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El FBI, Kavanaugh y el GOP

Lea la columna de Alejandro Figueroa

Salvo una revelación extraordinaria durante la vista de confirmación del Comité Judicial del Senado, Federal programada para ayer jueves, los senadores se dirigen hacia un voto de confirmación sobre el candidato a la Corte Suprema, Brett M. Kavanaugh, que pondrá a los miembros en una posición increíblemente incómoda.

Dos mujeres habrán presentado acusaciones graves de conducta sexual inapropiada por parte de Kavanaugh en su juventud, con una de ellas, Christine Blasey Ford, quien brindó detalles bajo juramento de una supuesta agresión sexual por parte del candidato. Kavanaugh, por su parte, ha negado las acusaciones incondicionalmente y calificó de “difamación” el que hizo un antiguo compañero de clase de Yale.

El comité habrá escuchado solo a Ford y Kavanaugh el jueves. Dadas las circunstancias, Ford dijo que no le contó a nadie sobre el asalto hasta hace unos seis años, cuando confió en un terapeuta. Es probable que el resultado sean dos versiones irreconciliables de un evento que tuvo lugar o no hace más de tres décadas.

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Eso no es gran cosa para los muchos demócratas del Senado, que decidieron hace mucho tiempo oponerse a Kavanaugh, un juez de apelación que es más conservador y más textualista que el jurista que reemplazaría, el juez retirado Anthony Kennedy, por lo que es visto como una amenaza al derecho al aborto, entre otras cosas. Casi todo el grupo de demócratas del Senado habría estado firmemente en la columna del “no”, incluso sin las denuncias de Ford y Deborah Ramírez.

Pero los republicanos están en una posición más delicada, políticamente. Por un lado, los votantes del núcleo republicano parecen estar enfurecidos por los ataques a Kavanaugh y castigarán a los republicanos si no es confirmado. Pero habiendo testificado Ford, los senadores que voten para confirmar al juez tendrán que argumentar que, simplemente, no le creyeron. Y no tendrán el beneficio de una investigación del FBI, o una investigación seria de ningún tipo, para apoyar su descubrimiento de que ella no era creíble.

¿Cómo se verá esto en la era del #MeToo? Después de todo, el movimiento ha hecho que el público sea mucho más consciente acerca de por qué los ataques sexuales no se denuncian y de lo difícil que es para las víctimas demostrar sus afirmaciones. Eso no quiere decir que cada persona que haga una acusación está diciendo la verdad, o que todos los acusados sean culpables. Pero los días de descartar las acusaciones diferidas y no corroboradas, definitivamente, han quedado atrás. Basta con ver la reacción de #WhyIDidntReport que abarrotó las redes sociales como respuesta a las expresiones del presidente Trump cuando sugirió que Ford, probablemente, mentía, dado que esperó tanto tiempo para hablar sobre el incidente.

Entonces, uno pensaría que a los republicanos les habría complacido que el FBI volviera a abrir la investigación sobre los antecedentes de Kavanaugh, y que hablara con más personas que podrían verificar o refutar las acusaciones en su contra. Es posible que el FBI no hubiese podido determinar de forma definitiva si eran verdaderas o falsas, pero si no encontrara a nadie que corroborara las afirmaciones, los senadores habrían tenido motivos mucho más firmes para decir que las pruebas contra Kavanaugh no fueron lo suficientemente fuertes como para rechazarlo. En otras palabras, tendrían argumentos más sólidos que solo su palabra y la de Ford (y la de Ramírez, si ella testifica, lo que no parece probable en este momento).

En cambio, el Partido Republicano está avanzando rápidamente, pensando que confirmar a Kavanaugh ayudará a los republicanos en noviembre. Tal vez, pero parece igualmente probable que una parte del electorado se desconcierte y decida votar en contra de los candidatos republicanos por la prisa de la mayoría republicana de lograr un voto a favor de Kavanaugh para que este ocupe su silla en la Corte Suprema, lo cual consolidaría la mayoría conservadora durante décadas.

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