricuas deambulan en las calles de Orlando


  Mientras gran parte de los puertorriqueños en Orlando, Florida, admiten experimentar un cambio favorable en los asuntos económicos, de salud y calidad de vida tras tomar la decisión de salir del país, a otros tantos la magia de Disney les ha caído más bien como un maleficio.   Y es que actualmente son muchos los boricuas que están afrontando situaciones de extrema pobreza en el centro de la Florida, que, en el peor de los casos, los lleva a las calles a pedir limosna, a dormir debajo de los puentes o a buscar refugios en albergues, incluso con hijos pequeños.   Betsy Franceschini, directora regional de la Administración de Asuntos Federales de Puerto Rico en la Florida (PRFAA), asegura que, a diferencia del pasado, cuando solo se veían estadounidenses deambulando en las calles de dicha ciudad, ahora se están viendo muchos más hispanos y muchas familias puertorriqueñas en esas condiciones.   “También hay muchos boricuas en los shelters (refugios). Hemos tenido familias que se quedan sin vivienda y las hemos tenido que referir allí, y, obviamente, como (estos centros) tienen cierta capacidad, tienen que estar allí a cierta hora, y, cuando se llena, pues ahí se acabó; quedan en la calle”, asegura Franceschini, quien con gran pesar admite que tenemos muchas familias boricuas pasando necesidades.   Ramón Rivera, del pueblo de Juana Díaz, es un vivo ejemplo de esta triste realidad. Rivera, quien lleva cinco años en Florida, confiesa a Metro que hace un año —tras quedar sin trabajo fijo— comenzó a pedir en las calles, principalmente en la Orange Blossom Trail (OBT), una céntrica avenida de la ciudad de Orlando, muy cercana al centro comercial Florida Mall.   Allí lo encontramos en horas de la mañana portando un pequeño cartón que lee “Homeless, please help (Deambulante, ayúdenme, por favor)”, que levanta hasta su pecho mientras zigzaguea entre los carros cuando la luz roja se lo permite.   Algunos de los que lo ven le dan dinero. Otros le gritan: “Vete a trabajar”, ya que, a simple vista, Rivera exhibe una condición física saludable y da a entender que puede sostener una conversación en inglés muy coherente.   En ese sentido, dice a Metro que ahora trabaja cuando le ofrecen —regularmente pintando—, y, cuando no, regresa a las calles a pedir a sabiendas de que un agente de la policía lo puede arrestar. Asegura que lo hace para poder sobrevivir, no para costearse vicios, ya que hace tiempo abandonó el mundo de las drogas y el alcohol que le hicieron gastar todos sus ahorros y, consecuentemente, dejarlo en la indigencia.   “Ya no bebo ni uso drogas. El dinero lo uso para comer, para vivir. Iba a trabajar con un tipo que quería pagarme 20 pesos al día y un sitio donde quedarme, y, como quería abusar, no lo cogí”, afirma Rivera, quien admitió consigue entre 30 a 50 dólares promedio pidiendo en la calle cada día y que hay ocasiones que ha ganado hasta 100 dólares.   “Cuando hago buen dinero, me quedo en un hotel para poder bañarme”, dice. “O sea, ¿no siempre duermes en la calle?”,preguntó este diario. “Casi siempre; pero no todos los días hago $100”, confiesa Rivera, destacando que comúnmente duerme debajo de los puentes o detrás de los negocios.   Cuando se le exhorta a regresar a Puerto Rico, Rivera responde: “Me quiero quedar aquí”, mientras admite que desconoce si su madre, sus hermanos y su hijo, que está en Pensilvania, saben de su situación.   Rivera es uno de muchos deambulantes que piden en esa avenida, en la que también se divisan personas de ascendencia hispana y afroamericana.   Aunque al presente la ciudad de Florida enfrenta una baja en el número de personas sin techo para esta época de invierno, se hacen más notables debido a que el clima relativamente cálido atrae a deambulantes de estados fríos.   Un informe del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos publicado este año develó que en 2013 la población de deambulantes en Florida es de 47,862, una baja de 13.2 % cuando se compara con 2012.   De esa cifra, el informe sostiene que 12,330 individuos y 7,340 familias viven en albergues o refugios, algunos de nacionalidad boricua, que, según Muffet Robinson, directora de comunicaciones y relaciones con la comunidad de la Coalición para Deambulantes del Centro de la Florida, o viajaron de algún estado de Estados Unidos, como Chicago o Nueva York, o salieron de Puerto Rico y, al no tener recursos para pagar por un techo, terminan en uno de estos hogares.   “Yo creo que las personas que vienen aquí de Puerto Rico o hasta del norte de Estados vienen porque creen que tenemos un buen clima, especialmente en el tiempo de invierno, siendo cálido y lindo, y asumen que pueden encontrar trabajo aquí. Pero el desempleo es bastante alto aquí, y la mayoría de los empleos disponibles son empleos de servicios industriales de salario mínimo”, sostiene Robinson, quien lleva más de una década en el centro.   Asegura que en la institución tienen personas de todo tipo, incluso con grados universitarios, “personas que simplemente están pasando por una crisis en su vida, sea por la economía, la falta de una casa a precio módico o por otras emergencias en sus vidas por las que han llegado al punto de perderlo todo y necesitan algún tipo de asistencia para poder encaminarse nuevamente a la independencia”. Sobre la población que acude el centro, 600 al día, Robinson sostiene que entre un 18 y 24 % son familias o individuos de origen hispano.   “Cuando ofrecemos estadísticas, solamente decimos si la persona es caucásica, si es afroamericano o si es de origen hispano, pero no separamos si la persona es puertorriqueña o cubana. Pero sí, como hay un porciento tan alto de puertorriqueños entrando a la Florida, particularmente en esta área, sería lógico pensar que un alto número de los clientes de origen hispano son de Puerto Rico”, puntualiza.

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