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Columna de Alex Delgado: Resultado #DebateReal

El martes pasado se celebró el primer debate entre los preaspirantes a la gobernación del Partido Nuevo Progresista, Lcdo. Pedro Pierluisi y el Dr. Ricardo Rosselló. Un evento que queda en los libros de la historia política de Puerto Rico y que fue producido por NotiUno 630, Metro y Sistema TV.

Del saque, hay que reconocer que, a simple vista, sin profundizar en el contenido, el evento fue dominado por el Dr. Rosselló. Un dominio escénico impecable, muy bien preparado para comunicar su mensaje y disparar su ofensiva contra lo que un sector  considera la fortaleza de Pedro Pierluisi, que es su experiencia para tomar las riendas del país en su peor momento. A juzgar por el mensaje constante, repetitivo, de que él  tiene la credibilidad y la capacidad  para hacer lo que hay que hacer, se deduce que el Dr. Rosselló identificó y reconoció una posible debilidad: que la ciudadanía cuestiona si es el momento idóneo para darse el lujo de experimentar con una persona que “nunca ha manejado una organización compleja ni en la empresa privada ni en el Gobierno”.

Pierluisi también hizo bien su trabajo al ejecutar una ofensiva sobre la falta de experiencia y la capacidad de Rosselló para gobernar, poner en duda si Puerto Rico debe votar por un joven cuyo primer trabajo de envergadura y complejo sea dirigir a Puerto Rico, en un momento en el que un paso en falso significa impactar negativa y automáticamente a cerca de 3.5 millones de vidas.

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No obstante, la proyección inicial de Pierluisi fue muy mala, como si no tuviese ganas de ganar.

Rosselló proyectó hambre, deseo y energía. Demostró estar preparado para el contraataque espontáneo. Pierluisi pareció no prepararse y descansar en su idea y convicción de que Rosselló es un chamaquito que ni lo rasguñaría. Lo menospreció. Esa posición inicial de Pierluisi, hablando con los brazos hacia abajo y hombros caídos, no proyectó seguridad ni energía, amén de muchas equivocaciones verbales en palabras y líneas de pensamiento, lo que me indica que, en efecto, estaba algo sorprendido con lo que estaba viendo en Rosselló. El “chamaco”, embotellado o no, le vació propuestas e ideas y puso a Pierluisi a “fildear” para atrás. Rosselló sí demostró al país que puede pararse de frente a alguien de la altura de un congresista e intercambiar “jabs”. ¿Que solo puede hacerlo preparándose y ensayando? Eso no tiene mucho efecto a la hora del análisis de la gente común y corriente, de menor nivel académico o socioeconómico, que son los que mayormente participan en las primarias.

Ese es el análisis superficial del debate, la proyección y el manejo. Creo que Rosselló y su equipo están claros en lo que la mayoría del pueblo ha considerado a la hora de votar: ¿quién da más? De lo que no estoy muy seguro es si la gente de hoy, con esta crisis, piensa igual al pasado y compra todas la promesas sin analizar.  Algunas propuestas de Rosselló me parecieron muy buenas, aunque no necesariamente sean cosas novedosas. Con otras me rasqué la cabeza.

En el debate, Rosselló prometió pagar la deuda de sobre 70 billones sin ir a quiebra, aunque también habló de bajar el monto de dicha deuda renegociando. En este renglón, todo lo que está prometiendo depende de un segundo y un tercero: el Gobierno de Estados Unidos y los acreedores, por lo que, en ese sentido, dicha promesa está basada en algo de lo que no tiene control.

Prometió resolver “ahora” el problema de liquidez y la crisis del Gobierno. “Ahora” es un término mucho más corto que “a corto plazo”, por lo que la promesa es que resolverá en semanas o, como mucho, pocos meses ese asunto. ¿De verdad es un problema que se soluciona tan fácil y pronto? No estoy seguro. También prometió incentivos económicos (dinero) para diversos sectores, rehabilitar cinco millones de pies cuadrados en  propiedades para el Gobierno (que cuesta dinero), bajar el costo de los medicamentos a los ancianos, entre otras cosas.

Todo esto lo logrará bajando el IVU, sin tocar a los empleados públicos y reestructurando el Gobierno. Habló del presupuesto consolidado (25 billones aproximadamente) e indicó que, de esos, cuatro billones son el pago de la deuda y cerca de 6.2 billones para la parte operacional gubernamental. Que de los restantes 15 billones es que piensa recortar. Hay que tener cuidado en esa parte porque, dentro de eso, existe una cantidad sustancial de fondos federales que van a la ciudadanía de alguna forma y llegan por pareo.

El Dr. Rosselló aseguró que el pueblo ha visto que él tiene la capacidad para hacer los cambios en el Gobierno. No obstante, del único Rosselló que el pueblo ha evaluado o visto alguna capacidad es la de su padre, el Dr. Pedro Rosselló. Al preaspirante indicar que la ciudadanía ha visto su capacidad, supongo el mensaje al elector es que él tiene los genes para lograr los cambios y el pueblo lo ha visto en su apellido.

Por su parte, Pierluisi se dedicó más a indicar que él no va a prometer cosas que entienda no se pueden cumplir y advirtió que parte de los problemas de hoy son por promesas hechas en el pasado, que no se podían cumplir y que se realizaron a fuerza de marronazos, comprometiendo el dinero del futuro, dinero que no tenemos hoy.  A esto Rosselló contestó: “Se puede Pedro”, lo que representó un “déjà vu”. Probablemente se pueda; el problema es cómo, sin caer en lo que estamos hoy o por lo menos sin agravar la situación. Esa es la parte que le falta más detalle, más datos, propuesta métrica, con números proyectados.

Finalmente, al resumir, tenemos a un Rosselló vaciando una lista de promesas que requieren dinero y a un Pierlusi advirtiendo que se tenga cuidado ante lo que catalogó como una oferta de quincalla. ¿Qué quiere usted como elector? Con honestidad, veo muy difícil resolver de inmediato un problema de décadas, de falta de dinero, deudas hasta las narices, más prometer dinero a la gente, solo apostando a eficiencia en el Gobierno, algo que jamás se va a lograr a corto plazo, como quedó prometido. Pero el Dr. Rosselló tiene su plan, apuesta a que lo logra con dicho plan y es el pueblo el que comprará esas promesas o no. Ciertamente, proyectó tener una guía, contrario al comisionado Pierluisi, quien pareció entender en el debate que era un día de paseo.

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