Cuando el español Fernando Llorente anotó su segundo gol de la cómoda victoria de Tottenham sobre el Rochdale en Wembley, hubo una imagen en la celebración que sintetizó la farsa en la que se había convertido el partido hasta ese momento.
Fue la del surcoreano Son Heung-min dibujando con sus manos, y una sonrisa irónica en su cara, una pantalla imaginaria en referencia al sistema de videoarbitraje que desde hace más de un año se viene implementando en el fútbol y que es popularmente conocido como VAR.
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Al burlarse, el delantero de los Spurs dejó en claro su descontento por el desafortunado protagonismo que tuvo el VAR en el duelo jugado este miércoles por la quinta ronda de la Copa de la Asociación, torneo elegido para probar en Inglaterra el sistema que supuestamente está llamado a minimizar los errores arbitrales del fútbol.
Él no fue el único.
El exjugador de Tottenham y ahora comentarista de televisión Jermaine Jenas calificó de "gracioso" lo que ocurrió, mientras que el legendario futbolista inglés Gary Lineker expresó de forma sarcástica que lo único que faltaba era que el VAR suspendiera el partido.
El técnico argentino Mauricio Pochettino fue más allá.
"La primera parte fue un poco vergonzosa para todos", dijo el entrenador del conjunto del norte de Londres.
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"No estoy seguro que ese sistema va a ayudar", agregó.
La polémica
Debido al VAR, el partido tuvo hasta 10 interrupciones, siete de ellas en la primera parte.
La mayoría no tuvo impacto directo en el resultado, hubo varías que sí, pero todas afectaron un aspecto clave para el fútbol, la fluidez del juego.
Y de las decisiones que sí tuvieron un impacto, no está claro que incluso después de haber sido revisadas por video hayan sido las correctas.
Ocurrió la primera vez que fue requerido, cuando le anularon un gol al argentino Erik Lamela por una supuesta falta previa en la jugada de Llorente.
El árbitro Paul Tierney había validado el tanto, pero el VAR lo anuló pese a que todos los comentaristas en la transmisión por televisión, incluido un exárbitro, no consideraron que hubo infracción.
Después el VAR transformó un tiro libre en penalti, y ratificó la decisión del árbitro de no validar el tanto convertido por Son desde el punto penal porque el surcoreano detuvo su carrera antes de patear.
Fueron más de seis minutos en los que estuvo detenida la acción mientras se revisaban las jugadas por televisión el reloj, una eternidad para las millones de personas que seguían el partido y las decenas de miles de aficionados confundidos en las gradas.
"El fútbol se basa en emociones", continuó Pochettino.
"Creo que los aficionados que aman el fútbol no están muy contentos por lo que vieron hoy", agregó.
"El fútbol también es sobre los errores, como nosotros, los jugadores pueden cometer errores, los árbitros cometen errores. Siempre ha sido así y nosotros entendemos el fútbol de esa manera".
Interpretación
Desde que el VAR tuvo su aparición en el Mundial de Clubes de 2016, el sistema ha ido de la mano de elogios y criticas que avivan el debate sobre su rol en el fútbol.
Recuerdo que en aquella oportunidad, en la primera gran decisión en la que influyó, el penalti pitado contra Atlético Nacional, hubo muchos que no estuvieron de acuerdo con la decisión del árbitro húngaro Viktor Kassai.
No hay duda en la repetición de la falta del colombiano Orlando Berrío sobre Daigo Nishi del Kashima Antlers, pero la polémica surge debido a que la infracción de Berrío viene precedida de una posición adelantada de Nishi, que el árbitro no interpretó como tal al no considerar que el jugador japonés participaba activamente en la jugada.
Pero si Nishi no hubiera estado allí, lo más seguro es que Berrío no hubiera tenido la necesidad de reaccionar con tanta urgencia.
Han pasado 15 meses desde entonces, algunos campeonatos como el calcio italiano y el fútbol alemán los han incorporado, pero las polémicas continúan.
Sus defensores destacan que todavía está en un período de prueba y que con el tiempo se irá perfeccionando su implementación, pero hay algo que nunca podrá erradicar, por lo menos en la manera en la que se implementa el sistema actualmente.
Y es que sigue sujeto a la interpretación humana.
Está claro que el fútbol se ha visto obligado a evolucionar para adaptarse a un mundo mucho más tecnológico y moderno, pero es necesario establecer límites para no perder la esencia que lo ha convertido en el deporte más popular del planeta.
El fútbol es simple, sencillo, sea en un partido en la calle de uno contra uno o en un estadio.
Marcar un gol es la máxima expresión de júbilo y eso es lo que se transmite y contagia a millones de personas para quienes el mundo se paraliza cuando rueda un balón.
Es por eso que temo que esa intensa relación intensa, irracional y apasionada se pierda cada vez que un árbitro se lleve la mano a la oreja cuando hay un gol, como fue el caso de Tierney en Wembley.
Si hay que esperar para celebrar, con la confusión que eso produce, se corre el riesgo de quitar la emoción a la que hace referencia Pochettino de la ecuación.
No es lo mismo
Se habla de justicia y que lo equipos y futbolistas se juegan mucho para que un título o un partido dependa de la decisión de un árbitro.
En el debate se menciona el ejemplo de otros deportes, como el fútbol americano, el baloncesto, el rugby o el tenis, donde se utiliza la tecnología para revisar las decisiones más controversiales o puntos decisivos.
Pero el fútbol es diferente a todos ellos.
Los mejores partidos suelen ser los que menos interrupciones tienen, donde fluye el juego de lado a lado, con la pelota siempre en movimiento.
Sin pausas naturales, en el fútbol puede pasar varios minutos sin que se detenga el juego, por lo que es posible que un penalti no pitado quede sin ser revisado por el VAR.
O lo que es peor, que se pueda detener un contragolpe del equipo contrario cuando encara el arco contrario.
O incluso, en un escenario peor, que se decida regresar a la jugada del penalti varios minutos después de que haya pasado por decisión de las personas encargadas del VAR.
Otra vez entra en acción la interpretación humana, que será la encargada de determinar qué jugada se revisa y cuál no.
El argentino Oswaldo Ardiles, campeón mundial con Argentina en 1978, dijo durante el partido del Tottenham que más allá del resultado "el VAR está haciendo que el mejor deporte del mundo y que tanto amamos se degenere en una farsa".
"Simplemente una pantomima de juego", sentenció.
Esa misma sensación es la que tengo cada vez que veo un partido donde el VAR entra en acción.
Admito que ha habido ocasiones en la que he visto con buenos ojos la presencia de la tecnología en el fútbol, pero no como se está concibiendo su uso actualmente.
En lugar de apreciar sus ventajas, con el paso del tiempo cada vez más se multiplican mis dudas sobre el efecto que está teniendo, principalmente por la forma en la se implementa.
No se trata de estar en contra de raíz, ya que siempre fui promotor y defensor del sistema de la línea de gol que logró erradicar los llamados goles fantasmas y eternos debates sobre si la pelota entró en el arco.
En este caso no hay lugar a la discusión, es blanco o negro, gol o no.
Algo parecido se podría aplicar con el fuera de juego, si está adelantado el jugador o no.
Lo que no me convence es cuando la tecnología sigue quedando a merced de una persona o un grupo de árbitros que decide qué jugadas revisar -más allá de los escenarios que especifica la FIFA- y luego interpreta la acción.
Ocurrió recientemente en los dos duelos entre Atalanta y Juventus por las semifinales de la Copa Italia, cuando dos acciones muy parecidas, en la que hubo mano dentro del área, una fue señalada como penalti y la otra no.
Para que sigan pasando estás diferencias de interpretación pienso que ya en el fútbol hay un árbitro, con sus errores y aciertos, como los que cometen los jugadores y entrenadores, y no hace falta agregar más confusión.
Entiendo que queda mucho margen de mejora y no descarto que en el futuro, cuando surjan nuevas ideas como la de que sean los propios equipos los que decidan qué situaciones reclamar y con un límite preestablecido, como sucede en el tenis, pueda cambiar de parecer.
Pero por ahora, de la forma en la que está concebido, no creo que el VAR sea la solución que el fútbol necesita.
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