En plena campaña mundial de vacunación contra el COVID-19, las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter dicen haber intensificado la lucha contra la desinformación que busca socavar la confianza en las vacunas… pero abundan los problemas.
Durante años las mismas plataformas permitieron que floreciera la propaganda antivacunas, lo que vuelve difícil acabar ahora con esos sentimientos. Adicionalmente, sus campañas para desarraigar otras clases de desinformación sobre el COVID-19 —con verificación de datos, rótulos de advertencia y otras medidas moderadas— han brillado por su lentitud.
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Por ejemplo, Twitter anunció este mes que borrará las mentiras peligrosas sobre las vacunas tal como ha hecho con otras teorías conspirativas y desinformación relacionadas con el COVID, pero desde abril de 2020 apenas ha eliminado un total de 8.400 tuits, una pequeña fracción de la avalancha de mentiras tiroteadas diariamente con usuarios con millones de seguidores, dicen los críticos.
“Mientras demoran en tomar medidas, se pierden vidas”, dijo Imran Ahmed, director de la organización no gubernamental Center for Countering Digital Hate (Centro para contrarrestar el odio digital). En diciembre, esta ONG halló que 59 millones de cuentas en las redes sociales siguen a los promotores de propaganda antivacunas, muchos de los cuales son megadifusores de desinformación de enorme popularidad.
Ante los intentos de reprimir la desinformación sobre las vacunas se alzan clamores contra la censura y algunos difusores recurren a tácticas tramposas para evitar el cierre.
“Es una situación difícil porque permitimos que se prolongara durante mucho tiempo”, dijo Jeanine Guidry, profesora de la Universidad Virginia Commonwealth que estudia las redes sociales y la información sobre la salud. “La gente que usa las redes sociales ha podido difundir lo que quiere durante casi una década”.
The Associated Press identificó más de una decena de páginas de Facebook y cuentas de Instagram, que en conjunto tienen millones de seguidores y que han difundido información falsa sobre la vacuna contra el COVID-19 o que han desalentado su uso. Algunas de estas páginas existen desde hace años.
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De las más de 15 páginas identificadas por NewsGuard, una empresa tecnológica que analiza la credibilidad de las páginas web, la mitad siguen activas en Facebook, según pudo comprobar la AP.
Una de esas páginas, The Truth About Cancer (La verdad sobre el cáncer), con más de un millón de seguidores en Facebook, difunde desde hace años sugerencias infundadas de que las vacunas pueden provocar autismo u otros daños a los cerebros infantiles. NewsGuard la identificó en noviembre como “megadifusora de desinformación sobre la vacuna contra el COVID-19”.
Recientemente la página dejó de publicar información sobre las vacunas y el coronavirus. Ahora indica a los usuarios que se suscriban a su hoja noticiosa y visiten su sitio web para evitar la supuesta “censura”.
Facebook dijo estar tomando “medidas agresivas para combatir la desinformación en nuestras apps al eliminar millones de notas sobre COVID-19 y las vacunas de Facebook e Instagram durante la pandemia”.
“Las investigaciones revelan que una de las mejores maneras de promover la aceptación de las vacunas es difundir información precisa y de confianza, por eso hemos conectado a 2.000 millones de personas a información de las autoridades de salud y lanzado una campaña global de información”, dijo la empresa en un comunicado.
Facebook prohibió la publicidad que desalienta el uso de vacunas y dijo que agregó advertencias a más de 167 millones de publicaciones sobre el COVID-19 gracias a su red de socios verificadores de datos. La propia AP es uno de los socios verificadores de datos de Facebook.
YouTube, que en general ha evitado la clase de vigilancia a las que están sometidas otras redes sociales a pesar de que también ha sido fuente de desinformación, dijo que eliminó más de 30.000 videos desde octubre, cuando empezó a prohibir las declaraciones falsas sobre las vacunas contra el COVID-19. Desde febrero de 2020 ha eliminado más de 800.000 videos relacionados con información peligrosa o engañosa sobre el coronavirus, dijo la vocera Elena Fernández.
Sin embargo, antes de la pandemia las redes sociales no se habían esforzado en eliminar la desinformación, dijo Andy Pattison, gerente de soluciones digitales de la Organización Mundial de la Salud. En 2019, cuando un brote de sarampión asolaba el noroeste de Estados Unidos y causaba decenas de muertes en la Samoa Estadounidense, Pattison rogaba a las grandes empresas tecnológicas que ajustaran las normas sobre desinformación relativa a las vacunas, que temía que agravarían el brote, pero fue en vano.
Apenas cuando se desató el azote del COVID-19 muchas de esas empresas empezaron a prestar oídos. Ahora se reúne todas las semanas con Facebook, Twitter y YouTube para analizar las tendencias en sus plataformas y las medidas a estudiar.
“Tratándose de la desinformación sobre vacunas, lo más frustrante es que existe desde hace años”, dijo Pattison.
Los blancos de esa represión suelen adaptarse con rapidez. Algunas cuentas recurren a términos mal escritos —como “vackseen” o “v@x”— para burlar los filtros automáticos y esquivar las prohibiciones (Las redes sociales dicen que son conscientes de ello). Otras optan por mensajes, imágenes o memes más sutiles para insinuar que las vacunas son inseguras o incluso letales.
“Cuando mueres después de vacunarte, mueres de todo menos por la vacuna”, dijo un meme en una cuenta de Instagram con más de 65.000 seguidores para insinuar que el gobierno estadounidense oculta las muertes causadas por la vacuna contra el COVID-19.
“Hay una diferencia muy sutil entre la libertad de expresión y la erosión de la ciencia”, dijo Pattison. Los difusores de desinformación “aprenden las reglas y se mueven en los bordes todo el tiempo”.