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¿Por qué este jarrón cuesta US$6.000?

A veces uno se pregunta qué hay detrás de los precios de algunos objetos que no muchos se pueden dar el lujo de adquirir. Detrás de este preciado jarrón hay una historia que contar.

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¿Alguna vez al enterarte del precio de un objeto te has preguntado por qué es tan costoso?

Es una pregunta que quizás te harías respecto a éste jarrón.

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Se llama el jarrón Pantera y fue una de las creaciones de Josiah Wedgwood, el fundador de la firma que lleva su apellido y cuyo nombre es reconocido en todo el mundo desde la época en la que Reino Unido se convirtió en un imperio industrial.

Wedgwood nació en una era de cenas exquisitasy, para servirlas, lo que fabricaba esta marca era lo más exquisito que el dinero podía comprar.

No por nada ha ostentado el Sello de Aprobación Real desde la década de 1760 y fue la compañía que hizo los platos para el banquete de coronación de la reina Isabel II.

Y aunque hoy los gustos han cambiado y, bajo una nueva administración, Wedgwood está mirando hacia el futuro, el icónico jarrón Pantera se sigue elaborando.

Es una de las piezas más exclusivas de la compañía y está basado en un diseño original del siglo XVIII.

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Es también la culminación de más de dos siglos de artesanía a medida, de habilidades perfeccionadas durante generaciones, transmitidas de alfarero a alfarero, de tornero a tornero.

Todo comienza con un trozo de arcilla cruda.

Hacer un jarrón Pantera es una tarea muy intensa y laboriosa. Hay muchas cosas que pueden salir mal. El más pequeño error puede hacer quetodo está perdido.

Dominar el proceso requiere años de entrenamiento y experiencia.

Y esas habilidades son cada vez más escasas en una industria que experimenta cambios rápidamente.

Es un trabajo especializado que los artesanos en la fábrica temen que desaparezca.

Señalan que los jóvenes de hoy no parecen querer trabajar con sus manos; les gusta más trabajar con computadoras.

Cuentan que han pedido aprendices, pero que los que vienen no duran más de un par de semanas.

Y para que Wedgwood mantenga su tradición, necesita una nueva generación de alfareros artesanales o de lo contrario las habilidades y conocimientos necesarios para hacer piezas como este jarrón podrían perderse para siempre.

Los días de gloria

En los días de gloria, todo el mundo quería una pieza de Wedgwood y algunos estaban dispuestos a pagar por ella.

Y en la fábrica había mucha más gente.

"Creo que había unas 5.000 personas en total cuando comencé", cuenta Kevin Dodd, un especialista en ornamentación.

"Había 77 personas haciendo este trabajo que estoy haciendo. Ahora somos dos".

Durante décadas, esta fábrica brindó empleo a miles de personas.

"Es algo por lo que tienes que concentrarte mucho, porque cada pieza es ligeramente diferente".

"Si los ornamentos están un poco más secos que la pieza de cerámica o viceversa, cuando se seque por completo, se agrietarán y se caerán".

Cuando pone la última hoja, el jarrón está casi terminado.

La caída de la gloria

Hace unos pocos años, Wedgwood estuvo al borde del precipicio.

La firma, de 250 años de antigüedad, colapsó luego de que los bancos se retiraran de un acuerdo de financiamiento, y más de 2.500 puestos de trabajo quedaron pendiendo de un hilo.

Fue salvada en 2015 por el gigante de lujo finlandés Fiskars, y, ya en manos extranjeras, esta institución británica por excelencia se está convirtiendo en una marca del siglo XXI, aprovechando su pasado para crear un nuevo futuro.

Ese futuro es "la experiencia Wedgwood", que va mucho más allá de vajillas, adornos y otros objetos tradicionales. No sólo vende las tazas y la tetera para el té, sino que en algunos lugares te lo sirve en sus salones; es más, te vende el té mismo, de su marca.

Además, aunque en la actualidad la mayoría de la producción de la firma tienen lugar en el Lejano Oriente, ciertas piezas de porcelana de prestigio, como el jarrón Pantera, y quienes las hacen son parte de esa "experiencia Wedgwood".

De manera que, a pesar de que mucho ha cambiado, el trabajo de los artesanos sigue siendo el mismo.

Esta es la forma en que siempre se ha hecho, la única forma en que se puede hacer.

Para Josiah Wedgwood, el jarrón Pantera era un diseño neoclásico que se convirtió en su sello distintivo: un toque de antigüedad para aquellos que no podían permitirse el lujo real.

Entonces, como ahora, la etapa final del proceso era la más arriesgada: la quemada.

Pasa 18 horas a 1.180ºC en el horno y cambia de color a medida que se quema. Luego se deja enfriar durante aproximadamente 12-14 horas.

Nunca se sabe, hasta que se abre la puerta del horno, si salió bien o no.

Hacia adelante con algo de atrás

El nuevo capítulo en la historia de Wedgwood busca vender la experiencia y la tradición de la marca a un cliente más joven.

"Lo que necesitamos ahora es quitarle un poco el polvo de la imagen de Wedgwood. Asegurarnos de que el público más joven también entienda la artesanía que hacemos", dice su nuevo presidente Ulrik Garde Due, quien revitalizó a Burberry y Louis Vitton.

Josiah Wedgwood probablemente no reconocería a la compañía que fundó hace más de 250 años.

Y en algún momento de la reinvención de esta institución británica, es probable que el jarrón Pantera empiece a parecer un poco pasado de moda.

Sin embargo, la tradición que representa es parte del ADN de Wedgwood.

Es un vínculo físico entre el pasado y el presente.

Para los alfareros, continuar una tradición que se remonta siglos atrás representa algo más: la sencilla satisfacción que da un trabajo bien hecho.

"No hay lugar para el error. Todo tiene que ser perfecto. Es un logro cuando los ves en el estante. Piensas: ’Yo hice eso’, y sabes que se venderán en cualquier lugar del mundo".

Entonces, ¿por qué el jarrón Pantera cuesta US$6.000?

En parte por lo difícil que es hacerlo y porque quedan sólo unos pocos que saben cómo; en parte, por su pedigrí, calidad y por ser producto de una tradición que se ha mantenido viva por siglos.

Y como siempre es el caso, en parte porque aún hay gente dispuesta a pagar ese precio.

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