Un año después de haber perdido a su madre por causa de cáncer, y cuando aún el dolor de esa partida estaba a flor de piel, a Tania Cristina Robles Rodríguez le tocó enfrentar la dura prueba en carne propia.
En julio de 2016, le diagnosticaron cáncer en el seno izquierdo, exactamente el mismo dictamen que le arrebató la vida a su progenitora. Pero Tania estaba decidida a no permitir que el cáncer ganara la batalla esta vez.
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En la entrevista exclusiva con Metro, estuvo acompañada de sus gemelos Katalina Cristina y Maximiliano Ricardo, de nueve años de edad. Antes de llegar a la Fundación Susan G. Komen Puerto Rico en San Juan, donde fue el encuentro, estuvo junto a Katalina en la escuela en un evento especial. Luego de la entrevista, llevaría a Maximiliano a sus clases de soccer. Y es que ser mamá ha sido su mejor tratamiento de sanación.
“Yo soy una persona que desde chiquita tengo visualizaciones y yo toda la vida quería gemelos”, dijo, mientras hablaba de sus hijos. “Son mis motores, mi todo, la razón mía de vivir”.
“Durante mi tratamiento, he tenido visualizaciones, así que para mí es una señal de que esto no ha parado y que hay mucho más”, expresó Tania, quien se encuentra en los “late thirties”, como dijo.
Nunca sospechó, sin embargo, que pasaría por el proceso que ha atravesado durante los pasados años. Desde antes de su primer diagnóstico, Tania, quien se ha convertido en una de las portavoces de Susan G. Komen, cuidaba su alimentación y el buen estado físico.
“Sí tenía una carga de trabajo y soy madre soltera; empecé a tener dos negocios a la misma vez, dormía tres o cuatro horas y lo más que tenía era que estaba pasando por una agonía”, relató. En su proceso de descubrimiento y sanación, compartiendo con otras sobrevivientes, concluyó a partir de sus experiencias que las pacientes de cáncer en el seno izquierdo tenían en común mucho más que un tumor.
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“Para mí el seno izquierdo representa una madre profesional queriendo ser número uno en muchas cosas con muchas cargas emocionales y una mochila llena de rocas, y hay que soltar las rocas en el camino”, afirmó.
“Yo quiero cambiar mi camino para que mis hijos no tengan que pasar por esto mismo”, sostuvo Tania.
Sostenida por la fuerza que le emanaba principalmente de sus hijos, comenzó un intenso tratamiento de quimioterapia que se extendió hasta diciembre de aquel 2016.
“Cuando salgo de las quimioterapias, me dicen en los exámenes que está todo negativo, me hago la doble mastectomía y salen los nódulos todos negativos y lo peor que me pudieron haber dicho es que estaba cancer free (libre de cáncer)”, recordó entre risas, como dejando saber que no se trata de un reclamo a la vida, sino del aprendizaje en el camino.
“Cuando me dijeron que estaba cancer free, yo tenía que renovar mi contrato de plan médico y no lo hice en el periodo que debía, porque cuando uno termina quimioterapia es lo mismo que cuando estás trabajando mucho en algo y terminas, es como: ‘No me hablen de esto por ahora’. Después me puse a hacerme la reconstrucción de los senos, así que empecé a atrasar la radioterapia porque ‘No tengo cáncer’”, explicó.
Por distintas situaciones, Tania, además, se vio de nuevo envuelta en la ansiedad y el estrés que sufría antes de su primer diagnóstico. Para ella, lo anterior fue la combinación perfecta para que el cáncer apareciera nuevamente, esta vez metastásico. En agosto de 2017, descubrieron dos nuevos tumores en su cerebro, dando comienzo a un nuevo tratamiento de sanación, más que de la condición, de su interior.
Tania describió un proceso de introspección que la llevó a descubrir quién en verdad es, cuáles son sus anhelos, dónde pudo haber fallado, dónde se tenía que perdonar, qué realmente quería y necesitaba.
“Yo necesitaba refrescarme de nuevo, cuidarme, mimarme, identificar las cosas que me dieran paz, que me pudieran enfocar, que no todo es una ambición profesional. Tenemos vida y no la estamos viviendo”, expresó. “El ego está creciendo a tal nivel que ya es completamente aceptable que tenemos que enfocarnos en cuánto dinero tenemos que hacer, cuánto tenemos que crecer profesionalmente y no se está midiendo la felicidad de las personas, sino lo que tienen. Y ahí empecé yo a medir mi felicidad, qué es lo que a mí me da felicidad”, añadió.
En total, Tania ha vencido 10 tumores y hace un mes culminó nuevamente el tratamiento de quimioterapia. Se ve a sí misma como una persona que con su testimonio puede darles vida a otras personas, regalarles alegría y esperanza.
“Hace apenas tres semanas me acaban de hacer los exámenes y no tengo ni un solo tumor. Aquí una viva evidencia de que, aún con un metástasis, puedes vivir sin tumor en tu cuerpo”, afirmó, al tiempo que les habló a las madres que, como ella, enfrentan el cáncer.
“Para una mamá que acaba de descubrir que está pasando por un proceso de cáncer, qué mejor regalo que saber que tenemos el fruto de traer vida y que ellos nos pueden dar vida a nosotros. Tenemos motor para poder continuar viviendo, con fe, con esperanza”, compartió.
¿Es adecuado informar a los hijos sobre un diagnóstico de cáncer?
La Fundación Susan G. Komen, que ofrece apoyo a las pacientes de cáncer de seno y a sus familias, promueve que los niños y la familia sean parte del proceso de diagnóstico de las pacientes. De acuerdo con la directora ejecutiva de la Fundación en Puerto Rico, Amarilis Reyes Báez, dentro de lo que es el programa de ayuda de la organización, los programas incluyen apoyo emocional y psicológico para el cuidador, su esposo y los hijos.
“La edad idónea depende, porque no es lo mismo llevarle el mensaje a un niño de 5 años que a un niño de 12, que tal vez ha estado más familiarizado. En ese sentido, exhortamos a que utilicen el apoyo psicológico para el manejo de la información con los niños”, explicó.