El escenario político en Estados Unidos, instalado en la división e inmerso en feroces enfrentamientos desde hace meses, vivió esta semana un nuevo episodio en la escalada de tensión.
Ocho paquetes explosivos -que podrían ser nueve si se confirma el recibido en el restaurante del actor Robert De Niro-, fueron enviados contra conocidas figuras demócratas, como el expresidente Barack Obama o Hillary Clinton, o personalidades que se perciben como críticas con el presidente Donald Trump.
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El primer paquete de todos fue encontrado en los suburbios de Nueva York en un buzón de la residencia de un magnate y filántropo de 88 años: George Soros.
En una carta enviada a The New York Times, su hijo Alexander Soros vinculó abiertamente los paquetes bomba con la práctica política de "demonizar al adversario".
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Y lo cierto es que Soros, un multimillonario de ideología liberal que aboga por un mundo "más abierto y equitativo", tiene muchos enemigos entre la derecha conservadora de Estados Unidos y también de otros países.
¿Quién es George Soros?
Soros nació en Hungría en 1930 y allí vivió durante la ocupación nazi en 1944 y 1945, cuando fueron asesinados más de 500.000 judíos húngaros.
El adolescente Soros y su familia judía lograron sobrevivir tras conseguir documentos de identidad falsos.
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Pero tras la ocupación soviética del país abandonó Budapest, en 1947, para instalarse en Londres, donde se graduó por la London School of Economics.
En 1956 emigró a Estados Unidos, entró en el mundo de las finanzas y lanzó su propio fondo de inversiones, que se hizo famoso por sus agresivas inversiones y sus movimientos especulativos a corto plazo en los mercados financieros globales.
Soros es también conocido como "el hombre que quebró al Banco de Inglaterra", tras ganar US$1.000 millones en un solo día con un ataque contra la libra esterlina, el miércoles 16 de septiembre de 1992 (desde entonces "miércoles negro").
En la actualidad ocupa el puesto 80 en la lista de hombres más ricos del planeta de la revista Forbes, con una fortuna personal valorada en US$8.300 millones tras donar US$18.000 a su fundación filantrópica.
Su historia de multimillonario hecho a sí mismo podría ser del agrado de la derecha conservadora.
Pero Soros es también un filántropo provocador y de ideas progresistas y pro libre mercado, y son su agenda política y sus ideas lo que lo ha puesto en el punto de mira de la derecha, siendo blanco de ataques y protagonista de diversas teorías de la conspiración.
Al contrario que Bill Gates, que se ha centrado en proyectos de salud pública y educación, Soros busca abiertamente el cambio político, lo que le ha granjeado críticas por interferencia en asuntos internos de los países.
"Algo cambió en 2016"
Su labor filantrópica está canalizada a través de Open Society Foundations, una red que abarca buena parte del planeta y que empezó en 1979 financiando becas a estudiantes negros durante el gobierno del apartheid en Sudáfrica.
Posteriormente se centró en promover la libertad de expresión durante los últimos años del comunismo y en financiar iniciativas para favorecer la transición a la democracia.
En su país natal, Hungría, Soros creó la Universidad Central Europea. En pie desde 1991 en Budapest, la universidad se mudará a Viena próximamente al no haber alcanzado un acuerdo con el gobierno de Viktor Orbán, el primer ministro nacionalista y conservador opuesto a las ideas liberales de Soros.
Nacionalizado estadounidense, el magnate no se ha mantenido al margen de los grandes debates sociales que dividen al país, sino más bien al contrario, financiando a grupos que apoyan el aborto o promueven los derechos de las minorías LGTBI.
Por todo esto Soros nunca ha gustado en los círculos más extremistas de la derecha estadounidense. Sin embargo, según su hijo Alexander, "algo cambió en 2016".
"Antes de eso, el veneno que recibía estaba en gran parte confinado a los márgenes extremistas, entre supremacistas blancos y nacionalistas que intentaban socavar las bases de la democracia", opinó.
"Pero con la campaña presidencial de Donald Trump, las cosas empeoraron".
"Alarido emocional"
Jack Kingston, republicano de Georgia y excongresista, admitió recientemente la respuesta biliar que provoca Soros en algunos círculos.
"Algunos nombres invocan un alarido emocional de las masas hambrientas, y él es uno de ellos", aseguró.
"La izquierda tiene los suyos. Él recibe ese tipo de siniestro, esto es, ese tipo de mito sobre él, que juega en las sombras. Quizás esto esté mal".
Recientemente, el senador republicano por Florida Matt Gaetz sugirió que Soros podría estar dando dinero a los migrantes hondureños para unirse a la caravana y lanzarse en aluvión contra la frontera estadounidense.
https://twitter.com/RepMattGaetz/status/1052629557826736129
A principios de mes, el propio presidente Trump relacionó a Soros con el incidente protagonizado por las dos mujeres que arrinconaron al senador Jeff Flake en un ascensor para cuestionarlo por su apoyo a Brett Kavanaugh, antes de que este fuera elegido juez de la Corte Suprema y en medio de un escándalo por un supuesto abuso sexual.
https://twitter.com/realDonaldTrump/status/1048196883464818688
Algunos sitúan el odio furibundo hacia Soros, sin embargo, mucho antes de Trump.
En un artículo en la página web de la cadena CBS, Jason Silverstein dice que "el desprecio a Soros se volvió frenético a principios de los 2000, cuando empezó a participar más en la política de Estados Unidos, sobre todo en contra del presidente George W. Bush".
Según Silverstein, Soros gastó más de US$27 millones en intentar evitar, sin éxito, que Bush fuera reelegido en 2004.
Soros ha sido acusado de todo tipo de cosas, entre ellas:
- de tener un plan para "islamizar" Europa
- de querer eliminar las vallas en las fronteras de Europa
- de controlar en la sombra a líderes políticos e instituciones de Estados Unidos
- de causar la crisis financiera asiática en 1997
Una campaña en la página de peticiones de la Casa Blanca pide que sea declarado "terrorista" y que se confisquen todos sus bienes por sus intentos de "desestabilizar" Estados Unidos.
La petición tiene 170.000 firmas.
Antisemitismo
Para algunos comentaristas, lo que subyace al odio a Soros es, directamente, antisemitismo.
Según Michael Barkun, profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad estadounidense de Siracusa y experto en derecha radical, no es necesariamente la influencia real de Soros lo que está detrás de la "fijación" con él que tiene la extrema derecha.
Soros, en cambio, cumple varios de los "estereotipos antisemitas" más extendidos, le dice Barkun a BBC Mundo.
"Es judío, nacido en el extranjero, financiero, rico, activo políticamente, o al menos tiene una agenda política", asegura el experto.
"Sus características sirven un estereotipo muy viejo antisemita: el del banquero judío internacional", afirma Barkun.
Y, además, aunque no se esconde, "no aparece en público muy a menudo, es relativamente poco conocido, por lo que es posible para la gente proyectar en él todo tipo de atributos y agendas".
Paradójicamente, Soros ha sido acusado también de ser nazi o colaborador.
En un intercambio de mensajes en Twitter con Chelsea Clinton, hija de Bill y Hillary, la cómica Roseanne Barr acusó falsamente a Soros de "traicionar a sus compañeros judíos para que fueran asesinados en los campos de concentración alemanes y robó su riqueza".
El tuit generó tanto escándalo que la cadena ABC canceló su programa.
David Neiwert, autor del libro "Alt-America: The Rise of the Radical Right in the Age of Trump" ("Alt-America, el auge de la derecha radical en la era de Trump"), coincide en que el antisemitismo juega un papel importante en los ataques contra Soros y cree que estos "reflejan un ataque mayor contra las instituciones democráticas".
"Gran parte de las razones tras estas teorías [de la conspiración] es inspirar miedo, la creencia de que la gente se enfrenta a fuerzas tan poderosas que no pueden hacer nada. Esto es de lo que trata el autoritarismo", le dice a BBC Mundo.
Soros, al menos hasta el incidente de esta semana, no parecía muy preocupado por nada de esto.
"Estoy orgulloso de mis enemigos", aseguró en una entrevista a The Washington Post este año. "Cuando veo todos los enemigos que tengo por todo el mundo, debo estar haciendo algo bien".
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