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Columna de Mariliana Torres: Lectura: herramienta indispensable

Escribir y leer van de la mano. Una persona que lee no cae en la ignorancia, y, si escribe bien, logra éxito profesional. Por ello, trato de inculcarle a María (nombre ficticio) que, cada vez que lea en una revista, periódico o en un sitio en la Internet que el chocolate es bueno para la salud, debe contrastar la información y buscar las fuentes informativas como si fuera una periodista. No puede seguir comprando barras de chocolate todos los días, porque va a terminar aumentando de peso, pero no mejorará su conocimiento ni su salud. Como tenemos confianza, le digo: “El chocolate amargo, el llamado dark, es el que supuestamente es mejor. No ese de caramelo con mil calorías”. María me contesta de mala manera y me dice que el periodista no indicó cuál era. A fin de cuentas, cada cual compra lo que quiere. Pero esta semana ya se ha comido tres barras y su ignorancia va en aumento.

La compra desmedida de María me hace reflexionar sobre la cantidad de personas que, movidos por información incorrecta, actúan sin pensarlo dos veces. Lo mismo ocurre cuando se publica información relacionada con la importancia del ejercicio. Leen que es bueno para la salud, pero no buscan las advertencias de que cada ser humano debe ir al médico para verificar si puede o no hacer ejercicios extremos. No todo lo que se escribe y se lee es correcto. Es una pena decirlo, porque alude a la credibilidad de los profesionales del periodismo. Pero no puedo defender lo indefendible, ni tampoco podemos generalizar. No todos cometen los horrores, ni tampoco toda la culpa es de los periodistas.

Con la llegada del periodismo digital, circula demasiada información incorrecta e incompleta. La información publicada que contenga esos errores imperdonables no debería ser publicada. Entonces, ¿quién tiene la culpa? Se le pasa la papa caliente al periodista, luego al editor y llega hasta el director, etcétera. Cada uno de nosotros debería cargar con un grado de responsabilidad, y esto incluye a todos los medios de comunicación. En la radio ni se diga. Leen como papagayos y le dan la entonación a lo incorrecto. En televisión escuchamos de todo: haiga, hubieron, que por quien, niños que comen árboles, conjugación de verbos en plural cuando deberían utilizar singular. Es lamentable, pero así como hablan así mismo escriben.

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El problema mayor que identifico en muchos periodistas nacientes y estudiantes aspirantes a comunicadores es que no tienen hábitos de lectura y, por ende, escriben mal. Muchos jóvenes son aceptados en la universidad sin tener conocimiento de lo que es un sujeto, verbo y predicado. ¿Cómo una persona puede aspirar a comunicar al mundo cuando no puede escribir una oración correcta? Tal parece que la deficiencia la arrastran desde los primeros grados escolares. Es un atraso al sistema de enseñanza universitario. No puedo entender cómo un periodista llega a una conferencia de prensa sin leer los periódicos o tener conocimiento del tema a tratar. Tampoco puedo entender cómo un estudiante aspirante a periodista no le gusta leer el periódico o un libro de historia.  Esto es sencillo: para poder escribir bien y hacer preguntas hay que leer.

La lectura promueve la reflexión y el conocimiento. Considero que es la práctica más importante de estudio. De hecho, nos hace mejores personas. Una sociedad se educa si puede acceder a libros porque tendrá la base para despertar el pensamiento crítico y exigir mejor calidad de vida. Una persona que lee evita ser engañada y manipulada. El que lee y escribe evita la pérdida de memoria y estimula su actividad cerebral.

Para que los periodistas puedan contar y escribir los acontecimientos de la sociedad deben estar informados. La clave para ello es la lectura y la interpretación. El trabajo de inculcar la lectura no se debe dejar solo a la universidad. Los padres deben promover la pasión por la lectura y sentarse a revisar lo que escriben sus hijos. Permitir que la lectura pase a un segundo y tercer plano es fomentar la incompetencia y la ignorancia.
 

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