En la población Juchitán, al sur de México, brota el orgullo por los llamados “muxes”, el cual son aceptados como un tercer género. Se trata de personas nacidas con cuerpos masculinos, pero que no se identifican como hombres… y tampoco como mujeres.
Según reseñan algunos medios, los “muxes” existen desde hace siglos, un género heredado desde las épocas precolombinas. Algunos cumplen con los roles sociales de una mujer: limpian, cocinan, bordan y se visten como ellas. Incluso sostienen relaciones sexuales con hombres.
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Un análisis afirma que en Juchitán el 6% de los habitantes son “muxes”. No son considerados homosexuales, ni travestis ni transexuales, son un tercer género abiertamente aceptado. Ocupan además un papel importante en la cultura zapoteca.
Lukas Avendaño es un “muxe” del pueblo. “Nunca nos hemos visto obligados a preguntar: ¿somos más hombres o más mujeres? (…) Es difícil definir qué es un ’muxe’. Es cualquier persona que nació hombre pero no actúa de forma masculina”.
Poseen su propia identidad con estilos diferentes. Algunos utilizan vestidos bordados, pero otros llevan ropa masculina y muestran su género por medio del maquillaje. Incluso suelen cambiarse el nombre, así lo decidió “Felina”, quien antes se llamaba Ángel. “Hay hombres y mujeres y hay algo en medio. Eso es lo que soy”, dijo.
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La Palabra de Dios afirma en el libro de Génesis que el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer y ambos formarán una sola carne. Sin embargo, en la creencia de los “muxes” no existen las relaciones a largo plazo y no tienen permitido casarse. La orden es que deben quedarse con sus madres cuando envejezcan.
Pero también hay estatutos en la sexualidad. Marinella Miano Borruso, autora del artículo “Entre lo local y lo global: los muxe del siglo XXI”, reseña que para los zapotecas solo tienen significado los encuentros sexuales entre un muxe y un heterosexual. Las relaciones entre muxes o un hombre muxe y un gay no posee sentido.
