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Opinión: Estadísticas y percepciones frívolas

Lea la opinión de Hiram Guadalupe

Los ciudadanos tenemos algo claro. No es tan fácil encerrarnos en el engaño que produce el juego de las estadísticas a las que aluden muchos funcionarios de gobierno para intentar proyectar que sus ejecutorias van por el camino del éxito.

Es patético ese tira y jala de números al que recurren los políticos para ensalzarse, queriendo hacer ver que sus acciones son efectivas, que están “trabajando” por sus constituyentes, como queriendo afirmar que todo va por buen camino.

En esa trampa de las estadísticas se hundió esta semana el comisionado de la Policía Municipal de San Juan, José Caldero, cuando insistió en que la actividad criminal en la ciudad capital iba en descenso y que, por tanto, las quejas que se vertían en reclamo de más acción policiaca y de estrategias efectivas de prevención del crimen no se fundamentaban.

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“Es un problema de percepción”, dijo el jefe de la Policía capitalina. Afianzó su expresión indicando que las estadísticas oficiales de la Policía de Puerto Rico atisban una baja incidencia en los crímenes que ocurren en San Juan.

Asimismo, como un canto responsorial, la alcaldesa del municipio, Carmen Yulín Cruz, repitió y reafirmó las expresiones de su subalterno.

Ambos abrazaron su respuesta en las estadísticas “oficiales” de los crímenes para reclamar que los delitos han bajado porque, simplemente, en lo que va de año se registran “menos” asesinatos en comparación con el año anterior. Hablaban, por ejemplo, de los homicidios y se elogian diciendo que hoy día hay menos casos informados frente al total contabilizado en 2017.

Nadie en su sano juicio puede estar conforme con ese alardeo. El problema del crimen, que no es exclusivo de la capital, es desde hace muchos años uno de los peores males de nuestra sociedad, afectando la paz y la convivencia ciudadana.

En la capital, y en todo Puerto Rico, los niveles de violencia aumentan y las cifras de muertes en las calles no cesa. La guerra por el control del mercado de la droga continua presente y es el detonante que provoca la mayoría de los asesinatos que se informan a diario.

Y en San Juan, la seguridad es un problema serio, muy serio. Como igual de serio también es la condición en que se encuentran sus calles, la crisis del alumbrado en las vías públicas, los problemas de ornato, el recogido de la basura y escombros, y la triste situación que presenciamos con el aumento de las personas sin hogar.

Quien reside en la capital, en cualquiera de sus sectores, sea en zonas urbanas o en los campos, puede extender la lista de los problemas que enfrentan las y los sanjuaneros y confirmar cómo en los últimos años se han incrementado, mucho antes del azote del huracán María.

Y si se examina bien, también se consignará que la solución a la inmensa mayoría de los problemas de la ciudad capital recae en manos del ayuntamiento, mas que del Gobierno central.

De vuelta al tema de la seguridad, y los conflictos que derivan de la violencia callejera, se trata de un problema que tiene que atenderse con estrategias que rebasan la intervención policiaca.

Cierto es que, en San Juan, como en todo Puerto Rico, se ha registrado una baja en el número de policías activos, lo que se suma a las deplorables condiciones laborales que sufren estos funcionarios públicos. En el caso de la capital, se escucha continuamente que a esos problemas se añade el abuso y la prepotencia con que se trata a los guardias municipales, generando una ola de descontento e inconformidad que se ha traducido en una gran merma de efectivos.

Pero más allá de la fuerza policiaca, la atención del problema de la seguridad requiere de otras estrategias. Acercarnos a atender —y entender— la inequidad social, que es lo mismo que hablar de pobreza, mala distribución de recursos e injusticia, áreas en las que radican las verdaderas raíces de la criminalidad y que, si no se atienden a tiempo nos sucumbirá. Hace falta más acción social; verdadera participación comunitaria.

Hay quienes podrán afirmar que no hay nada malo en los gritos de victoria que vociferan desde el ayuntamiento capitalino cuando juegan con los resultados estadísticos para fortalecer, artificialmente, la imagen pública del Gobierno municipal.

Otros dirán que, aprovechándose de la situación del crimen, la violencia y el descuido en la atención a las necesidades de las y los sanjuaneros, la oposición política se lanza en operativos mediáticos para capitalizar la crisis a su favor.

Mientras, el problema de la seguridad está ahí, presente todos los días, como también están las demás situaciones que enfrentan los parroquianos de San Juan.

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