Yo firmé la petición para que la Casa Blanca tomara acción en favor de la liberación en de Oscar López Rivera no porque lo conozca, porque simpatice con sus causas y muchísimo menos con lo que fueron sus métodos violentos de lucha por la independencia de Puerto Rico. Lo hice como una cosa estrictamente humanitaria, luego de más de tres décadas encarcelado y con cerca de 75 años de edad. Hasta el momento, López Rivera no ha hecho algo que me haga arrepentirme de haber firmado la petición de su excarcelación. Si tuviera hoy la petición de frente, volvería a firmarla. Sabía lo que él piensa, en lo que cree y que, de alguna u otra manera, al salir de la cárcel, continuaría su lucha por separar a Puerto Rico de Estados Unidos. Está en todo su derecho y, repito, mi firma no fue por algo político, fue estrictamente humanitario.
Ahora bien, no se puede negar que, si López Rivera era una figura polémica antes de su liberación, luego de la misma, se ha convertido en una mucho más polarizada, y me explico. Como mencioné en otra columna, antes de la excarcelación, una de las figuras que no se despegaba de López Rivera era la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz. Sus viajes a la cárcel, el acompañarlo de regreso a la isla, el party de bienvenida que le realizó, la oferta de trabajo que le hizo, el usar fondos públicos de los sanjuaneros para brindarle protección personal, entre otras cosas, la convirtieron en la figura política local que representaba a López Rivera y, por ende, sus causas. No soltaba a López Rivera ni en las cuestas. Luego de todo eso, unas mediciones de popularidad mostraron que la figura de Cruz iba barranco abajo. En las elecciones del 2012, la alcaldesa triunfó con 3 % de ventaja y hace ocho meses ganó en las elecciones con 8 %, un aumento de 5 puntos. No obstante, sus niveles de desaprobación aumentaron a casi un 50 %, casualmente luego de su protagonismo en la liberación de López Rivera.
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Aunque la alcaldesa jura que no le importan los números de las encuestas, su comportamiento demuestra lo contrario. Luego de eso, dejó solo a Oscar López y no volvió a aparecer junto a él ante los medios de comunicación, ni siquiera en el Desfile Puertorriqueño de Nueva York. ¿La ha visto por Peñuelas en estos días? Al menos yo no la he visto. Quizás se dé la vuelta luego de leer este escrito.
La semana pasada, López Rivera arribó a Peñuelas para participar en las manifestaciones contra el depósito de Agremax (ceniza solidificada) en el vertedero del municipio. Son muchos los que creen que las situaciones que ocurren en comunidades como estas son utilizadas, como excusa, por el sector de izquierda para promover la independencia, y dichos sectores parecen dar la razón, convirtiendo luchas de preocupaciones genuinas en una causa política ideológica, lo que le hace perder adeptos de la ciudadanía en general a la causa. La lucha de Vieques era por el cáncer. Sin embargo, las expresiones de Rubén Berríos, en el sentido de que en ese momento se luchaba por la liberación de la Isla Nena y “mañana Puerto Rico”, validó la teoría de que los problemas de los viequenses era solo el camuflaje de la lucha por separar a Puerto Rico de Estados Unidos. Lo que comenzó como una solidaridad de pueblo fue convertido en una polarizada discusión que hizo perder adeptos a la lucha, aunque al final se lograra la salida de la Marina. Como muchos anticipaban, luego de sacar a la Marina de Vieques, los grupos de izquierda que lucharon se olvidarían de la Isla Nena y sus problemas. El tiempo les dio la razón. Vieques sufre hoy serios problemas sociales, de salud y económicos, y estos grupos ni se asoman por allí. Ya lograron su objetivo ideológico.
Igual ocurrió recientemente con la huelga de la Universidad de Puerto Rico. La simpatía inicial por la lucha de los estudiantes fue convertida en una política partidista e ideológica contra el partido de gobierno, lo que polarizó la lucha, le hizo perder adeptos, terminando la huelga sin lograr sus objetivos.
La causa de Peñuelas podría ir por el mismo camino con la aparición de López Rivera. “Si luchamos, vamos a triunfar. Necesitamos descolonizar nuestro espíritu… Sin lucha no hay victoria”, expresó el convicto por terrorismo. De inmediato se hizo sentir la polarización en las redes sociales y la cantidad de personas repensando su apoyo a los que se manifiestan en Peñuelas. Dirán que se refería a la lucha contra las cenizas, pero el utilizar la palabra “descolonizar” hizo saber la razón verdadera de su presencia allí: la descolonización de la isla rumbo a la independencia.
Sin duda, Oscar López es una figura más polarizada de lo que imaginaba, y al parecer lo que toca, ante la opinión pública, lo convierte en cenizas. Veremos si escala la teoría de que la lucha de Peñuelas la han convertido o no en una por la independencia.
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