En las semanas previas y posteriores al 1 de octubre de 2017, España vivió una serie de acontecimientos que hicieron temblar los cimientos políticos del país.
La celebración del referendo por la independencia de Cataluña, que previamente había sido declarado ilegal y suspendido por el Tribunal Constitucional, marcó un punto de inflexión en un proceso que llevaba meses gestándose y cuyas consecuencias aún se sienten.
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El 1 de octubre, en una jornada de tensión y violencia, las fuerzas de seguridad del Estado intervinieron en numerosos puntos de votación y requisaron urnas.
Aquella actuación generó denuncias por uso desmedido de la fuerza. Más de 800 personas fueron atendidas aquel día por los servicios médicos, según el gobierno catalán.
Los resultados de la polémica consulta -que contó con un 43% de participación y sobre la que pesan denuncias de irregularidades- dejaron un 90% de votos a favor de la independencia.
La votación -considerada vinculante por el gobierno catalán- desencadenó un efecto dominó que llevó a una declaración unilateral y efímera de independencia, a la suspensión de la autonomía de Cataluña por parte del gobierno español, al cese del gobierno catalán y a la celebración de nuevas elecciones autonómicas el 20 de diciembre.
Un año después de aquellos días en que se sucedieron los hechos, BBC Mundo te cuenta qué sucedió después y cómo evolucionó la situación de Cataluña.
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1- ¿Realmente llegó Cataluña a ser independiente?
A la luz de los resultados del referendo, Carles Puigdemont, el entonces presidente de la Generalitat, declaró la independencia de Cataluña el 10 de octubre. Segundos después, suspendió sus efectos con la intención, aseguró, de emprender "un diálogo".
Sin embargo, 17 días después el Parlamento catalán -ante la falta de acuerdo entre los gobiernos de Barcelona y Madrid- aprobó la declaración de independencia en una sesión en que los partidos no independentistas se ausentaron al considerar que esa votación era ilegal.
Aquella misma tarde, el gobierno español, presidido por Mariano Rajoy, aplicó el artículo 155 de la Constitución, que le autorizaba a suspender la autonomía de Cataluña.
El gobierno catalán fue cesado y se convocaron elecciones anticipadas para el 20 de diciembre.
La declaración de independencia de Cataluña, por tanto, no llegó consumarse. Fuera de España, ningún país del mundo reconoció a la república catalana.
"Las declaraciones de independencia tuvieron un alto grado de declaraciones simbólicas sin efectos políticos: no se bajó la bandera española, no se ocuparon los recursos del Estado para apropiárselos para esta nueva república… Fueron declaraciones simbólicas", le dice a BBC Mundo Lluís Orriols, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Carlos III de Madrid.
2- ¿Qué significó la aplicación del artículo 155 y quién gobierna Cataluña ahora?
La aplicación del artículo 155 de la Constitución, adoptada el mismo día 27 de octubre, fue una medida sin precedentes en España.
"Esta es una cláusula excepcional de defensa de la Constitución y de la integridad del ordenamiento que recogen también otras constituciones", señala Argelia Queralt, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona.
"A efectos prácticos, supone que durante un tiempo, el Estado se queda parte de las competencias de la comunidad autónoma", añade en conversación con BBC Mundo.
Tras la activación del 155, las funciones de Carles Puigdemont como presidente de la Generalitat y de los miembros de su gobierno fueron asumidas por el gobierno de Madrid, que clausuró las delegaciones del gobierno catalán en el extranjero y otras instituciones relacionadas con el proceso independentista.
"Lo traumático de perder las instituciones generó una conmoción importantísima para la opinión pública catalana. Pero también es verdad que en criterios temporales fue un 155 de mínimos porque se convocaron elecciones inmediatamente después de su aplicación", le dice Orriols a BBC Mundo.
La suspensión del autogobierno se prolongó hasta el 2 de junio, cuando se levantó de manera automática tras la toma de posesión del nuevo gobierno catalán, salido de las elecciones anticipadas del 20 de diciembre.
Aunque en esos comicios el partido más votado, con un 25,37%, fue Ciudadanos, contrario a la independencia, el conjunto de fuerzas independentistas, con un 47,49% de los votos y 70 diputados de 135, mantuvo su mayoría en el parlamento catalán.
La formación del gobierno, sin embargo, se demoró seis meses.
Desde el 29 de octubre, Carles Puigdemont y otros miembros de su gobierno se encontraban en Bélgica, donde habían huido para no enfrentarse a los cargos que les imputó la justicia española.
Después de tratar sin éxito ser investido presidente de la Generalitat de manera telemática, otro miembro de su mismo partido, Joaquim Torra, fue el elegido en su lugar.
Y en junio, tras la retirada del 155, el control de la Generalitat pasó a manos de un nuevo gobierno independentista.
3- ¿En qué situación se encuentran líderes políticos que impulsaron el proceso de independencia?
Un año después del 1 de octubre, Carles Puigdemont, miembros de su gobierno y otros líderes independentistas se encuentran en prisión preventiva, fuera de España o en libertad condicional.
La justicia española los acusa de los delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos públicos.
Mientras que el expresidente de la Generalitat y otros políticos independentistas huyeron de España, otros, como el exvicepresidente Oriol Junqueras, comparecieron ante el juez y se encuentran en prisión preventiva o en libertad bajo fianza.
Esta es una de las cuestiones que más división y enfrentamiento suscita en estos momentos en Cataluña y en la política española.
Buena parte del movimiento independentista los ve como presos políticos y exiliados. Para otros son fugitivos y presuntos delincuentes.
"El encarcelamiento de los líderes que buscaban una independencia que finalmente no se produjo, creó un cortocircuito en la vida civil", cuenta Jordi Amat, colaborador del diario La Vanguardia de Barcelona y autor del libro "La conjura de los imbéciles", sobre el proceso soberanista catalán.
"Los cargos que se atribuyen a los presos encarcelados, socialmente en Cataluña se consideran mayoritariamente exagerados. Y eso está perpetuando una situación de anormalidad institucional", añade.
El periplo de Puigdemont por Europa desde su huida hace casi un año fue intenso. El 25 de marzo, el expresidente fue arrestado en Alemania como consecuencia de una orden de detención europea solicitada por España.
La justicia alemana desestimó los cargos de rebelión y sedición y ordenó su extradición por malversación de fondos. En cambio, el Tribunal Supremo español rechazó la entrega del político catalán por ese delito y mantuvo la orden de detención contra él en territorio español por rebelión y sedición.
En los próximos meses se espera que se abra el juicio contra Puigdemont y el resto de imputados en España.
En la actualidad, el expresidente catalán -quien en junio presentó en Bruselas una querella por prevaricación contra Pablo Llarena, el juez que lleva su causa en España- se encuentra en Bélgica.
"En esta cuestión de si hay presos políticos o no, entramos en el terreno de los grises. Está claro que estos políticos desde septiembre cruzaron la línea de la legalidad y cometieron actos que son susceptibles de que impliquen una violación del código penal. Otra cuestión es qué precepto del código penal se utiliza", indica el profesor Orriols.
"El de rebelión, que yo creo que no se sostiene por ningún lado, es el que justifica que haya una prisión preventiva. Si hubiese sido solo por malversación o desobediencia ahora todos estos presos estarían en sus casas esperando que hubiera un juicio. Luego veríamos si tienen razón o no", añade.
4 – ¿Existe un clima de tensión social en Cataluña?
"Hay elementos que nos llevan a pensar en una tensión, no en un conflicto, sino en una tensión que tiene que ver con la identidad. Como si hubiera comunidades nacionales que viven en Cataluña y que se han cerrado en sí mismas", considera Jordi Amat.
La existencia de estos diferentes "bloques identitarios" -unionistas e independentistas- no es nueva en Cataluña. Sin embargo, en el último año adquirió una forma diferente de manifestarse.
"Se ha generado una división que evita que las personas se relacionen normalmente: se han roto grupos de Whatsapp, hay cenas que ya no se hacen, amigos que no se reúnen, familias que prohíben tocar el tema…", afirma la profesora Queralt.
Uno de los elementos más visibles de esta división son los lazos amarillos y otros símbolos y mensajes de solidaridad y protesta contra el encarcelamiento de los políticos independentistas.
La colocación y retirada de estos elementos de lugares públicos se convirtió en una forma de expresar la posición política a favor o en contra de la independencia.
"En los últimos años, aunque en términos de opinión pública hay una clara división en torno a esta cuestión, solo el movimiento independentista usaba las calles como forma de demostrar su fortaleza. Y los favorables a la unión con España, seguramente porque ya forman parte de España y reivindicar en la calle el estatus quo es menos atractivo porque ya es lo que tienes, simplemente no se expresaban en la calle. Se expresaban en las urnas, pero no en la calle", explica Orriols.
"Esto ha cambiado en el último año. En los últimos meses han empezado a reivindicar las calles", añade.
5 – ¿Creció o disminuyó el apoyo a la independencia en Cataluña en el último año?
A lo largo del último año, las encuestas mostraron una oscilación en el apoyo a la independencia.
Sin embargo, en los últimos meses, esta cifra se fue equiparando a la de octubre de 2017.
Según el último sondeo realizado el pasado julio por el centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Cataluña, un 46,7% de los catalanes apoya la independencia de Cataluña frente a un 44,9% que la rechaza. El número de indecisos se sitúa en el 6,7.
En la segunda mitad de octubre de 2017, estos porcentajes eran de un 48,7, un 43,6 y un 6,5 respectivamente.
"En el último año en términos netos se me hace difícil buscar una conclusión. En algunos momentos hemos llegado a mínimos, a principios de año. Ahora está recuperándose y llegando a niveles similares a los de hace un año", asegura Orriols.
"A priori alguien podría pensar que después de las elecciones de diciembre y tras el fracaso de la vía unilateral y de no haber logrado la independencia, se podría haber generado un desaliento en el movimiento independentista. Mi sensación es que no ha entrado en crisis y creo que se debe en parte al sentimiento de agravio por los presos", comenta el politólogo.
6 – ¿Qué sucederá en un futuro próximo?
En los próximos meses, varios acontecimientos políticos y judiciales marcarán la situación de Cataluña.
La llegada al gobierno español del socialista Pedro Sánchez el pasado 18 de junio, tras ganar una moción de censura contra el conservador Mariano Rajoy, propició una nueva relación entre el gobierno catalán y el español. En julio, sus presidentes se reunieron en Madrid por primera vez en seis años.
Sin embargo, las posiciones entre Madrid y Barcelona son distantes, sobre todo en relación a una posible consulta pactada por la independencia.
Recientemente, Sánchez -quien gobierna en minoría y, si agota la legislatura, se enfrentará a unas elecciones generales en 2020- propuso la celebración de un "referendo por el autogobierno, no por la autodeterminación".
Aunque estas palabras fueron interpretadas como un intento de acercamiento a la Generalitat, falta por conocer cómo y cuándo se concretará esa idea y, en tal caso, de qué manera será recibida por el gobierno catalán.
"Va a ser muy difícil que en los próximos meses haya un cambio sustancial. Lo que sí sabemos es que a día de hoy, el presidente del gobierno español asume el problema no solo como un problema legal sino como un problema político. Y entiende que la resolución del problema pasa por votar", sugiere Amat.
El resultado del juicio a los líderes independentistas, apuntan los analistas, también condicionará la política catalana en los próximos meses.
"Yo creo que al final estaremos condenados a entendernos. Pero creo que nos esperan unos meses muy complicados. En octubre o noviembre parece que se celebrarán los juicios y eso es posible que vuelva a encender y a calentar los ánimos en el sector independentista de Cataluña", argumenta Queralt.
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