El sueño de Renato Viola tenía forma de pizza y quería hacerlo realidad en Estados Unidos.
Criado en Agropoli, en la costa amalfitana, una preciosa zona del sudoeste de Italia bañada por el mar Tirreno, Viola creció en un mundo en el que, recuerda, "la comida era nuestra vida".
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Allí hizo una carrera como maestro pizzero que le llevó a acumular prestigio, reconocimientos y apariciones en los medios de comunicación locales.
Eso y sus ganas de "afrontar nuevos desafíos" fue lo que puso en su maleta cuando hace siete años emprendió la aventura americana junto a su esposa.
"Elegimos Miami porque a ella le encanta el sol y aquí puedes encontrar gente de todas las culturas".
Así que se plantaron en una ciudad que había visitado varias veces de vacaciones y empezó a hacer gestiones para abrir su negocio de pizzas.
El valor de una visa
Lo primero fue regularizar su situación migratoria, para lo que visitaron a un abogado especializado en estos temas.
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"Cuando leyó mi currículum me dijo que sería muy difícil, pero me aconsejó que solicitara la visa O1".
El Departamento de Estado de EE.UU. reserva esta visa para "los individuos con habilidades o logros extraordinarios".
Según su página web, "la visa de No Inmigrante O-1 es para personas que poseen habilidades extraordinarias en las ciencias, artes, educación, negocios o atletismo, o han demostrado un récord de logros extraordinarios en la industria de películas o industria televisiva y han sido reconocidos nacional e internacionalmente por esos logros".
Pese a ofertarse como una opción para profesionales de especial valía, su concesión no parece nada excepcional, aunque el proceso es difícil y costoso.
Más de 17.000 personas obtuvieron una visa O1 en 2017, más de 3 de cada 4 personas que la solicitaron.
Esa luz verde da acceso a tres años de visa, y a partir de entonces se puede renovar cada año.
Este tipo de permiso es muy popular entre estrellas de Hollywood o entre aquellos que buscan brillar en el mundo del cine en Estados Unidos, lo que motivó críticas en el pasado.
Hugh Jackman y Justin Bieber son algunos de los que se aseguraron un lugar en el país gracias a la O1, según el medio especializado The Hollywood Reporter.
En el caso de Renato, la visa llegó al medio año de solicitarla.
"Cuando la recibí, desconocía su verdadero valor", reconoce el pizzero.
El camino a la cima estadounidense
Con su documentación en regla, el maestro se volcó en su proyecto.
Junto a su socio, Umberto Mascagni, abrió en la zona de Miami Beach un pequeño restaurante ubicado en un local interior sin ninguna indicación en la calle.
Lo llamó Visa O1, como guiño al mérito singular que las autoridades estadounidenses le habían reconocido.
Según cuenta, muchos de sus amigos pensaron que fracasaría, pero él estaba seguro de que si sus pizzas eran lo bastante sabrosas el restaurante tendría éxito, por escondido que estuviese.
A sus 37 años, para él, se trataba solo de dar rienda suelta a la que había sido su pasión desde niño.
"Ni siquiera recuerdo cuándo empecé a cocinar pizzas. Mi madre siempre me recuerda el día en que, con 3 ó 4 años, me dio la pizza a probar. Luego quería comer pizza todos los días".
"Me había enamorado de la pizza", explica, dando fe de una afición que los años no han extinguido.
Como profesional, Renato dice aplicar la sabiduría heredada de su madre. Está convencido de que ese es el secreto.
"Ya sabe cómo son las madres italianas", indica. Para él, el cariño es el ingrediente clave.
En su menú las pizzas llevan el nombre de sus amigos o de clientes habituales.
La estrella es la Star Luca, llamada así porque tiene forma de estrella y está dedicada a su amigo Luca.
Lleva queso ricotta fresco, salami picante de Calabria, mozzarella y salsa de tomate.
Otra muy popular está dedicada a un tal Marco. La Marco está hecha con stracciatella, rúcula, tomate y queso parmesano.
Renato se atreve también con fórmulas innovadoras. Creó pizzas con café o con jengibre.
"Soy un pizzero tradicional con la mente abierta", dice.
No pasó mucho tiempo antes de que su primer local se quedara pequeño.
Abrió dos nuevos restaurantes. Uno en Brickell, el distrito financiero de Miami, donde los ejecutivos estresados han encontrado en sus pizzas una magnífica forma de relajarse; y otro en Wynwood, una zona de vibrante vida nocturna.
La llamada de Visa
Un día recibió una llamada de la compañía propietaria de los derechos de las tarjetas de crédito Visa, que le reclamaba que cambiara el nombre de sus restaurantes porque "podía dar lugar a confusión".
Renato tuvo que renunciar a su nombre de Visa O1.
"No podíamos luchar contra una gran compañía", recuerda.
Pese al cambio de nombre, la empresa siguió adelante bajo el nombre de Míster Pizza Extraordinaria O1 (Mister O1 Extraordinary Pizza, en el original en inglés).
"Pensé que nuestra fortaleza era nuestro producto", asegura. Y eso no había cambiado.
Ahora reparte su tiempo entre sus tres restaurantes que, según estima, sirven unas 1.300 pizzas cada día.
Para Renato, su sueño americano no terminó, y se renueva cada vez que alguien entra a alguno de sus locales y encarga una de sus pizzas.
"Ahora siento Estados Unidos como mi hogar. No es fácil, pero hay oportunidades aquí si estás dispuesto a trabajar duro".
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