El presidente electo de Paraguay, Mario Abdo, insiste en cada entrevista que él no es Stroessner.
Es decir: que su prontuario por ser hijo del secretario privado del gobernante de facto por 35 años de Paraguay no es culpa suya ni debe servir para condenarlo.
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"Yo tenía 16 años", suele justificar Abdo, quien hoy tiene 46.
"Yo me comprometo a ser un factor de unión en el futuro del Paraguay", dijo en un discurso de victoria, en el que celebró a su padre como un "gran colorado", en referencia al Partido Colorado al que pertenece.
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Abdo, mejor conocido como Marito, atribuye algunos logros al régimen militar stronista en materia de seguridad y economía.
Está en contra del aborto y del matrimonio homosexual. Se declara defensor de los derechos humanos y de los menos favorecidos. Su objetivo, asegura, es erradicar la pobreza que azota al 26% de los paraguayos y reformar un sistema judicial politizado e ineficiente.
Pero el contenido simbólico de que alguien considerado "stronista" llegue al poder preocupa a la mitad del país que no votó este domingo por el poderoso Partido Colorado en la elección más reñida y de mayor abstención en democracia.
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A medida que subía le euforia en la celebración colorada, los boletines oficiales achicaban la diferencia entre Abdo y el candidato opositor, Efraín Alegre, quien no reconoció la derrota de manera explícita, pero admitió la diferencia.
Los 3,80 puntos porcentuales que finalmente los separa —muy diferentes a los 20 que marcaban las encuestas— no significan un mandato contundente para Abdo.
Hubo 5% de votos nulos y blancos y 5% para los otros ocho candidatos.
Y aunque los resultados para el Congreso estarán claros durante la semana, se espera que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados no haya mayorías.
Por eso, analistas coinciden en que Abdo tendrá que negociar con la oposición y mantener una gestión moderada.
Un delfín del coloradismo
Marito estudió en Estados Unidos, fue Subteniente de Reserva de Aviación de las Fuerzas Armadas y heredó una enorme fortuna de su padre, Mario Abdo Benítez.
Ahora se prepara para liderar la vuelta al poder del ala más política del Partido Colorado, ese movimiento heterogéneo que gobernó al país desde 1947 hasta 2008, cuando el obispo Fernando Lugo marcó un incompleto paréntesis de 4 años y medio, hasta que volvieron los políticos tradicionales.
El último cargo público de Marito fue su primero: miembro y presidente del Senado.
Antes, hizo una acelerada carrera de ascenso dentro del Partido Colorado que empezó en el Movimiento de Reconciliación Colorada.
El saliente gobierno de Horacio Cartes, de corte tecnocrático y con cierta influencia del Partido Liberal, fue la oposición a Abdo en el Partido Colorado.
Las elecciones internas en diciembre, que se vivieron con la euforia y la vehemencia de unas elecciones generales, evidenciaron el rechazo al gobierno de Cartes, marcado por el crecimiento económico, pero acusado de corrupción.
Su candidato, Sebastián Peña, sufrió el castigo y Abdo fue el favorecido.
El domingo, sin embargo, ya todos eran parte de la misma foto colorada y celebraron la victoria como una muestra de aprobación al cartismo.
Cómo lo logra y qué significa
"Marito logra una mezcla de dos cosas que lo llevan al poder", le dice a BBC Mundo Osmar Gómez, politólogo de la Universidad Nacional de Asunción.
"Es un político que caminó mucho las calles, que es muy querido entre los jóvenes, pero además que fue ayudado por la estructura enorme del Partido Colorado", asegura.
Pero a eso, según él, se suma que el opositor, Alegre, no era un buen candidato. "Para la oposición esta es una derrota anunciada por la incapacidad de obtener consensos y pone al partido Liberal en la necesidad de hacer ajustes de fondo para reestructurarse y ser opción de gobierno".
Según el analista, ahora "volverán con fuerza los políticos colorados y habrá una nueva forma de hacer política de los colorados, que van a tener que seguir modernizándose y cambiándose para mantenerse en el poder".
Esa "nueva forma" de hacer política es para los críticos, en realidad, volver a las viejas formas.
"Con la victoria de Abdo no se perfilan senderos de solución estructurales para los problemas de fondo que sufre este país desde el siglo pasado: pobreza, precariedad de servicios públicos, informalidad y la cobardía cívica de sus autoridades para enfrentar la impunidad y su hija la corrupción", asegura Edwin Brítez, veterano periodista político y columnista del diario ABC.
"El triunfo de Abdo —añade a BBC Mundo— significa la reposición en el poder de la corriente autoritaria del coloradismo".
Marito puede negar que es Stroessner. Pero hay paraguayos que no le creen.