En el remoto poblado de Yar-Sale, en el norte de Siberia, vive un grupo de ancianas.
Antiguamente formaban parte de una comunidad nómada de pastores de renos. Hoy, en su vejez, pasan la mayor parte del tiempo en aislamiento, alejadas del mundo que amaban.
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Mientras que a los hombres se los alienta a permanecer dentro de la comunidad migrante y a retener sus roles sociales, a las mujeres por lo general se las hace a un lado, y se las deja solas para que lidien con los problemas que trae el envejecer.
El fotógrafo Oded Wagestein viajó hasta el poblado para reunirse con estas mujeres "olvidadas".
"Me tomó un vuelo, un viaje en tren de 60 horas desde Moscú, y conducir por siete agotadoras horas por un río congelado hasta llegar a reunirme con ellas", dice Wagestein.
"Me sorprendió la calidez con la que me recibieron en sus casas. Durante días nos sentamos a tomar té, mientras compartían conmigo sus historias, canciones de cuna y deseos".
"Compartían sus memorias distantes de paisajes blancos y rebaños de renos, añoranzas por sus padres y parejas que ya no estaban, y su gran sentimiento de frustración por sentir que sus vidas ya no tenían ningún propósito".
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Angelina Serotetto, 1942
Parte de una familia de mujeres chamanes, la madre de Angelina le enseñó a leer el futuro usando objetos sagrados de la naturaleza.
"¡Sí! Extraño esos días del pasado, pero trato de permanecer optimista. Veo todo con una mirada amorosa. Creo que aprendes a hacerlo cuando te haces mayor" .
Autipana Audi, 1941
A lo largo de su vida, Autipana sufrió varias pérdidas dolorosas.
Perdió a su marido, a su hijo y a su hija a causa de enfermedades y, hace un par de años, todo su rebaño murió de hambre durante una ola de frío.
Casi imposibilitada de caminar, pasa la mayor parte del día en cama, consciente de que ya no podrá volver a andar por ahí.
"Extraño los veranos, cuando salíamos a pescar. Extraño a mi familia y a los renos. Pero lo que más extraño es caminar. Caminar por la nieve".
Zinaida Evay, 1946
Casada durante muchos años, Zinaida recuerda el "hermoso vínculo lleno de amor y risas" que tuvo con su marido hasta su último día.
Ahora, vive en un departamento sola con sus gatos.
"Pero ahora ellos también son viejos", dice. "Lo único que me queda son las canciones de cuna que me canto a mí misma".
Pudani Audi, 1948
Al igual que sus ancestros que viajaron por los helados paisajes del norte de Siberia por miles de años, Pudani nació en la tundra y anda por allí desde que nació.
De adulta, fue pastora. Conducía a su precioso rebaño por uno de los ambientes más extremos de la Tierra.
Todavía sueña con andar por ahí, pero sin el apoyo de su comunidad, es poco probable que lo logre.
"Extraño la sensación de libertad y andar al aire libre, pero siento que ya cumplí con mi papel y que ya no me necesitan".
Liliya Yamkina, 1944
De niña, en la tundra, Liliya era la única de su clan que sabía leer.
Todavía recuerda lo importante que se sentía cuando les leía a los demás sus cartas o documentos formales.
Sin embargo, la importancia de sus habilidades para leer fue también la razón por la que su padre no la dejó ir a estudiar a la universidad para convertirse en maestra.
Ahora, en su departamento, escribe canciones de amor sobre la tundra y su sueño es publicarlas algún día en una revista.
"Cuando era joven, no entendía cabalmente la importancia de la tradición y la familia. ¡Discutía tanto con mis padres! Quería escaparme de mis raíces".
"Recuerdo cuánto me gustaba cuando me contaban cuentos tradicionales, todos reunidos alrededor de una fogata… Los extraño mucho".
Fotografías y entrevistas: Oded Wagenstein.
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