De un solo plumazo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto en peligro el único acuerdo -bueno o malo- que busca limitar las ambiciones nucleares de Irán.
El mandatario lanzó un feroz ataque contra el acuerdo y sus deficiencias, pero no ofreció una política alternativa para sustituirlo.
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Ha colocado a la diplomacia estadounidense en una trayectoria de choque con algunos de los aliados más cercanos de Washington.
- Donald Trump confirma que Estados Unidos abandona el acuerdo nuclear con Irán
- La dura respuesta y la advertencia del presidente Hasan Rohani a la decisión de Trump de abandonar el acuerdo nuclear con Irán
Algunos temen que puede haber colocado mucho más cerca la perspectiva de una nueva y catastrófica guerra en Medio Oriente.
El acuerdo nuclear de Irán -conocido como el Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, por sus siglas en inglés)- aún no está muerto. Pero ciertamente es mantenido con vida de forma artificial. Ahora mucho depende de cómo responda Teherán.
El presidente de Irán, Hasan Rohani, ha sido un defensor acérrimo del acuerdo y parece querer intentar explorar con los europeos y otros las posibilidades de mantener el acuerdo en funcionamiento.
El mandatario iraní, no obstante, enfrenta una fuerte oposición interna por parte de sectores de línea dura, algunos de los cuales no solamente quieren romper con el JCPOA sino también con el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (NPT, por sus siglas en inglés).
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El presidente Trump parece haber debilitado la posición de Rohani.
Un acuerdo imperfecto que funcionaba
El acuerdo nuclear con Irán es indudablemente controvertido. Trump se ha opuesto al mismo de forma consistente, aunque con frecuencia daba la impresión de que la única razón para ello era que se trata de una creación de su antecesor en la Casa Blanca, Barack Obama.
El acuerdo no era perfecto. No cubría una serie de actividades preocupantes de los iraníes: desde su programa de misiles hasta su comportamiento regional.
Se limitaba a un solo asunto: el sofisticado e impresionante programa nuclear de Irán. Impone toda una variedad de restricciones sobre las actividades nucleares de Irán y establecía un régimen de verificación más fuerte para garantizar que Irán estaba cumpliendo con los términos del compromiso.
Algunas de estas limitaciones tenían fecha de expiración. En el mejor de los casos, se podría decir que el acuerdo evitó que Irán avanzara hasta un punto en el cual podía correr a conseguir la bomba.
En el peor de los casos, se podía argumentar que el acuerdo simplemente retrasaba una crisis potencial, postergando los mismos problemas para más adelante. Dado que sin el JCPOA había un riesgo real de guerra entre Israel e Irán esto podría no haber sido tan malo.
La verdad incómoda para Donald Trump es que, dentro de sus limitaciones, el acuerdo nuclear estaba funcionando.
Todos los demás países que firmaron el acuerdo creen que Irán estaba cumpliendo plenamente con sus compromisos. Lo mismo ocurre con la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés). También piensan igual algunos miembros clave del gobierno de Trump, incluyendo al nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, y al director de Inteligencia Nacional, Dan Coats.
Pese a esto, Trump se refirió al JCPOA en términos duros y francamente equivocados, acusando al acuerdo de dejar fuera aspectos sobre los cuales nunca estuvo contemplado que se ocupara.
Así que, ¿qué pasará ahora?
Un camino peligroso
Una batalla se ha abierto en Teherán. Quien la gane decidirá si el acuerdo puede ser salvado.
Si los llamados moderados prevalecen, entonces los europeos tendrán un papel crucial porque lo que está en juego aquí no son las sanciones de Estados Unidos contra Irán como tales sino las llamadas "sanciones secundarias", que son las que Washington aplica a las empresas no estadounidenses que puedan estar haciendo negocios con Teherán.
Los gobiernos europeos están claramente consternados por el anuncio de Trump y parecen estar preparados para mantener el acuerdo.
Habrá unos retrasos importantes antes de que ellos -o más exactamente las compañías europeas- enfrenten la ira de la maquinaria sancionatoria del departamento del Tesoro estadounidense.
Esto podría dar algún tiempo para recabar ideas y esfuerzos diplomáticos para explorar cuánta flexibilidad puede haber en la posición de Washington, si acaso hay alguna.
En todo caso, esta es una situación sin precedentes con consecuencias potencialmente peligrosas. Si el acuerdo nuclear colapsa e Irán decide acelerar sus actividades nucleares, ¿qué ocurrirá entonces?
Con Estados Unidos, los europeos y la OTAN cada vez más preocupados por la actitud más asertiva de Rusia, ¿es este realmente el momento para una grave brecha transatlántica?
Y ahora está el propio Medio Oriente marcado con sus cicatrices de guerra.
Irán e Israel ya están implicados en escaramuzas preliminares en Siria que conllevan el riesgo del estallido de una confrontación abierta.
Irán está resentido por una serie de ataques en contra de sus instalaciones y aliados. Ya está ansioso por vengarse.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha sido quien ha dado a Trump el apoyo más entusiasta para que abandone el acuerdo nuclear. (Esto pese a que la mayor parte de los exjefes militares y de inteligencia de Israel -e incluso algunos de los actuales- creen que el acuerdo, pese a todas sus fallas, tiene algún valor).
¿Dónde está el plan B?
Parte de la lógica detrás del acuerdo nuclear consistía en mantener a Irán alejado a una distancia respetable de la posibilidad de tener una bomba. Esto daría tiempo suficiente para aplicar presión internacional en caso de que pareciera que el país estuviera librándose de las limitaciones acordadas.
Pero si el JCPOA queda anulado y Teherán acelera el paso de sus actividades nucleares, ¿qué ocurrirá?
El riesgo de que Irán acelere su carrera hacia la obtención de la bomba podría llevar a otros países -especialmente a Arabia Saudita- a intentar dotarse de armamento nuclear también.
Vivimos una época extraordinaria y esta decisión -tomada cuando ya lleva unos 18 meses en la Casa Blanca- quizá marca el inicio de la verdadera política exterior de Donald Trump: una que, según muchos de sus críticos, se basa en emociones crudas e instintos pero ciertamente no en datos empíricos.
Incluso aquellos que están de acuerdo con las acciones de Trump permanecen con preguntas fundamentales sin responder.
¿Dónde está el plan "B"?, ¿cómo será contenido Irán ahora? y ¿cómo se puede mantener un consenso internacional para alcanzar ese objetivo?
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