Crónica: Gobierno maquilla miseria de Haití con casas de colores

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Rosadas, verdes, azules, rojas. A la distancia, las miles de casas de colores brillantes lucen como una pintura. Pero desde allí no se puede ver el sufrimiento y los peligros que amenazan a los residentes del barrio de Jalousie, en la capital de Haití.

El gobierno dice que está gastando seis millones de dólares en mejorar el vecindario.

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El mes pasado, un estudio advirtió que este tugurio tendido sobre una colina, en el que viven entre 45 mil y 50 mil personas, se encuentra sobre una falla geológica secundaria.

“No solo hay una falla que atraviesa Jalousie, también existe un serio peligro de deslizamientos de lodo en el área”, explicó el geólogo Claude Prépetit, coautor de un nuevo estudio sismológico de Puerto Príncipe, en una conferencia de prensa.

Muchas de las pequeñas casas de Jalousie se construyeron del lado del monte de L’Hôpital, sobre terrenos muy empinados o en barrancos que operan como canales para el agua de lluvia.

Cada vez que llueve, cataratas de agua chorrean por las laderas, en las que oficialmente es ilegal construir o talar árboles. Sin vegetación que absorba la lluvia, el agua y el lodo pueden arrasar con personas, animales y hasta casas enteras.

Un documento del Ministerio de Ambiente observa que más de 1,300 viviendas deben trasladarse, porque amenazan a sus habitantes y a la gente que vive en la ciudad que se encuentra abajo. En 2012, el ministro Ronald Toussaint anunció planes para esas mudanzas pero, cuando los residentes implicados protestaron, intervino el presidente Michel Martelly, cancelando la iniciativa y destituyendo al ministro.

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Jalousie, uno de los muchos barrios hacinados e informales que rodean la capital haitiana, no tiene agua ni saneamiento. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el tamaño de las casas varía de ocho a 30 metros cuadrados y la densidad de población puede llegar a 1,800 personas por hectárea.

Las diminutas viviendas de hormigón dan de frente a comercios, restaurantes, hoteles y mansiones de Pétion-ville, una de las comunidades donde viven y trabajan profesionales y la elite de Haití. Los habitantes de Jalousie tienen que trepar todos los días estrechas escaleras para obtener agua, que luego cargan sobre sus cabezas. Cada cubo de 19 litros cuesta hasta 35 centavos de dólar y pesa unos 19 kilos.

El gobierno haitiano dice estar en proceso de gastar unos seis millones de dólares en Jalousie, pero no para reducir sus peligros o brindar servicios.

Lo que la administración está haciendo es para algunos “un trabajo de maquillaje”: pinta las viviendas en un proyecto que llama “Jalousie en colores”, como homenaje al artista haitiano Préfète Duffaut (1923-2012), que llenaba sus obras de casas de colores brillantes sobre las laderas.

La primera fase costó 1,2 millón de dólares y se completó a comienzos de este año, coincidiendo con la inauguración del Hotel Occidental Royal Oasis, de cinco estrellas, donde una habitación simple cuesta 175 dólares y una “suite junior”, más de 350. Dos noches en una suite equivalen a más de lo que la mayoría de los haitianos gana en un año.

El Oasis da de frente a Jalousie. La primera fase del proyecto incluía pintar mil casas para hacer la vista un poco más agradable, y presuntamente incluyó el “reforzamiento” de algunas viviendas, aunque ninguno de 25 beneficiarios entrevistados por la agencia HGW dijo que su casa hubiera recibido más que pintura.

“La fase dos será aún mayor”, dijo el primer ministro Laurent Lamothe a una pequeña multitud reunida en una cancha de fútbol en la inauguración. Según Lamothe, costará cinco millones de dólares .

El jerarca dijo que se pintarán tres mil casas más, y que la cancha de fútbol tendrá nuevas tribunas, vestuarios y césped sintético. También prometió una calle asfaltada de 1,2 kilómetro y la mejora de 2,8 kilómetros de callejones.

Pero mientras Lamothe se deshacía en elogios al proyecto, una veintena de manifestantes con carteles, gritaban: “¡Queremos agua! ¡No tenemos agua!”, “¡Escuelas!” y “¡Necesitamos una clínica!”.

El primer ministro les pidió “paciencia” y agregó que “abordaremos todos los problemas poco a poco, pero ustedes saben que tienen muchas dificultades y estamos intentando hacer mucho con pocos medios”.

Otra mano de pintura no es la prioridad para los habitantes de Jalousie, según una miniencuesta que hizo HGW. Ante la consulta de qué es lo más necesario, 24 de 25 personas dijeron que querían escuelas para sus hijos, y la cuarta parte agregó que querían mejor acceso al agua.

Por lo menos una residente -quien, como la mayoría de los entrevistados por HGW, dijo que prefería no revelar su identidad- ya no tiene paciencia.

“Lo que necesitamos es agua y electricidad”, dijo una mujer que vive en una pequeña casa junto con otras 11 personas, entre ellas dos niños que no asisten a la escuela.

Ninguno de los entrevistados a los que les pintaron las casas dijo haber sido consultado, ni siquiera sobre la elección de los colores.

Lavando ropa a mano en su pequeño porche, una mujer dijo que no estaba en su vivienda cuando se la pintaron, y que no está satisfecha. “Yo puedo pintar mi propia casa”, dijo. “Cuando llegué, vi un montón de manchas de salpicaduras de pintura en mi pared”.

Vistos de lejos, los colores resultan atractivos. Pero las casas que no miran al hotel siguen siendo de grises bloques de cemento. Incluso las que se beneficiaron sólo recibieron una pintura parcial de las paredes exteriores.

Un habitante de Jalousie, Sylvestre Telfort, opina igual que muchos: el proyecto busca cubrir este tugurio con una suerte de “maquillaje” porque está justo frente al Oasis y a otro hotel nuevo, el Best Western Premier.

En su sistio de Internet, el Oasis promete a sus clientes “una vista magnífica de la ciudad”. El Best Western, donde las habitaciones cuestan 150 dólares por noche, dice a sus futuros visitantes que el hotel está “ubicado en las hermosas colinas de Pétion-ville, un conocido y moderno suburbio de Puerto Príncipe”. 

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