Aun cuando esta sección del periódico Metro se titula y va dirigida a presentar al lector tres visiones “políticas”, hoy dedico este espacio a un tema sobre el cual no debe haber disenso. Por voz del personaje Cyrano de Bergerac, el dramaturgo francés Edmond Rostand transmite en su obra la siguiente gran verdad: “El amor es la pasión por la dicha del otro”. Y cuando esa pasión se traduce en acciones dirigidas al bienestar de terceros sin importar quién se lleve la gloria o el crédito, se puede decir con certeza que tenemos ante nosotros la demostración más fehaciente de lo que tantas veces explicamos como “vocación de servir”.
Son muchas las profesiones y ocupaciones que nacen de una particular vocación. Entre nuestros servidores públicos encontramos muchos ejemplos. Sin embargo, toda persona (vinculada o no con el andamiaje gubernamental) ha reconocido una o más veces en su vida que “el Gobierno no puede solo”; que la calidad de vida, la atención a las necesidades individuales de los residentes en la isla, el crecimiento personal y hasta el renacimiento de nuestras comunidades dependen del esfuerzo que pueda hacer cada uno de nosotros, independientemente de las iniciativas que promueva el Estado.
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Puerto Rico cuenta con muchas de esas grandes almas que Kalidasa describe como nubes, toda vez que “recogen para verter”. De la unión de estas nacen las entidades de base comunitaria, las organizaciones sin fines de lucro y los componentes de lo que hoy llamamos “el tercer sector”.
En ese mismo espíritu, el pasado miércoles, el honorable Ricardo Rosselló Nevares convirtió en figura de ley la Oficina para el Desarrollo Socioeconómico y Comunitario, adscrita a su oficina como gobernador, con el propósito de disminuir la burocracia en los procesos dirigidos a promover que “las comunidades puedan ser motor de su propio desarrollo”. De esta manera continuamos en la ruta que deja atrás el paternalismo gubernamental para transformarse en eficiente facilitador del progreso y bienestar general de nuestro pueblo.
La política pública de esta administración va dirigida a la transformación de nuestra sociedad, redoblando esfuerzos para alcanzar un Puerto Rico cada día más inclusivo donde vivamos bajo los principios de equidad y la máxima de que la defensa de los derechos de unos no se convierta jamás en el atropello de los de otros. No hay duda de que, en dicho proceso, los principales aliados del Gobierno son las organizaciones no gubernamentales que atienden en cuerpo, alma y corazón a los más vulnerables y necesitados.
Por lo anterior, en el Plan para Puerto Rico quedó expresamente plasmado nuestro interés en transferir “los programas que por su naturaleza o propósito estén mejor administrados y gerenciados” a quienes, sin el fin de lucro personal o corporativo, comparten nuestra visión y vocación de servir a nuestra gente. Juntos promoveremos el deseado y óptimo desarrollo socioeconómico de nuestro terruño, tomando en cuenta los activos de cada región a desarrollar y la realidad de cada sector, como aliados en la construcción del nuevo Puerto Rico.