Luego del consabido escándalo del chat y los arrestos por corrupción en el Departamento de Educación y ASES, se gestó otro revuelo igual de descarado y perjudicial a los mejores intereses de nuestro pueblo.
Se trata del secuestro y la falta de voluntad del PNP de promover un proceso, sin mantos de secretividad y de cara al sol, que culminara en la designación de un secretario de Estado –y posterior gobernador– que represente, al menos mínimamente, los mejores intereses del país. No han aprendido nada de la lección contundente del pueblo que, bajo una sola voz, reclamó y forzó históricamente la renuncia de Ricky Rosselló.
PUBLICIDAD
Tras la nominación de Pedro Pierluisi para la secretaría de Estado, tanto el compañero senador Juan Dalmau como yo anunciamos nuestra férrea oposición, precisamente porque choca frontalmente con el bienestar del país. Pierluisi es sinónimo de la Junta de Control Fiscal, la pidió, la endosó y la promovió, siendo cómplice –junto a otros– de la más burda manifestación del colonialismo. Su acción lo convirtió en enemigo de los pensionados, la Universidad de Puerto Rico y de la clase trabajadora en general.
Estamos frente a una nominación que representa el traslado de los grandes intereses de la Milla de Oro a La Fortaleza, como la carbonera tóxica AES, varios planes médicos y otras compañías. Su función como cabildero de todos esos clientes lo coloca apoyando y defendiendo sus mismos intereses de espalda al país.
Por otro lado, su trayectoria choca frontalmente con los mejores intereses del pueblo. Recordemos que bajo el mandato de Luis Fortuño avaló la nefasta Ley 7, convirtiéndose en el verdugo de decenas de miles de trabajadores. Además, fue cómplice del enorme endeudamiento público de dicho gobierno mientras fungió como comisionado residente. Tan reciente como ayer, en este diario, expresó su voluntad de “establecer una relación productiva con la JCF” demostrando, una vez más, ser un lacayo, cómplice y socio de la Junta.
