La agresiva retórica entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su par de Corea del Norte, Kim Jong-un, ha hecho que muchos estén preocupados sobre una posible guerra nuclear.
Los mandatarios comenzaron el 2018 amenazándose mutuamente con volar al otro país en pedazos y comparando quién tenía el "botón nuclear" más grande.
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Esta pelea ha generando pánico internacional pero no todos temen salir perjudicados: para los fabricantes de armas nucleares, las amenazas de Trump y Kim son música para sus oídos.
En particular, para el puñado de contratistas de defensa privados que se encargan de construir las armas estadounidenses.
Desde que se intensificaron las amenazas verbales las acciones de estas empresas han registrado fuertes alzas.
Más armas
En su discurso sobre el Estado de la Unión, a finales de enero pasado, Trump anunció que EE.UU. estará ampliando dramáticamente su arsenal nuclear.
"Como parte de nuestra defensa debemos modernizar y reconstruir nuestro arsenal nuclear, con la esperanza de nunca tener que usarlo pero haciéndolo tan fuerte y tan poderoso que disuadirá cualquier acto de agresión", señaló.
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Según la Oficina de Presupuesto del Congreso de EE.UU. la renovación podría costar más de US$1,2 billones a lo largo de 30 años.
A diferencia de países como Corea del Norte o China, donde el mismo estado fabrica las armas, en EE.UU. toda la producción está en manos privadas.
Y según el profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y activista antinuclear Jonathan King, estas compañías gozan de ganancias y beneficios que no existen en otras industrias.
Margen de ganancias garantizado
King explicó al programa de radio de la BBC Business Daily los tres motivos por los cuales los contratistas de defensa privados representan un sector "singularmente rentable" de la economía estadounidense:
- Sus contratos son monopólicos ya que no pueden ser tercerizados a China, México o India, como ocurre en otras industrias.
- Por mandato del Congreso tienen su fortuna garantizada porque no importa cuán ineficientes sean a la hora de fabricar las partes o cuánto se pasen del presupuesto inicial, tienen garantizado un generoso margen de ganancias.
- No deben someterse a las auditorías y rendición de cuentas externas que son habituales en el resto de las industrias, debido a motivos de seguridad nacional.
De acuerdo con el experto, el sector recibe unos US$35.000 millones, "equivalente a todo el presupuesto destinado a investigación biomédica en EE.UU.".
Pero si esta industria es tan secreta, ¿cómo se sabe cuánto dinero están ganando los contratistas?
"Son empresas que quieren atraer a accionistas y por ende tienen que presentar reportes anuales de ganancias", explicó King, quien admitió -no obstante- que es difícil determinar cuántas de esas ganancias se deben a la fabricación de armas nucleares, versus las convencionales.
¿Conflicto de intereses?
El activista antinuclear también resaltó un hecho llamativo de esa industria: está compuesta por muchos exmilitares.
"En EE.UU. los militares se retiran antes que los empleados del sector privado y a algunos se les ofrecentrabajos lucrativos en estas empresas", señaló.
"Es una especie de puerta giratoria que hace muy difícil confiar en que estas empresas están siendo supervisadas".
"Básicamente no hay supervisión", denunció.
Pero Hawk Carlisle, un general retirado que hoy preside la Asociación Industrial de Defensa Nacional de EE.UU. no está de acuerdo.
"Hay mucha supervisión del Departamento de Defensa, del Departamento de Energía y de la rama ejecutiva. También del Congreso", aseguró a la BBC.
Controles y equilibrios
Carlisle reconoció que se trata de un mercado oligopólico en el que solamente un grupo reducido de empresas estadounidenses está capacitado para ofrecer sus servicios, pero afirmó que "dentro de las limitaciones del sector hay competencia".
Con respecto a las ganancias garantizadas señaló que el incentivo de las empresas es hacer las cosas bien para obtener "futuros contratos".
No obstante, no pudo recordar ningún caso en el que una empresa perdió su contrato por no cumplir con las condiciones en tiempo y forma, y dentro del presupuesto acordado.
A pesar de ello, el exmilitar aseguró que existen "controles y equilibrios" que buscan evitar que la industria nuclear se convierta en un club donde amigos se benefician entre sí.
"Un ejemplo es la reciente ley que aprobó el Congreso y que prohíbe que generales con tres o cuatro estrellas que se retiran puedan recibir contratos de los departamentos de los que se retiraron durante un período de dos años", señaló.
Más allá de las suspicacias que genera esta industria tan reservada y poderosa, sus defensores, como Carlisle, aseguran que la fortuna que se invierte en ella es "necesaria".
"Creo que hasta que la humanidad y el mundo cambien de manera significativa, la capacidad de poder disuadir a adversarios potenciales y a quienes tienen armas nucleares es imperativa para nuestro país y para nuestros aliados", afirmó.
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