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Al elector independiente

Lee la columna de Armando Valdés.

Admito que me equivoqué. Cuando surgieron las candidaturas independientes a la gobernación, les resté importancia y seriedad. Ahora, a cuatro días de las elecciones, su impacto y el efecto real que han tenido en la política puertorriqueña son innegables. En cualquier otro ciclo electoral en el que el candidato del PNP apenas alcanzara el favor del 40 % de los entrevistados en encuestas internas y externas, el candidato del PPD estaría encaminado a una victoria segura. Recordemos que, desde al menos el año 2000, en la papeleta estatal no ha habido siquiera 6 % de votos emitidos para candidatos que no militaran en uno de los dos partidos mayoritarios.

Este cambio en el panorama electoral del PPD ha obligado a la colectividad más antigua del país a responder al elector independiente o flotante como nunca antes. La decisión que tienen que tomar ahora es si deciden afianzar esos logros —hacer causa común con David Bernier— y, desde adentro del aparato político, lograr los cambios a los que aspiran.

Sé que esa decisión, la de prestarle el voto al candidato a la gobernación del Partido Popular, no es fácil. Sé que ustedes son conscientes de que sus candidatos —Lúgaro o Cidre— no ganarán. Y sé también que no están del todo seguros de que David Bernier tenga la voluntad y la fuerza para adelantar las transformaciones profundas que necesita nuestro país. Ante esa duda, están dispuestos a arriesgar una gobernación de Ricky Rosselló con tal de poder enviarles un mensaje contundente a las élites políticas.

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Respeto esa visión. Sin embargo, les pido que consideren lo que podrían ser esos próximos cuatro años a partir del comportamiento de Ricky Rosselló y David Bernier durante esta campaña.

Ricky Rosselló es un fanático ideológico, demostrado ayer en WKAQ cuando adjudicó que la causa de la masacre de tres menores inocentes a manos de su padre era la “condición colonial” de Puerto Rico Igualmente, se ha opuesto a la aprobación de la sección 245a, la que reemplazaría la sección 936, y fomentaría la inversión y la creación de empleos, porque resulta incompatible con la anexión. David Bernier, en cambio, ha dicho que, si bien habrá espacio para todas las ideologías, su prioridad será la creación de empleos.

Ricky Rosselló, solo en esta semana, defendió a Héctor O’Neill, acusado por una policía municipal de Guaynabo por acoso sexual y violación, y defendió al exalcalde de Salinas y hoy candidato al Senado por el distrito de Guayama, quien ha sido señalado, en informes de la Oficina de la Contralora, por malversación de fondos. Además, en las pasadas semanas, ha defendido, a brazo partido, a Eliezer Velázquez, exsuperintendente del Capitolio, a Jenniffer González, expresidenta de la Cámara, y a Thomas Rivera Schatz, todos vinculados al escandaloso robo de cerca de $3 millones en la Asamblea Legislativa el cuatrienio pasado. Bernier, en cambio, ha pedido la renuncia de personas dentro de su propio partido por la mera apariencia de conflictos éticos y puso su propia candidatura en jaque con tal de lograr su cometido.

La opción es clara. Ricky viene con exactamente el mismo equipo que, para citar su propia campaña, “gobernó y fracasó” junto al gobernador Luis Fortuño. Rivera Schatz volverá a ser presidente del Senado, con todo lo que eso implica. Y su obsesión por alcanzar la quimera anexionista estará por delante de cualquier otra prioridad, de tus empleos y hasta de la pulcritud en el servicio público.

Darle el poder a Ricky, con apenas un 40 % del electorado, es permitirle que ignore tu voluntad y la del 60 % de la población que no comparte su obsesión partidista. Es darle el poder a quién más representa la misma forma de hacer política en Puerto Rico. Unirte a la nueva mayoría que convoca Bernier es buscar que el movimiento que Lúgaro y Cidre han iniciado perdure más allá del 8 de noviembre.

Mi invitación: dale tu voto a Bernier y, desde el primer día, exígele que demuestre ser merecedor de esa confianza.

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