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Con el pompón en la mano

"El tú eres azul y yo soy rojo que lleva a la demencia, a pesar de que, mientras se pelean, allá, en las altas cúpulas del poder político, unos y otros se dan unos “palos” de esos que se dan con bebidas “espirituosas”.

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Los veo a diario en todas partes. Entusiasmadísimos. Con el verbo a flor de piel. El estribillo de campaña en la punta de la lengua, aderezado por los talking points que ya ha enviado su partido o su candidato. Alegres ellos, portando los pompones del chijí chijá, listos para atacar a quien cuestione y alabar al que asienta sin mayores miramientos. A veces listos para exhibir esa violencia irracional, fanática. Es que el país completo ha visto en las pasadas horas en esa patética escena en la que seguidores de dos partidos políticos se dan de arroz y de masa en una pelea cuyo único motor fue la diferencia política. El tú eres azul y yo soy rojo que lleva a la demencia, a pesar de que, mientras se pelean, allá, en las altas cúpulas del poder político, unos y otros se dan unos “palos” de esos que se dan con bebidas “espirituosas” y se ríen de lo que esas divisiones superficiales que crean entre sus seguidores son capaces de crear. Es la misma plaga que lleva a cuestas la culpa de nuestro caótico presente, pero que parece no darse cuenta de ello. Que exije cambios, pero tolera la inmovilidad siempre que venga de “los suyos”. Que pide “hacer las cosas de manera distinta”, pero —como muñequitos de trapo— se dejan zarandear por el que viste sus colores. Que exige el cuestionamiento al “otro”, pero reciente la pregunta al “suyo”.

El entusiasmo que exudan es contagioso. Sale así, sin mucho pujo, al menor esfuerzo. El problema es que, en demasiados de los casos, el entusiasmo no tiene bases racionales. Su zapata ha sido plantada en terreno movedizo. Tan blando como los cimientos del fanatismo en el que se levanta. Entonces, cuando llega la pregunta, la algarabía fanática hace una pausa. ¿Cuál es la idea de gobierno de su candidato que más le gusta? Cara de póker. ¿Conoce usted el historial de su candidato? Silencio; una pausa. Y ante la ausencia de contestación sube el pompón, y, si es necesario, el ataque o el insulto como salida de escape. A 14 días de las elecciones generales, ese apasionamiento irracional preocupa, sobre todo cuando a los seguidores de uno u otro candidato se les preguntan los porqués detrás de su decisión. Pocos son capaces de responder por qué votarán como lo harán. En este proceso electoral, más que nunca, conviene un voto informado. Es evidente que no todos los votantes piensan de la mimsa manera; pero es importante pensar. Está claro que no todos los electores tienen las mismas prioridades y expectativas sobre el desempeño de los oficiales electos con respecto al país; pero es preciso esperar algo. Exigirlo. Por eso conviene que, antes de votar, se prepare. Analice, edúquese, discrimine al usar su voto. ¿Tienen los candidatos con los que simpatizo soluciones o propuestas viables para los problemas que me aquejan? Y para obtener las respuestas no hay excusas. Organizaciones, como ABRE Puerto Rico (http://www.abrepr.org) y ¿Cómo vamos Puerto Rico?

(http://www.comovamospuertorico.com), han hecho un trabajo excelente recopilando datos sobre las posturas de los candidatos a la gobernación sobre asuntos de interés, propuestas, planes de gobierno, informes de ética o de la Oficina del Contralor, entre otras herramientas que le permitirán poder analizar a cada uno de los canidatos. Si busca las plataformas de los candidatos y partidos, puede encontrar en esos enlaces vínculos directos a las páginas oficiales de los aspirantes y los partidos inscritos. Y, si tiene dudas sobre cómo votar, practique cómo hacerlo. El portal practicatuvoto.com se lo permite, al poner a su disposición papeletas modelo, instrucciones y una plataforma que le dirá si la forma en que emite su voto daña o no su papeleta. ¡No renuncie a pensar! Demuestre su compromiso con el país y que su preocupación por el rumbo de la isla sea genuino. De lo contrario, será solo uno más de esos que se conforman con cargar el pompón pa’l chijí chijá que nos tiene en la quilla.

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