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La cosa está mala

Lea la columna de Rafael Lenín López.

“La cosa está mala” era parte de la lírica del tema de reguetón que sonaba a todo volumen en la comitiva fúnebre desde la cual se disparaba al aire mientras pasaban frente a una escuela. Así se observa en el video divulgado esta semana y que ha provocado el coraje de todos nosotros.

“La cosa está mala” es una frase que podríamos escuchar en cualquier escenario pacífico, como la sala de nuestra casa o en el colmado del barrio. Pero escucharla en el epicentro del problema y proveniente de los cómplices de la violencia, es otro cantar. Plantea una enajenación alarmante y digna de un análisis sociológico.

Desde hace meses estamos viendo que la cosa se está poniendo peor en cuanto a la violencia callejera. Sin embargo, el repunte en la criminalidad parece haber sido descubierto esta semana con el video publicado, mostrando la consecuencia que tuvo un tiroteo en una escuela sanjuanera. Como papá de una niña que muy bien hubiera podido estar en un salón de clases similar, me dio mucho coraje ver la escena. Escuchar a niños llorando y aun, en su estado de indefensión, abrazándose los unos a los otros ante una amenaza a la vida le provoca la ira a cualquiera.  Solo pensaba en mi Lena de tres años debajo de ese escritorio, mientras uno o varios tipos, a unos metros de distancia, se creían los más machos sacando pistolas y disparando para demostrar su supremacía fantasiosa (de esas que vemos en las películas de Al Pacino) ante el Estado o sus enemigos de la calle. Estos tipos menosprecian la vida de los demás y con ellos no puede haber otro remedio que marginarlos de los ciudadanos que queremos convivir en paz.

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Ahora bien, cuidado con las reacciones apresuradas. Tenemos que evitar como colectivo repetir las estrategias trilladas que no producen resultados a largo plazo, más allá de titulares temporeros y falsas impresiones de firmeza. Recuerden la “mano dura” y reconozcamos que los criminales de hoy son los hijos o nietos de los que la vivieron de cerca en la década de los 90.

El episodio del lunes en la escuela de Vista Hermosa es, lamentablemente, la cotidianidad para muchas comunidades con serios problemas sociales. Los que vivimos en otras “burbujas” no somos capaces de verlo y entenderlo como debemos. Solo nos alarmamos cuando tenemos “suerte” y alguno de ellos, cómplices, victimarios o víctimas, deciden proyectarlo al mundo gracias a sus teléfonos móviles. 

Esa vida, donde los tiroteos, asesinatos y otros hechos a su alrededor son costumbre y “normales”, queda evidenciada cuando una maestra de esa escuela dijo, poco después de los disparos, que “los grandes reaccionaron mejor porque ya saben manejarlo”. ¿Cómo? ¿Cómo se practican los terremotos? ¡Ningún niño o joven de una escuela debe tener la necesidad de estar preparado para “manejar” en cualquier momento un tiroteo!

La violencia callejera tiene que parar ya, pero con las estrategias correctas. Tan poco se logra botando a la coronel como sugieren ya algunos.

La violencia hay que enfrentarla con un proyecto a largo plazo, donde la educación sea el eje central. A corto plazo, el Estado tiene que recurrir a las mismas comunidades en problemas para que sean sus líderes, con el apoyo lejano y vigilante del Gobierno, los que medien en los conflictos. Veamos el caso de Loíza.

Claro, otras tantas estrategias tienen que ir de la mano como un enfoque distinto al narcotráfico, el impulso a la economía logrando mejores oportunidades de empleo, eliminar el mantengo, combatir el ocio y realizar un monumental trabajo social ante miles de hogares disfuncionales.

La cosa seguirá mala si nos asustamos con los videítos de las redes sociales y lo primero que nos viene a la mente es botar a la coronel o activar la Guardia Nacional. La cosa está mala.

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