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Opinión: Lo que el 2019 le depara a Trump

Lea la opinión de Alejandro Figueroa

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Al repasar la historia de los presidentes de Estados Unidos,  vemos que algunos tuvieron años desastrosos durante su mandato, enmarcados típicamente en escándalos que terminaron definiéndolos. Para Nixon fue en 1974, el año del escándalo de Watergate, que terminó con su renuncia. Para Clinton fue en 1998, el año del escándalo de Mónica, que culminó con un juicio de residenciamiento en el Senado.

Si nos dejamos llevar por lo que transcendió en 2018, el 2019 parece ser ese año para Trump; aunque aún no está claro si sobrevivirá, como Clinton, o si será forzado a renunciar, como Nixon.

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El peor año de Nixon fue como consecuencia de los crímenes cometidos en su esfuerzo de reelección de 1972, cuando los colaboradores de su campaña fueron atrapados entrando en la sede demócrata, y luego Nixon y otros conspiraron para detener la investigación y encubrir lo sucedido. Los eventos que llevaron a Clinton a un juicio de destitución en el Senado no tuvieron nada que ver con sus campañas políticas. Fueron transgresiones estrictamente personales: tuvo relaciones sexuales con una ayudante de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, y luego lo negó bajo juramento.

En el caso de Trump, los escándalos involucran tanto lo personal como lo político. Al momento, están encaminadas más de una docena de investigaciones federales y estatales centradas en Trump y en quienes trabajaron en su campaña electoral. También se enfrentará a investigaciones en el Congreso por parte de los demócratas. Es fácil perderse en los detalles de la investigación sobre posible colusión con Rusia y las declaraciones de culpabilidad de los asociados de Trump involucrados en una variedad de delitos, pero lo que se está desarrollando no es tan complicado: es un escándalo de corrupción con el potencial de ser el más grande en la historia de Estados Unidos.

Las consecuencias de la famosa reunión en Trump Tower, donde Don Jr., Jared Kushner y el jefe de campaña Paul Manafort se reunieron con un agente ruso que ofrecía ayuda en la elección podrían resultar mucho más costosas que Watergate. Y las consecuencias de las andanzas sexuales de Trump también podrían ser peores que las de Clinton, si se determina que violó las leyes de financiamiento de campañas al tratar de comprar el silencio de las mujeres con las que se acostó.

Sin embargo, hay muchas similitudes entre los problemas de Trump y los escándalos presidenciales anteriores. Tanto Nixon como Clinton enfrentaron acusaciones de obstrucción de la justicia. Ambos pagaron las consecuencias, no tanto por los actos cometidos, sino más bien por los intentos de encubrirlos. La obstrucción es también un foco de las investigaciones que enfrenta Trump. Para Trump, la posible obstrucción involucra sus esfuerzos por detener la investigación sobre la posible colaboración con los rusos y su despido del director del FBI James Comey.

Trump también enfrenta cargos potenciales con los que ni Nixon ni Clinton tuvieron que lidiar. La pregunta más importante es si la colaboración con los rusos fue un quid pro quo en el que Rusia ofreció ayudar a Trump a ganar las elecciones a cambio de que aliviara sus sanciones. Con mucha probabilidad, este año saldrá a relucir más información sobre lo que hizo Rusia durante la elección. Pero la gran pregunta seguirá siendo qué sabía la campaña de Trump y quién estaba exactamente al tanto de los detalles.

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Tanto Clinton como Nixon enfrentaron procesos dirigidos al residenciamiento. Aunque el Comité de los Jurídico de la Cámara de Representantes votó a favor del proceso de residenciamiento contra Nixon, la Cámara en pleno nunca votó, y el Senado nunca llevó a cabo el juicio político. Nixon renunció antes y fue rápidamente indultado por su sucesor, Gerald Ford, por los delitos que pudo haber cometido. Clinton fue acusado por la Cámara de Representantes y pasó a enfrentarse a un juicio en el Senado, que no alcanzó los dos tercios requeridos de los votos para la condena.

En el caso de Trump, sospecho que renunciará y obtendrá un perdón para él y sus hijos. Puede que eso no suceda hasta el 2020, pero podemos pronosticar, sin temor a equivocarnos, que el 2019, será el peor año de su vida.

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