Han sido claves en las derrotas del autodenominado Estado Islámico en Siria, y ahora están en la mira de Turquía.
La milicia kurda de las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo) son el objetivo de la reciente ofensiva de Turquía en la ciudad de Afrín, en el norte de Siria.
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El domingo, el ejército turco anunció que había tomado el monte Barsaya, cercano a Afrín y significativo porque desde este pueden verse las fronteras siria y turca, según la agencia de noticia AFP.
Además, Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, amenazó con extender sus operaciones contra las YPG.
Turquía sostiene que estas milicias son un "grupo terrorista" que tiene vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que desde 1984 lucha por la creación de un Estado kurdo independiente.
Sin embargo, las YPG, que cuenta con el apoyo de Estados Unidos, niega tener algún vínculo terrorista y cualquier tipo de nexo político o militar con el PKK.
Quién compone las YPG
Las YPG lideran las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza kurdo-árabe que lucha contra Estado Islámico en Siria. En esa misión cuenta con el respaldo de EE.UU.
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La web especializada en seguridad internacional Globalsecurity.org estima que actualmente cuenta con 65.000 combatientes, algunos de ellos extranjeros.
Aunque se considera que las YPG son el brazo armado del Partido de la Unión democrática (PYD), la principal agrupación política opositora kurda en Siria —establecido en 2003 y con una ideología similar al PKK—, según Global Security la milicia ha intentado definirse como una organización apolítica y de varias etnias que defiende a todas las comunidades religiosas, tanto del régimen de Bashar al Asad como de los extremistas islamistas.
Clave contra el Estado Islámico
La milicia enfrenta a Estado Islámico (EI) desde mediados de 2013, cuando el grupo extremista volteó hacia tres enclaves kurdos que limitaban con el territorio bajo su control en el norte de Siria.
En septiembre de 2014, los yihadistas lanzaron un ataque sobre la ciudad kurda de Kobani, obligando a decenas de miles de personas a huir a través de la frontera turca.
Pese a la proximidad de la lucha, Turquía rechazó atacar las posiciones de EI o permitir a los kurdos turcos cruzar para defenderse.
Más de un año después, en enero de 2015, tras una batalla que dejó 1.600 muertos y más de 3.200 edificios destruidos o dañados, las YPG recuperaron el control de la ciudad de Kobani.
Desde entonces, con la ayuda de los bombardeos estadounidenses, sus militantes recuperaron miles de kilómetros cuadrados tomados por EI.
En octubre de 2017, las FDS capturaron la ciudad de Raqqa, considerada la capital de facto de Estado Islámico.
Sus victorias, sin embargo, pusieron a los kurdos y a sus aliados en contacto directo con las fuerzas gubernamentales sirias apoyadas por Rusia y con los rebeldes apoyados por Turquía.
¿Por qué Turquía se niega a ayudar a los kurdos en su batalla contra EI?
Ankara ve a los nacionalistas kurdos como una amenaza para su integridad, tanto como la que representa el grupo yihadista.
La hostilidad de Turquía hacia los kurdos, que constituyen entre el 15 y el 20% en ese país, es profunda y de larga data.
Los kurdos han recibido un duro tratamiento por parte de las autoridades turcas desde hace generaciones.
Tras una serie de levantamientos entre los años 20 y 30, muchos kurdos fueron reasentados, los nombres kurdos y sus costumbres fueron prohibidos, el uso de su lengua restringido, e incluso la existencia de una identidad kurda fue denegada, y se referían a ellos como "turcos de las montañas".
En 1978, Abdullah Ocalan fundó el PKK, que defiende la creación de un estado independiente de Turquía. Seis años más tarde, el grupo empezó la lucha armada.
Desde entonces, más de 40.000 personas murieron y cientos de miles fueron desplazadas.
En agosto de 2016, Turquía, alarmada por el avance cerca de su frontera de las fuerzas kurdas, envió tropas y tanques al norte de Siria para apoyar al Ejército Libre Sirio (ELS), los rebeldes moderados que se enfrentan al régimen de Bashar al Asad desde 2011.
El ELS le arrebató a Estado Islámico varias ciudades clave en la frontera, evitando que la milicia kurda ganara más territorio.
El anuncio este mes de Estados Unidos de crear una nueva "fuerza de seguridad fronteriza" conformada por 30.000 personas, la mitad procedente de las filas de las FDS, para evitar que militantes de EI se filtren a través de las fronteras con Turquía e Irak, enfureció a Ankara.
El gobierno turco considera a las YPG una extensión del PKK, y que comparte su objetivo de crear un Estado kurdo a través de la lucha armada. Por eso rechaza tener grupos kurdos armados en su frontera, y se ha referido al despliegue como un "un ejército terrorista".
¿Cuáles son las ambiciones de los kurdos en Siria?
Los kurdos representan entre el 7 y el 10% de la población siria.
Antes del levantamiento contra el presidente al Asad en 2011, la mayoría vivía en las ciudades de Damasco y Alepo, así como en las áreas cercanas a las ciudades de Kobani, Afrín y Qamishli.
Al igual que en Turquía, a los kurdos sirios se les denegaron derechos básicos. A alrededor de 300.000 les denegaron la nacionalidad desde 1960, y muchas de sus tierras les fueron confiscadas y redistribuidas entre la población árabe, en un intento por "arabizar" las regiones kurdas.
Cuando el levantamiento derivó en una guerra civil, los principales partidos kurdos evitaron públicamente tomar postura. A mediados de 2012, las fuerzas gubernamentales se retiraron para centrarse en la lucha contra los rebeldes en otras áreas, y los grupos kurdos tomaron el control.
A principios de 2014, los partidos kurdos —incluido el dominante PYD— declaró la creación de "administraciones autónomas" en tres "cantones": Afrín, Kobani y Jazira.
En marzo de 2016, anunciaron el establecimiento de un "sistema federal" que incluía zonas árabes y turcomanas arrebatadas a EI.
La declaración fue rechazada tanto por el gobierno sirio, como por la oposición, por Turquía y por Estados Unidos.
El PYD dice que no busca la independencia, pero insiste en que cualquier acuerdo político para finalizar el conflicto en Siria debe incluir garantías legales para los kurdos y el reconocimiento de la autonomía kurda.
El presidente al Asad ha prometido retomar el control de toda Siria, pero otras figuras de su gobierno se manifestaron a favor de negociar con los kurdos sobre sus demandas de autonomía.
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