Manifestaciones violentas en el Capitolio, vandalismo en la Milla de Oro, cierres de vías públicas. Eso fue lo que vivió el país la pasada semana. Así es: ¡en una sola semana! Escenas representativas de lo que es vivir en una anarquía, que es la ausencia de poder público, donde cada cual hace lo que le da la gana, sin ley, sin orden, o, como dicen en la calle, “algarete”.
¿Fueron estos episodios por los recortes de cerca de $700 millones en el área de la salud? ¡No! ¿Por recortes a los pensionados? ¡No! ¿Por posibles aumentos? ¡No! Fue por los recortes a la Universidad de Puerto Rico (UPR). La institución académica atiende algo que no lo hace el área de la salud, ni los pensionados, ni cualquier otra cosa. Forja hombres y mujeres de futuro, profesionales de primer orden, en fin, los que se encargarán de esta isla en los próximos años. No obstante, la Universidad de Puerto Rico, principalmente el Recinto de Río Piedras, también es un lugar de formación ideológica para luchas de izquierda. Pueden negarlo, patalear, decir que soy un sensacionalista, en fin, cualquier bobería. Sin embargo, no lo digo porque me lo dijeron, más bien porque lo viví en la década de los 90.
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Mentiría si digo que es la función principal de esta institución pública o que la mayoría de los profesores se dedican a intentar endoctrinar “terneritos” que están comenzando a pensar. No, no es lo que digo, pero tampoco se puede negar que dentro del sistema hay un sector que sí lo hace. Por eso, en mi opinión, la UPR es un centro de mucha importancia para los sectores de izquierda y sus luchas ideológicas, donde pueden formar mentes que eventualmente simpaticen con sus causas. Repito, no es que sea lo que ocurre principalmente allí, pero ocurre. No tienen que lograrlo con la mayoría, sino con los necesarios.
Obviamente, dirán que su lucha y actuaciones son por todos los recortes, pero analice usted cuándo ha salido en las últimas semanas en esa “lucha” que es para evitar el recorte de salud, pensiones y otros. No. Es por el recorte a la UPR. No hablan de buscar nuevos ingresos. La consigna es tirarse a la calle, vandalizar la Milla de Oro y que no se les toque.
El pasado lunes volvimos a ver la tragicomedia de las manifestaciones violentas en el Capitolio. Trágico ver hermanos puertorriqueños enfrentados de forma violenta. Una comedia escuchar justificaciones en el sentido de que los manifestantes están en su derecho de agredir policías y vandalizar propiedad pública y privada. ¡Ah! Es que los provocaron al cerrar el acceso a la Casa de las Leyes, cuando a lo que iban era a “cabildear”. Me perdonan, pero agradecería que alguien me explique cómo se “cabildea” con piedras, pintura y pepper spray en mano. Yo frecuento esa área y no es una donde usted va caminando y encuentra piedras sueltas. Tampoco hay una ferretería al lado. Las piedras y la pintura fueron transportadas desde otros lugares, y eso, creo, nos demuestra la intención, lo que podría ocurrir dentro del Capitolio.
Busque las manifestaciones anteriores. ¿Qué ha ocurrido cuando entran al Capitolio? Cristales rotos, área de la Constitución vandalizada, hasta en el hemiciclo se orinaron. No es un precedente, son varios, y la intención de cometer delitos está ahí. El jueves pasado, en el programa La contienda, de NotiUno 630, los comentaristas Ángel “Gary” Rodríguez y Jorge Colberg publicaron un audio de unos “talleres” de desobediencia civil que le dieron a un grupo de jóvenes de cara a próximas manifestaciones.
“Si usted ve que un periodista está grabando a un compañero que está haciendo una violación a la ley, yo les aconsejo que, simple y llanamente, se haga el pendejo y tape esa grabación”. Esta fue una de las recomendaciones. Obstruir el trabajo de la prensa si los graban violando la ley. Nada más con los testigos.
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En el año 2000 se llevó a cabo en la isla la manifestación más grande, que yo recuerde, por la paz de Vieques. No se limitó a eso. Fue una lucha de cientos de días y de decenas de puertorriqueños que cometieron desobediencia civil pacífica en los terrenos de la Marina en la Isla Nena dejándose arrestar y cumpliendo cárcel. Al final, la Marina salió. Es cierto que, luego de irse la Marina de allí todos los que marcharon y que cometieron desobediencia civil se olvidaron de los viequenses y sus problemas sociales, pero su propósito no era ese, era sacar la Marina y lo lograron, pero con desobediencia civil pacífica.
Hoy la intención es otra: desobediencia civil anárquica, y eso no podemos permitirlo. ¿Qué es lo próximo? ¿Quemar gomas y carros en el expreso? ¿Van a prender a la isla por las cuatro esquinas? ¿Usted los apoyaría? Yo no tengo la menor duda de que estos grupos buscan sangre. Me refiero a repetir las escenas que vimos en la huelga de la Telefónica, donde hubo macanazos y cabezas rajadas, con la esperanza de que el pueblo, de forma masiva, se tire a la calle a abrazar sus causas. Dudo que lo logren provocando con actos violentos, vandalizando, intentando tomar control de las autopistas e estableciendo un estado anárquico. Llamo a la reconsideración de este tipo de lucha porque a quien le hace daño no es al Gobierno, ni a la Junta de Control Fiscal, le hace daño, y mucho, a Puerto Rico.