La Navidad nos mueve cosas. Por un lado, nos conecta con la esperanza, la alegría y la ilusión. Nos devuelve a la niñez por un ratito. Por el otro, nos revuelve las emociones, lo que puede llevarnos a tocar momentos de profunda tristeza ante la pérdida de los que amamos.
Todos los días, sin embargo, me encuentro con personas que han desarrollado la capacidad de disfrutar de estas fiestas a pesar de sus pérdidas. Estos ejemplos de vida llegan a recordarme siempre cómo la felicidad no tiene tanto que ver con aquello que nos ocurre como con la forma en que lo interpretamos y lo manejamos.
¿Cómo disfrutan las personas felices la Navidad a pesar de extrañar a aquellos que perdieron ya sea por muerte, separación amorosa o distancia geográfica? Reconocen, sobre todo, que el proceso de duelo, no importa por qué razón, es algo bien personal. Solo nosotros sabemos cómo nos sentimos y para qué estamos o no listos. Hay quienes escogen crear nuevas tradiciones para alejarse un poco de aquellas que compartían con esa otra persona y que así el proceso duela menos. Hay quienes, sin embargo, se sienten cómodos dando continuidad a lo que una vez disfrutaron con ese ser que no está.
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Si sientes deseos de cambiar tu rutina navideña, cámbiala, y, si no, celébrala como siempre, pero cuidado con el aislamiento. Abrirnos a nuevas oportunidades, amistades y experiencias es lo mejor que podemos hacer ante un proceso de transición emocional. Tampoco te pongas mucha presión. La vida se vive un día a la vez. Disfruta el momento pero descansa y date el permiso de llorar, gritar o patalear cuando sientas el deseo. Los sentimientos que no se tocan, no se sanan.
Esta será mi segunda Navidad sin bailar con papi y sé que nada nunca va a ser igual sin él. Pero también reconozco que, a pesar de que hay personas que siempre nos van a hacer falta, se aprende a vivir sin ellas. Por ahora, quiero que él, desde donde esté, se sienta feliz. ¡Bendiciones para todos en esta Navidad y nuevo año!
