Sentada en una banca de madera astillada, la niña de 3 años se balancea entusiasmada. Sus sandalias apenas tocan el suelo mientras mira el programa de dibujos animados de las Tortugas Ninja.
Es difícil creer que Comfort es una bruja.
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Pero esa es la razón por la que ella y sus dos hermanos mayores ahora viven en un refugio de emergencia en la ciudad de Calabar, en el sureste de Nigeria.
Advertencia: Esta historia contiene material que puede herir sus sensibilidades.
Es apenas un sótano con una televisión y media docena de colchones viejos. La puerta está cerrada con llave casi todo el tiempo por la propia seguridad de los niños.
El refugio tenía el objetivo de ser una solución temporal, una escala hasta que los niños pudieran ser colocados con parientes lejanos.
Pero nadie quiere arriesgarse a llevar a los niños -que han sido acusados de brujos- a sus hogares.
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Cuando termina el programa, Comfort sale al exterior y se levanta la camisa para revelar una serie de cicatrices blancuzcas en su espalda.
Las marcas irregulares en su piel trazan el contorno de un machete al rojo vivo que un vecino usó para forzarla a "confesar".
Los nombres de todos los niños en esta historia fueron cambiados. Las fotografías fueron superpuestas con ilustraciones para proteger sus identidades.
Hacia la oscuridad
A principios de febrero, Comfort, su hermana Hope, de 15 años, y su hermano Godbless de 5, vivían con su abuela Christiana en la cercana ciudad de Akampka.
Los padres de los niños murieron súbitamente en circunstancias no explicadas y aunque esto hizo que Christiana se mostrara recelosa de los niños, aceptó llevárselos a vivir con ella.
La mujer había sido diagnosticada como VIH positiva y como no estaba tomando sus medicamentos antirretrovirales su salud estaba empeorando y cada vez estaba más delgada y frágil.
Después de culpar a los niños del deterioro en su salud, los llevó a la iglesia local para pedir consejo.
Allí, un autollamado profeta confirmó sus peores temores: los niños fueron catalogados de brujos.
Para Christiana esto explicó todo: la muerte de su hija y yerno, su propia enfermedad y la conducta revoltosa de los niños.
Poco después, un vecino llamado Rankin escuchó a Christiana acusando a los niños de haber cortado la cuerda del tendedero en el recinto familiar y culpando a la brujería por las acciones de sus nietos.
El vecino habló con Christiana para saber más sobre las acusaciones y al día siguiente regresó con un amigo.
"Comenzó a golpearnos diciéndonos que liberáramos a nuestra abuela del mundo de la brujería", cuenta Hope.
Los niños trataron de escapar pero rápidamente fueron alcanzados por los dos hombres y llevados a la casa del vecino.
Les ataron las manos y los pies y Rankin calentó un machete sobre carbones ardientes.
"Después nos preguntaron si éramos brujos", dice Hope en el refugio de Calabar. "Le dijimos que no".
"Entonces comenzaron a golpearnos con el machete caliente, desde la mañana hasta la tarde".
Y una y otra vez les pedían que confesaran.
"Finalmente dijimos que sí", relata Hope. "Entonces nos preguntaron si nosotros habíamos matado a nuestro padre y madre. Dijimos ’sí’".
Cuando visito la iglesia de paredes de barro donde los niños dicen que eran estigmatizados y golpeados, el profeta que según ellos los catalogó como brujos no está allí.
En su lugar encuentro al pastor Israel Ubi. Él alega que nadie en esa iglesia hace ese tipo de acusaciones o conduce ceremonias de liberación para exorcizar a brujos.
"Aquí no hay brujería", afirma.
Cuando lo presiono sobre el tema, reconoce que la iglesia sí trata con "espíritus y demonios marinos" que muchos en Delta del Níger creen que viven en y alrededor de los océanos, mares y ríos.
Fue el tío de los niños, Sunday, quien reportó el incidente del machete a la policía.
El conductor de taxi, quien dice que no cree en brujería, habla enojado del "profeta" que acusó a sus sobrinos.
"Como resultado de su salud, mi madre cree en las palabras (del ’profeta’). Los profetas… son criminales, son personas que destruyen la vida de la gente".
El estigma de niños como brujos es un fenómeno reciente en la región del Delta del Níger, que súbitamente estalló en los 1990.
Antes de eso, las ancianas eran los principales blancos de acusaciones de brujería.
Para 2008, se calculaba que 15.000 niños habían sido catalogados como brujos en los estados de Akwa Ibom y de Ríos Cross en el sureste.
Según investigaciones de esa época, los casos que fueron documentados incluían niños y bebés a quienes se les perforó la cabeza con clavos, se forzó a beber cemento, fueron quemados con fuego y ácido, envenenados e incluso enterrados vivos.
Vulnerables
Un informe separado de Unicef en 2010 muestra que son los niños más vulnerables, con discapacidades físicas o enfermedades como epilepsia, quienes son acusados.
Otros son estigmatizados por parecer retraídos, perezosos o revoltosos.
El código criminal de Nigeria prohíbe acusar, o incluso amenazar con acusar a alguien de brujería. Y la Ley de Derechos de los Niños de 2003 establece que es delito someter a un niño a tortura física o emocional, o someterlos a tratamiento inhumano o degradante.
Sin embargo, aunque esta legislación fue puesta en práctica a nivel nacional, los 36 estados del país todavía tienen que ratificarla formalmente. Esto no sólo les otorga a los estados responsabilidad exclusiva, también les permite crear leyes relevantes a sus situaciones específicas.
Solo un 75% de los estados nigerianos han adaptado la Ley de Derechos de los Niños a sus necesidades locales y, hasta ahora, sólo el estado de Akwa Ibom ha incluido provisiones específicas relativas al abuso de supuestos niños brujos. Su ley de 2008 establece que estigmatizar es un delito que lleva a una condena de cárcel de hasta 10 años.
Y a pesar de los esfuerzos, el estado de Río Cross todavía tiene que enmendar su propia versión de la legislación de 2009 específicamente para prohibir el delito.
Pero a pesar de los intentos para criminalizarla, el estigma por brujería continúa practicándose frente a las narices de los gobiernos estatales y de la policía de Akwa Ibom y Río Cross.
Oliver Orok, ministro de Desarrollo Sostenible y Seguridad Social del gobierno de Río Cross le dijo a la BBC que el ministerio estaba "trabajando asiduamente para eliminar estas prácticas".
"El gobierno del estado junto con Unicef y otros socios organizó una cumbre para deliberar sobre una enmienda de la ley para que incluya, entre otras cosas, el asunto de estigmatizar a los niños como brujos y sus consecuencias", afirma Orok.
Según el ministro ha habido un aumento en el apoyo para tratar el asunto y se ha otorgado dinero para construir un hogar para niños en riesgo.
Agrega que cuando se le informa al gobierno sobre algún caso, éste "se moviliza contra esas iglesias y sus profetas".
El abogado James Ibor argumenta que la policía está mal financiada y no está equipada para llevar a cabo este tipo de investigaciones.
"A menudo tenemos que presionar para llevar a cabo investigaciones", afirma. Ibor, que dirige una organización local en Calabar llamada Iniciativa de Consejos de Derechos Básicos (BCRI), que se especializa en casos legales sobre abuso de derechos infantiles, también dirige el refugio de emergencia donde Comfort y sus hermanos están viviendo.
Me cuenta sobre dos niños que fueron envenenados por su padre, que crecía que eran brujos.
Se declaró culpable, pero no hubo recursos para enviar muestras de sangre a la capital, Lagos, para confirmar la causa de muerte de los niños.
Un año después sus cuerpos siguen en la morgue y el padre todavía debe ser juzgado.
Ibor afirma que los casos se postergan por años. Dice que su trabajo se dificulta por la renuencia de la policía y el gobierno para investigar asuntos controvertidos y por la falta de voluntad de familias y comunidades para presentar evidencia.
Agrega que un 25% de sus casos están vinculados a brujería.
Pero este fenómeno no sólo se restringe a las regiones más remotas de Nigeria.
Hace seis meses, los medios del país informaron de 40 niños que fueron rescatados de un "campamento de tortura" de un curandero en la capital de Abuja.
Y en mayo un niño fue golpeado gravemente por su madre con un látigo.
"Así que tenemos las leyes", dice Ibor. "El problema no son las leyes, el problema es implementar esas leyes, y hasta entonces nuestros niños no estarán seguros".
Y responsabiliza a algunos de los "profetas" y "pastores" por sembrar el miedo a través de la región del Delta del Níger, donde son extendidas tanto la pobreza como la creencia en brujería.
El exorcismo
El sudor escurre por la cara de la niña mientras ella hace piruetas sobre el suelo de cemento.
Un hombre la toma por la muñeca y la hace girar a través del salón. Pero este no es un salón de baile, es una danza brutal diseñada para "liberar" la niña de la brujería.
Bienvenidos a la liberación de Joy. Bienvenidos al Ministerio de la Vida.
Es viernes en la noche y hace un calor sofocante dentro del salón de la iglesia pentecostal.
Tres pastores forman el equipo que va a curar a la niña de 15 años. Durante 30 minutos se turnan para golpearla en la cabeza, pellizcarla en las orejas y apretarle el estómago.
"Tu ropa se está quemando, tu cabeza se está quemando, tu estómago se está quemando", le gritan repetidamente en la cara mientras la hacen girar una y otra vez.
Joy levanta las manos para defenderse.
Cuatro niños han sido identificados por la pastora Eunice Emmanuel para que se les "exorcice" esa noche. El más joven tiene sólo 8 años.
"El poder surge del Espíritu Santo", explica antes de que comience el ritual. "Él te empodera que hagas su trabajo, para que administres salvación a los niños".
"Cuando rezas por los niños ves al espíritu manifestarse, hablar a través de ellos, los escuchas hablar".
"Para cuando la liberación está completa, el niño se convierte en un loco que ha recuperado su sanidad".
La pastora explica que su ministerio basado en Calabar ofrece un servicio a toda la comunidad.
Estas liberaciones, dice la mujer, no sólo hacen que los padres dejen de desconocer a sus hijos, también evitan que los espíritus sigan conduciéndolos por mal camino.
La pastora Eunice se dirige al espíritu que según ella Joy está albergando.
"¿Vas a un aquelarre? ¿Eres una bruja? ¿Bebes sangre? ¿Comes carne? ¿Matas?".
"He destruido a una persona", dice Joy llorando.
Sólo cuando la niña finalmente se colapsa en el suelo, se considera que la liberación ha sido un éxito.
El abogado James Ibor afirma que las iglesias pentecostales como esta alientan a sus congregaciones a responsabilizar a la brujería por sus desgracias o fracasos personales.
Un caso reciente involucró a un niño que fue golpeado cuando la motocicleta de la familia se descompuso. En otro caso, una niña fue acusada y azotada por su padre cuando éste perdió su empleo.
"Venden el miedo para seguir manteniendo a los miembros que continuamente pagan ofrendas y donaciones", dice Ibor.
"Es la única forma de seguir siendo relevante y seguir haciendo dinero".
El año pasado las Naciones Unidas (ONU) realizaron su primer seminario enfocado en brujería, tanto en Nigeria como otros países.
En su informe final indicaron que "el número exacto de víctimas de ese abuso es desconocido, y muchos piensan que no se reportan todos los casos".
La ONU también reconoció el rol que juegan los "empresarios supernaturales" en difundir y legitimar los temores relacionados a la brujería, y en particular, a los niños brujos.
Ebe Ukara, una funcionaria del Comité de Implementación de Derechos de los Niños en Akamkpa, dice que 60% de los casos de abuso infantil que llegan a su escritorio están relacionados a brujería, y por lo general son provocados por la declaración de un pastor.
Esos pastores, dice, pueden obtener una buena ganancia de la gente que acude a ellos pidiendo ayuda, aunque subraya que no todas las iglesias pentecostales embaucan a sus seguidores.
Pero para los "falsos profetas", los niños son blancos fáciles a quienes responsabilizar de la pobreza y las desgracias de familias y comunidades.
Bassey -un habitante local- recuerda el caso de dos niñas que fueron acusadas por un pastor hace dos años en la Iglesia del Divino Sion de Dios en la pequeña ciudad de Akpabuyo en el estado de Río Cross.
Una congregante embarazada se había pasado de su fecha de parto por varias semanas y las niñas, de 7 y 10 años, fueron responsabilizadas y catalogadas como brujas.
La mujer se acercó al pastor de su iglesia local y le pagó para una consulta. Aunque dio a luz con éxito poco después, el daño ya estaba hecho.
Una semana después, Bassey escuchó los gritos de las niñas cuando regresaba del campo. Estaban atadas a una palmera, y tres hombres las estaban golpeando con varas y machetes.
Cerveza y salvación
A juzgar por las carteleras publicitarias que adornan las calles desde la capital de Abuja hasta el Delta del Níger, la cerveza y la salvación son negocios importantes en Nigeria, y son artículos que se compran y venden.
Cada una de las carteleras promete algún milagro: cómo conseguir ese trabajo, encontrar una esposa, evitar los abortos, curar la infertilidad y, por supuesto, erradicar la brujería.
Pero estos posters ponen de manifiesto las dos características clave de la doctrina pentecostal que se ha propagado en toda Nigeria desde los 1970.
Primero, esta forma de cristianismo enfatiza el éxito y la plenitud y si alguien está fracasando en la vida entonces es señal de que algo está sospechosamente mal.
En segundo lugar, las iglesias pentecostales retratan al mundo como un campo de batalla literal entre las fuerzas de Dios y los espíritus malignos.
Así que el nuevo movimiento pentecostal ha popularizado la noción de que la fortuna material está disponible para todos, pero el acceso a ella puede estar bloqueado por fuerzas supernaturales.
Pero estos líderes eclesiásticos nigerianos han copiado a sus contrapartes estadounidenses, los televangelistas, cuyas iglesias a menudo se comportan más como constructores de imperios económicos que como organizaciones religiosas.
Esto ha resultado en una hibridación en la que las creencias autóctonas en el mundo supernatural han sido combinadas con una forma extrema del cristianismo que, según los críticos, manipula a sus congregantes.
"Estas iglesias -que se multiplican rápidamente- son un problema enorme. Sus profetas operan en ganancias", afirma Ukara.
Casi ninguna de estas iglesias está regulada.
Una de ellas es la llamada Arca de Noé, que opera desde una casa en el sur de Calabar.
Casa de Dios
Las pequeñas pantuflas del oso Winnie Pooh que están fuera de la puerta son el único indicio de que adentro se está llevando a cabo una liberación.
Con una camisa amarillo canario, el profeta Gideon Okon está rezando junto a tres niños acusados de ser brujos.
"Dios abre mis ojos para ver los problemas de la gente", dice Okon. "Así es como sé quién es un brujo".
Afirma que nadie le lleva a los niños, que sus revelaciones le surgen cuando ayuna.
"Si esa persona está lista y dispuesta a ser liberada, entonces comenzamos dando un precio", dice.
Okon asegura que la cifra final depende del tipo de ritual que se necesite realizar.
"Los más fuertes y más difíciles de matar son los espíritus marinos", afirma. "Para esos cobramos unos 200.000 naira (US$556), pero eso es negociable con los padres".
En la región del Delta del Níger, una persona promedio es afortunada si logra ganar U$1.50 al día.
Pero Okon, que solía trabajar en la industria de la construcción, niega que cobre por sus servicios. Dice que acepta "donaciones".
Después de varias horas de oraciones y cantos, los tres niños, de entre 10 y 15 años, son forzados a beber un líquido verde y viscoso de una botella de plástico.
Es lo primero que se les permite consumir después de tres días de ayuno forzado.
Okon me dice que es una mezcla de agua, aceite de palma, arena, hojas y siete ciempiés.
"Dios me dijo que usara esos ingredientes", señala. "Son específicos para cada persona".
Sólo cuando los niños vomitan se considera que han sido "sanados".
El Fin de los Malvados
La industria del cine en Nigeria -conocida coloquialmente como Nollywood- está en auge.
Presenta más de 2.500 películas al año, lo que la convierte en la segunda productora más grande del mundo, después de Bollywood, en India.
Estas películas por lo regular caen en cinco géneros distintos: romance, comedia, épicas históricas, historias de gángsters y la llamada categoría del "aleluya", que promueve fuertes mensajes religiosos.
Las cintas pueden verse en los salones de belleza, bares, restaurantes y en autobuses. No sólo son populares en Nigeria sino en toda África y su diáspora.
Escuela del Diablo, Familia de Brujas, Escuela de Brujas, son algunos de los ejemplos más recientes de las películas de Nollywood que representan negativamente a niños como brujos.
La más infame de éstas es Fin de los Malvados, que se centra en la familia Amadi, quienes viven con la madre de su padre que, se descubre, es una bruja de un aquelarre.
Los niños de la familia son influenciados para unirse al culto, y en la película se les muestra comiendo carne humana y conspirando para asesinar a sus padres.
El film de 1999, que fue producido por la iglesia Liberty Gospel, también presenta a la líder de la iglesia, Helen Ukpabio, como la pastora que heroicamente termina exponiendo y destruyendo al aquelarre.
La película fue sumamente controvertida y fue responsabilizada extensamente por el incremento en las acusaciones de brujería contra niños en los años que siguieron a su estreno.
Fue criticada por difuminar la línea entre los hechos y la ficción. No sólo usó a la pastora de la vida real representándose a sí misma, sino la película comienza con una nota de que es parte de una serie de expositivos.
Los mismos nigerianos han criticado esas películas por proliferar los estereotipos perniciosos sobre el continente.
En un capítulo de un libro reciente sobre la influencia de las películas de Nollywood en la cultura, la académica Francoise Ugochukwu hace referencia a la opinión de un nigeriano frustrado en un foro en internet.
"Las películas de este tipo han pintado una imagen aún más negativa de Nigeria… haciéndola parecer que es una nación enredada en supersticiones y creencias primitivas", escribe en este hombre en el foro.
"¿Acaso no es suficientemente malo que Occidente demonice cada aspecto de nuestras tradiciones para que ahora nosotros nos lo estamos haciendo a nosotros mismos?".
"¿Piensa alguien seriamente que todo lo que hicieron nuestros antepasados fue sentarse en círculo para llevar a cabo los llamados rituales satánicos todo el día?".
"Pernicioso"
El abogado James Ibor argumenta que las películas como Fin de los Malvados no sólo popularizaron la noción de que los niños podían ser brujos, sino también que la gente puede fácilmente convertirse en bruja comiendo comida contaminada.
"La narrativa cambió con la llegada de Nollywood en los 1990", argumenta. "Si entras a cualquier tienda de películas aquí y seleccionas al azar 50 films diferentes, te apuesto a que 80% de ellos son de brujería y juju (creencias de brujería en África occidental)".
Pero paradójicamente una de las principales razones de la popularidad de las películas de Nollywood es que éstas ofrecen una plataforma para que los africanos cuenten sus propias historias.
Un productor de Nollywood, Orok Atim, dice que a pesar de lo "negativo" que pueda ser el tema de la brujería, se trata de un asunto que afecta la vida de los nigerianos, por lo tanto ellos esperan encontrarlo cuando ven películas nigerianas.
Orok Atim está sentado frente a un santuario improvisado en el set de su última película.
Aunque ésta en realidad es una historia de amor, Atim tiene una pasión por lo sobrenatural.
Su próxima cinta será sobre la experiencia con brujería de un amigo fallecido.
"La brujería existe en nuestra sociedad hoy", dice. "Si no muestras lo que está ocurriendo en la sociedad entonces sólo estás perdiendo tu tiempo".
"Yo uso mis películas para educar, entretener y decirle al mundo que la brujería es real".
Ninguna de sus películas presenta explícitamente retratos de niños como brujos.
Atim argumenta que, lejos de perpetuar las creencias tradicionales en lo sobrenatural, sus películas permiten al público nigeriano enfrentar sus miedos.
Con efectos especiales, sus films hacen visible lo invisible. Le dan a la gente una percepción visual de algo espiritual que rara vez se ve pero de lo cual se habla regularmente.
Y Atim se resiste a la idea de que las películas como El Fin de los Malvados puedan ser responsables de un aumento en las acusaciones de brujería de niños.
"(Lo que estás diciendo es) sólo un rumor para matar la industria de películas de Nollywood", afirma. "Nadie crearía una historia no que no existe".
Diana-Abasi Udua Akanimoh, quien trabaja para la ONG Way to the Nations en el estado de Akwa Ibom, asegura que ha sido testigo directa del efecto dominó que pueden tener las películas con temas de brujería.
"Fui a la iglesia aquí en Eket y el pastor estaba hablando sobre detener a los espíritus marinos y brujería", cuenta. "Comenzó a decirle a su congregación que había visto esas cosas recientemente en una película".
"Así que la gente que es ignorante pensará ’oh, si el pastor está diciendo esto entonces significa que es verdad’".
Akanimoh, quien dirige un refugio para los niños acusados de ser brujos, afirma que aunque las películas pueden no ser la causa de raíz de estas acusaciones, ciertamente influyen en las tradiciones para justificar sus acciones.
Y la trabajadora social Ebe Ukara alega que "las personas ven estas películas e imitan lo que ven que están haciendo estos profetas".
Ukara estuvo involucrada en el rescate de Comfort y sus hermanos después de que fueron golpeados por el profeta y atacados con el machete.
"Las películas hoy están enseñando muchas cosas que nunca fueron practicadas antes", afirma. "Llevar a un niño a una iglesia para golpearlo, eso no solía existir".
Pero el ministro Oliver Orok dice que el gobierno no cree que Nollywood sea responsable del problema, sino más bien "las antiguas costumbres y tradiciones en algunas comunidades".
Desterrados
Charity es solo una de los muchos niños que viven en las calles después de que han sido acusados de brujería.
Durante los pasados dos años, la niña de 13 años ha estado viviendo en una choza improvisada en medio de un vertedero a las afueras de Calabar.
Adentro están cuatro niños de edades similares durmiendo acurrucados, no hay colchones, no hay mosquiteros.
La vida aquí es dura, pero en un día bueno puede ganar 1.500 naira (US$4) buscando botellas de plástico reciclables y latas de aluminio entre las pilas de basura en el sitio.
"Me siento bien viviendo aquí", murmura Charity. "Regresar a vivir a casa de mi tío sería como meterme en una fogata".
Cuando su padre murió, se fue a vivir con su tío. Cuando éste trató de acostarse con ella, su esposa la acusó de embrujarlo.
"Ellos me ataron las manos, y me amenazaron con tirarme a la letrina", cuenta.
"Me mantuvieron así durante un día", agrega. "Y les dije que era una bruja para que me desamarraran".
Después de su "confesión", su tío dejó de alimentarla y ella decidió escapar.
El vertedero de Lemna es hogar de unos cuantos cientos de skolombo -niños callejeros- como Charity.
Muchos cuentan una historia similar, fueron expulsados o huyeron de sus hogares después de que se les acusó de brujería.
Algunas organizaciones nigerianas, como la Iniciativa del Consejo de Derechos Básicos, (BRCI) y Way to Nations, tratan de hacer más que sólo rescatar a niños y adolescentes acusados de brujería. Están tratando de reunirlos con los familiares que los han condenado.
Los intentos rara vez son exitosos, incluso con los parientes lejanos.
En Calabar, James Ibor enfrenta el dilema de qué hacer con Comfort y sus hermanos.
Los niños quieren dejar el refugio pero ninguno de sus parientes los quiere.
"¿Cómo les decimos a estos niños que sus tías y sus tíos no quieren ni siquiera verlos?", pregunta Ibor.
"Estos niños quizás hasta podrían empezar a pensar que realmente son brujos".
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