Muchas veces tememos a tomar la decisión incorrecta porque se nos enseño para siempre buscar seguridad. “Busca un trabajo que tenga sueldo seguro”, “piénsalo bien porque te puede salir mal”, “no confíes mucho porque la mano derecha te corta la izquierda”, “si te arriesgas te puede salir mal la jugada” … para nombrar algunos que escuché mientras crecía. Lo entiendo, es necesario pensar bien las cosas y tomar decisiones conscientes y responsables. Muchas de estas creencias están basadas en el miedo, en sistemas de sobrevivencia… pero ya no tenemos porque vivir así. Vivir en miedo nos apaga y nos paraliza. ¿Cuál es el precio de obsesionarse buscando seguridad? ¿Renunciar a tus sueños? No, gracias.
¿A quién buscas complacer? Muchas veces tomamos decisiones por complacer a otros, por encajar, por ser aceptados… pero quien pierde eres tú porque nadie más cargará con esa decisión. Cuando tomas decisiones por ti, es mucho más que eso. Es confiar en ti, en tu intuición y aprobar de tus deseos.
No creo que exista una decisión perfecta, simplemente distintos caminos… confío en que finalmente todos llegamos a donde tenemos que estar y cada tropiezo tiene un propósito en nuestra vida. Así de clichoso como suena, así de cierto. Cuando me pongo a pensar en mis tropiezos o en lo mal que lo pude haber pasado siempre agradezco porque, aunque quizás no lo entendía en aquel entonces, hoy reconozco que era necesario para mi crecimiento y para ser quien soy. Piénsalo, si la vida no te hubiera prácticamente obligado a tomar una decisión difícil, hacer un cambio… ¿donde estarías? No muchas personas buscan salir de su zona cómoda voluntariosamente.
No creo que la vida sea una línea recta que se rompe si tomas la decisión incorrecta, creo en que nuestra vida se va moldeando conforme a las decisiones que tomamos. Nuestra guía debería ser nuestra intuición, nuestro corazón y buscar que estén alineadas con nuestras metas. Confiando siempre que nuestras decisiones guiadas y apoyadas por Dios, tus ángeles y el Universo.