De ordinario, todos los jueves tengo asignado publicar una columna en este medio. Durante la semana hago una reflexión de cuáles son los temas que se discuten en el país y trato de comunicar mi posición sobre algunos de ellos en este tipo de formato. Mi único interés es que mis letras permitan que el país conozca mi posición sobre el tema de la manera más clara posible y aportar en la discusión seria de los temas que nos afectan como pueblo. A fin de cuentas, una vez electos, toda gestión que hagamos tiene que estar dirigida a atender las aspiraciones de la gente de todos los sectores.
El Jueves Santo es de mucho significado para la sociedad cristiana. Es la culminación de la cuaresma y el comienzo del triduo de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Fue la preparación para un proceso doloroso pero significativo para todos los cristianos.
Por eso, quiero aprovechar el día de hoy para invitar a la clase política a emular esta gran lección que nos da nuestro Señor Jesucristo. Preparémonos para los momentos álgidos y difíciles en donde el país necesitará de acciones genuinas que aunque no siempre serán del agrado de todos, sean producto de la determinación honesta de quien actúa. Los invito a utilizar este tiempo de reflexión para valorar nuestro entorno y reafirmar el amor por nuestra familia y reforzar la voluntad de trabajar por una mejor sociedad para todos y todas. El camino no siempre será fácil. De hecho, casi siempre las metas más nobles requieren decisiones firmes que a simple vista son muy poco apreciadas. Seamos fuertes pero sensibles a la dificultad que está pasando nuestro Puerto Rico. En esta semana de reflexión los invito a recalibrar nuestra mirada ajetreada y adormecida por la prisa diaria para convertirla en una sensible y compasiva que nos permita siempre colocar nuestras aspiraciones como país por encima de cualquier interés individual.