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Durante el verano, muchos lugares de trabajo flexibilizan su código de vestimenta y permiten que sus empleados se vistan más casual. Lo que debemos recordar es que el 87 % de las personas en lo primero que se fijan es en la vestimenta, por lo cual, aunque casual, queremos asegurar mantener una buena impresión.
Cómo logramos una vestimenta casual que diga lo mejor de nosotros:
• Al estirar los brazos hacia abajo, la falda siempre debe ser más larga del dedo corazón. Si es más corta podrían pensar se nos quedó una pieza de ropa sin poner.
• Los mahones deben ser sin rotos o desgarres, incluyendo los ruedos. El que no sabe de moda podría pensar que nos quedamos enganchados en algún lugar y, por ende, se rompieron.
• El calor insoportable lo podemos combatir con mucha agua —no con tirantes, camisillas o escotes.
• Los zapatos de plástico y las sandalias de meter los dedos, siguen estando muy de moda para la playa y hacer diligencias, no para la oficina.
• Recordar que la ropa ceñida, muestra más nuestras imperfecciones y lucimos extraños cuando continuamente necesitamos pelear con la ropa para separarla de alguna parte del cuerpo.
• En ocasión de reuniones o visitas especiales, siempre debemos vestirnos similar al cliente y olvidar por ese día el verano casual.
• Por último, y no menos importante, asegura mirarte la parte de atrás de tu cuerpo para asegurar te ves igual de bien por delante, que por detrás.
El refrán muy bien lo dice: “El hábito no hace al monje, sin embargo, lo distingue”. Es importante decidir que queremos que nuestra vestimenta hable de nosotros —pues la gente a nuestro alrededor, en menos de cinco segundos e inconscientemente, llega a conclusiones sobre nuestro conocimiento, meticulosidad, organización, estilo de vida y toman decisiones, solo por nuestra vestimenta. Aseguremos siempre diga lo mejor posible y vamos a convertirla en elemento clave en nuestro éxito laboral y oportunidades futuras.
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