Haber creado la empresa más valiosa del mundo y ser junto a Jeff Bezos (Amazon) y Mark Zuckerberg (Facebook) uno de los directivos tecnológicos más poderosos del planeta no parece ser suficiente para Larry Page.
El ingeniero estadounidense de 45 años creó Google con Sergey Brin en 1998, a quien conoció durante su doctorado en la Universidad de Stanford, California.
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Hoy dirige Alphabet, la matriz del gigante tecnológico, y tiene un patrimonio personal neto que supera los US$54.000 millones, según Forbes.
Pero lo que tal vez muchos no saben es que dónde la invierte.
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Page es un apasionado de la tecnología. Es más fácil encontrarlo en eventos como Google I/O -el congreso de desarrolladores que organiza la compañía todos los años- y en conferencias sobre robótica que en reuniones con inversores.
Y es que a Page siempre le gustó innovar.
Dice que a los 12 años, inspirado por el inventor Nikola Tesla, ya sabía que un día fundaría una empresa.
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Durante su etapa como estudiante universitario experimentó con autos solares e incluso propuso un nuevo medio de transporte para el campus.
Tal vez por eso no es de extrañar que sus ideas impulsaran negocios en Google más allá del buscador: desde teléfonos móviles hasta una red social propia (Google+).
Pero cuando no lleva puesto el traje de fundador de Google, Page vuelve a ser un niño: sueña con manejar autos voladores, explorar la galaxia y crear cuentos infantiles.
1. Autos voladores
A Page le fascinan los autos. Su primera gran inversión fuera de Google fue Tesla, en el 2006, a la que cedió más de US$40 millones.
Pero los autos que verdaderamente le gustan son los voladores. Por eso su inversión más importante hasta ahora es Kitty Hawk, una empresa que los fabrica y de la cual él es el inversionista principal.
La compañía acaba de lanzar Flyer, un vehículo volador diseñado para transportar a una sola persona que puede alcanzar los 32 km/h, elevándose hasta 3 metros sobre el agua.
Aunque, por ahora, solo puede volar a 9,5 km/h y su batería apenas dura 20 minutos.
Es como un drone enorme que puede ser pilotado. La empresa dice que se venderá por el precio de un auto eléctrico: entre unos US$40.000 y US$50.000.
También ha fabricado Cora, un taxi volador de dos plazas.
De hecho, la compañía tiene su propia "escuela" para diseñar autos voladores en Las Vegas, California.
Pero además de Kitty Hawk, Page puso dinero en otra firma de autos voladores: la startup canadiense Opener, que este mes anunció su vehículo eléctrico BlackFly, capaz de operar en tierra y mar.
Opener dijo en una nota de prensa que Page es "uno de sus patrocinadores estratégicos".
Sin embargo, pese a estar detrás de dos de las empresas más importantes que desarrollan autos voladores, Page no habla mucho sobre ello públicamente.
2. Minería de asteroides
Otra de las ambiciones personales de Page es el espacio.
La primera vez que invirtió dinero en Planetary Resources, una compañía que trabaja en la minería de asteroides -y que también cuenta con el respaldo del magnate Richard Brandson (Virgin) y del cineasta James Cameron- fue en el 2012.
Cuatro años más tarde volvió a hacerlo. Esta vez, puso US$21 millones, según la base de datos de startups Crunchbase.
Planetary Resources fue una de las primeras compañías en trabajar en la industria espacial privada.
El objetivo de esta empresa es desarrollar una industria robótica de minería de asteroides, aprovechando los recursos naturales de los asteroides cercanos a la Tierra.
También planea crear un depósito de combustible para cohetes en el espacio hacia el año 2022 usando agua de los asteroides para obtener oxígeno e hidrógeno líquido.
"Planetary Resources se está embarcando en uno de los primeros programas comerciales del mundo de exploración del espacio profundo", se lee en su sitio web.
Algunos científicos lo miran con escepticismo, pero la empresa se defiende: "Tan solo estamos haciendo lo que se ha hecho a lo largo de la historia, pero en un nuevo entorno", le contó a la BBC su presidente e ingeniero jefe Chris Lewicki.
3. Cuentos infantiles
Otra de las inversiones de Page es una empresa no muy conocida llamada Twigtale. En 2015, Page puso de su bolsillo más de US$1 millón, según los datos publicados en Crunchbase.
La empresa tiene una aplicación que convierte las fotos de niños entre 2 y 6 años en creativas historias digitales personalizadas.
Puede parecer raro que Page invirtiera en un proyecto aparentemente menos ambicioso. Pero la explicación es sencilla: quien está detrás de él es su cuñada.
Su nombre, sin embargo, ni siquiera aparece en la web de Twingtale.
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