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Columna de Alex Delgado: Junta de Control Fiscal, el gobierno y el tecato

Escucho constantemente una oposición, por parte de la clase política del país, a la posibilidad de que una junta de control fiscal del Gobierno federal tome control del desmadre que hemos creado en Puerto Rico y del malgasto que hoy sigue en el gobierno. Es natural que esa clase política resista renunciar fácilmente a seguir teniendo el control de la piquita, el poder de hacer y deshacer, salga el tiro por donde salga, y que resuelva el que venga. Eso es precisamente lo que nos tiene donde estamos hoy.

También hay figuras ligadas a la clase económica que se escuchan  haciendo campaña contra a la posible junta. Es comprensible, máxime cuando dependen de contratitos que tienen con el Gobierno y que se ven amenazados por un control externo que le pueda volar en cantos la iguala. Ciertamente, no son todos tampoco. Está el que se preocupa primero por su guiso, pero también está el que se preocupa por el impacto que pueda tener dicha junta en la economía general de la isla. Esos son los menos, aunque cuando usted le pregunta al que solo protege su finca privada, dice que su inquietud es Puerto Rico y la gente.

Nuestro gobierno, con rojos y azules, ha tenido los últimos 30 años para enderezar el malgasto, la botadera de dinero y no han hecho nada o quizá, en el mejor de los casos, muy poco. 30 años con el turno al bate, nos ponchamos en todas las entradas, ¿y hoy me dicen que confíe en la capacidad que tenemos como pueblo para llegar a consenso? ¿Cómo? La palabra consenso es una especie en peligro de extinción en nuestra clase política. Aquí piensan primero, segundo y tercero en cómo ganar las elecciones y el pueblo que se vaya al infierno. ¿No se creó un comité bipartita bajo la administración de Luis Fortuño para trabajar el lío del sistema de retiro y se quitaron del grupo los representantes del Partido Popular Democrático (PPD) porque estábamos a meses de las elecciones? Había dos posibilidades: iniciar los pasos para resolver la crisis entre todos en el comité y levantarse de la mesa dejando el embrollo a la administración del Partido Nuevo Progresista (PNP) para que se afectaran en las elecciones. Esos líderes del PPD escogieron la segunda, pensando en el evento electoral. Se le preguntaba al entonces senador y candidato popular a la gobernación, Alejandro García Padilla, si no debía involucrarse en las soluciones a corto plazo para enfrentar la crisis y contestaba que no, que para eso fueron elegidos los PNP en el 2008, que les tocaba a ellos resolver. Hoy pide todo lo conrario cuando es para ayudar a su administración.

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En esta administración, con crisis, siguen malgastando fondos públicos, en menor proporción porque no hay más dinero; porque si hubiese, les hago yo otro cuento. No hay voluntad en la clase política para llegar a consensos que resuelvan nuestros problemas y no la habrá.

Por todo eso yo sí creo en una junta de control fiscal del Gobierno federal, que ponga pa su número al Gobierno de Puerto Rico y a la clase política del país. Ciertamente, tampoco puede ser una junta de control pelá. Tiene que venir con herramientas, como ha dicho el economista Gustavo Vélez, que ayude a desarrollar la economía de Puerto Rico. Dialogaba hace unos días con él y planteaba que hay herramientas que se pueden desarrollar sin que el Gobierno de Estados Unidos tenga que meterse la mano en el bolsillo. Sin esas herramientas la junta, por sí sola, no va a lograr mucho. Sería como amputarle una pierna a un enfermo y no ponerle antibióticos, sedantes ni suero para que se cure.

Cortamos el crecimiento de la gangrena, pero no le pusimos los medicamentos ni las herramientas para sanar la herida. Por lo tanto, el paciente puede empeorar.

Esto que les voy a decir puede sonar fuerte, pero veo al Gobierno de Puerto Rico como una especie de tecato, adicto al malgasto, que se inyecta por las venas el dinero del pueblo y cada vez quiere más. En el caso del tecato, cuando no hay dinero para la droga, se mete en las casas ajenas a robar, asaltan, sin importar si esas víctimas sufren o no. Así mismo es el Gobierno. Cuando se le está acabando “la cura”, se mete en los bolsillos del pueblo para sacarle más dinero, sin importarle si están asfixiando a su víctima, en este caso, “primero la gente”.

Alguien tiene que ponerle la tapa al pomo y el Gobierno no lo va a hacer. Hace unas semanas encuestamos en Jugando pelota dura (Sistema TV) a dos municipios, en los que la inmensa mayoría respaldaba la junta de control fiscal federal. Me temo que ese es el sentir general en este momento.

Eso es sinónimo de que el pueblo no les cree a los políticos ni al gobierno, y han perdido la esperanza de que podamos rehabilitarnos por voluntad propia con una junta de control local en las que sus miembros puedan tener dedos amarrados con los partidos políticos. Esa clase política se ha buscado que nadie les crea. Por lo tanto, la junta de control fiscal del Gobierno federal es un mal necesario.

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